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Capítulo 12:


[Jungkook]

Desperté con un frenazo.

Bueno, a ser sinceros, desperté por el golpe que me di contra el asiento vacío de delante gracias a un frenazo, o por el golpe que me habría dado si una persona no llega a atraparme a tiempo, agarrándome y tirando de nuevo hacia atrás, sentándome sobre él.

¿Que por qué iba dormido en el autobús? Pues fácil, por culpa de los cómics. Y de que estábamos a mitad de semana y ya estaba agotadísimo. Y gracias a que a Hoseok no se le ocurrió otra cosa que llamarme de madrugada para preguntarme sobre páginas de tutoriales de videojuegos. Cierto que eran las tres y yo aún seguía inundado en cómics, pero mi consciencia sabía que era tarde para llamadas de cualquier tipo a pesar de lo mío.

El caso es que salí medio dormido de casa, llegué a la parada de autobús medio dormido, y una vez me senté en él, terminé durmiéndome por completo. Y en consecuencia, terminando en los brazos de Park.

Ah, sí, cierto. No podía ser nadie más que él el que me sujetó antes de que cayera de bruces al suelo. Me di cuenta cuando, aún sentado, con una de sus manos rodeándome de la cintura con firmeza, giré el rostro para agradecerle el gesto. Iba a hacerlo con tranquilidad, informalidad, como si tampoco fuera para tanto.

Pero se me paró el corazón.

Bueno, no exactamente se me paró, aunque así se sintiera. Fue tan imprevisto, tan impactante que me quedé quieto y sin habla, tan solo mirándole a milímetros de distancia. Finalmente, como era de esperar, él alzó una ceja.

- Puedes levantarte si quieres –murmuró con inexpresividad. Solo en ese momento me di cuenta de que su agarre ya no era tan fuerte. Podía levantarme con total facilidad, y eso hice. El autobús volvió a dar otro frenazo, esta vez más pequeño, deteniéndose en otra parada. Cada vez quedaba menos para clase y mi vergüenza aumentaba. Inconscientemente, me agarré a la manga de su brazo y él sujetó mi muñeca por inercia. – Te cuidado. No quiero que te hagas otra herida.

- Gracias... –murmuré aún cohibido.

Tras eso, tosí para recomponer mi postura, hice una pequeña pero correcta reverencia, y tras adoptar de nuevo mi cara normal de desagrado, me senté dos filas por detrás. Minutos después seguía sin terminar de recordar el momento en el que Jimin se había sentado al lado mío antes de que me cayera por primera vez.

No pensaba preguntárselo, pues probablemente hubiera sido mientras yo me dormía, pero de todas formas tampoco tuve la ocasión de hacerlo, porque nada más bajar del autobús, Jimin sacó un batido de fresa de su mochila y se fue directo a la parte trasera del colegio. Fruncí el ceño y di un paso, pensando en seguirle.

Pero no lo hice.

No porque no quisiera o mi moral me lo impidiera. En absoluto. Si algo me daba curiosidad, no tenía reparos en preguntar o investigar, y más si esa persona no me importaba en absoluto, como era el caso de Park Jimin. Lo que sucedió fue algo llamado balón golpeando mi cara.

- ¡Ey! –entreabrí los ojos, topándome con el rostro de un chico cubriendo la escasa luz del sol que alumbraba las calles. Fruncí el ceño y le quité de en medio, poniéndome yo solo de mala gana en pie. – ¿Estás bien? –preguntó sin atreverse a tocarme. Hizo bien.

- Sí, déjame.

- ¿Estás seguro? –aún tenía el balón bajo el brazo, lo que hizo que mi sangre hirviera aún más. Tenía ganas de pinchárselo. – Puedo acompañarte a la enfermería o...

- ¡Minhyuk! –exclamó otro chico apareciendo por su espalda. Era rubio y tenía los ojos exageradamente redondos. Me cayó mal nada más verle. Él debió notar mi aura de pocos amigos, porque sin preocuparse de las edades, hizo un par de reverencias, completamente avergonzado. – Lo siento, culpa mía. Soy Kyung... ah... ¿estás bien?

- Ya le he dicho a tu amigo que sí –murmuré de mala gana.

- Oh, yo soy Minhyu-

- No me importa –interrumpí al primero que había venido a ayudarme. También parecía mayor que yo, pero no me preocupó. De hecho, ahora solo me preocupaba el sabor a sangre que invadía mi boca debido a que acababa de darme un fuerte mordisco en la lengua. – Adiós.

Y entré al centro, yendo directo a los baños, donde me enjuagué varias veces. No me dolía, tan solo era incómodo tener un sabor tan fuerte y férreo en la boca todo el rato. Estaba acostumbrado a hacerme sangre, normalmente cuando estaba nervioso y mordía mi labio de forma inconsciente, por eso no me asustaba o preocupaba. Era algo normal, aunque no agradable.

Volví a encontrarme a esos dos chicos en la cafetería. Iban charlando alegremente con otro, el cual sí que me sonaba un poco más. Jaehyo era de los más atractivos del centro, y aunque no me importasen en absoluto tales cotilleos, al parecer la mitad de los hombres de la escuela habían pasado por su trasero.

De cualquier forma, cuando intentaron acercárseme y pasé de largo, comprando rápidamente un bollo y un batido, decidí que independientemente de la buena o mala fama que tuviera el castaño, sus dos amigos me resultaban un peligro mayor, y por eso salí corriendo antes de tener que aguantarles.

Abrí el pequeño bollo relleno de chocolate por el pasillo, dirigiéndome a la clase de Hoseok, ya que no lo había visto esa mañana, ni siquiera en el bus. Podía sonar extraño, pero cada vez disfrutaba más del tiempo con él. Quizás no era tan malo eso de tener un amigo, incluso aunque empezara soportándolo por pura conveniencia.

Eché un vistazo al interior de la clase, dándole otro pequeño mordisco al bollo. Normalmente Hoseok venía a buscarme y nos quedábamos juntos en el patio hablando, por lo que no sabía dónde buscarle, y su clase era un buen lugar para empezar.

Suspiré al no divisarle entre los escasos alumnos, y volví a dar un repaso, buscando a alguien confiable a quien poder preguntar. Todo el mundo estaba en grupos, riendo o hablando y haciendo cursilerías en parejas.

Todo el mundo menos un chico de pelo platinado. Volví a resoplar y eché a andar hasta él, intentando no llamar mucho la atención. Cuando me paré en frente suya, alzó la vista del libro que estaba leyendo y frunció el ceño.

- ¿Te hiciste daño? –preguntó antes de que yo pudiera articular palabra alguna. Le miré extrañado, sin comprender a que se refería. – Estaba seguro de que no te hiciste ninguna herida en el autobús. Pensé que te sujeté bien.

- Esto no es del autobús –murmuré con molestia al entender sus palabras, agarrando las mangas de mi chaqueta escondiendo la vergüenza que me daba recordar aquel momento y sin plantearme siquiera como podía haber descubierto mi herida cuando estaba en el interior de la boca. Pasé nervioso mi lengua por ella intentando centrarme en el tema. – Venía a preguntarte si has visto a Hoseok.

- ¿A quién?

- Hoseok. Va a tu clase.

- ... -no paraba de mirarme, provocando que me pusiera nervioso y siguiera indigando en la pequeña herida de mi lengua con más ahínco, deseando no haberme acercado a preguntar en ningún momento. – No sé quien dices.

- El chico con el que estaba en la lavandería aquel día... -murmuré, apagando cada vez más mi voz. Era muy intimidante. Me enfadaba y a la vez impedía hacer nada en su presencia. Solo quería marcharme, y eso iba a hacer antes de que abriera la boca. – ah... n-no import-

- Deja de hacer eso, te sangrará de nuevo si sigues. –declaró inesperadamente. Tragué saliva y dejé de mover mi lengua al instante, sin siquiera plantearme lo extraño de la situación. Tan solo él acababa de dar una orden y yo la cumplí de inmediato. – Y ya se de quien hablas. No ha venido a clase, al menos no hasta ahora.

- Gr-gracias... -murmuré antes de darme la vuelta y salir casi corriendo de allí.

Me coloqué los cascos de música, tiré el plástico del bollo, ahora terminado, en una papelera, y repetí el mismo movimiento con la lengua una y otra vez, restregándola contra el interior de mi mejilla hasta hacerla sangrar. Hasta sentir ese sabor de nuevo.

Antes de que terminara el recreo, ya me había enjuagado de nuevo en el baño, hablado con Hoseok con el móvil para afianzarme de que no estaba, y terminado mi batido de chocolate. Hice todas esas cosas además de divisar a Park en la entrada del colegio, marchándose. Al siguiente pestañeo, ya no estaba, pero tampoco me preocupó.

En ese momento solo podía pensar en las horas de clase que me quedaban y toda la gente, como Park Jimin o mismamente Hoseok, que se la estaban perdiendo. Quizás tantos detalles no me habrían pasado desapercibidos si no fuera por el sueño acumulado.

Terminé durmiéndome de nuevo a cuarta hora.

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Tengo pensado hacer un rol de Twitter. 

¿Os apuntaríais? 

Mola bastante. Yo antes pensaba que iban a ser jodidamente aburridos y todo eso, pero en absoluto. Son bastante entretenidos y te diviertes mucho y bueno, eso en general. No sé cuando lo haré pero igualmente.

Mirad que lindo.

Aish. Duele ver la perfecta mezcla entre adorable y jodidamente sexy que tiene en el cuerpo este chico. ¡RAPMONSTER TE QUIER-¿eh? ¡Ah, quería decir Jungkook! 

Me seducen todos, para que vamos a mentir.

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