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Cita Imperfecta

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Miles Morales
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«¡Lamento ser yo quien te diga esto, jefe, pero no había muchas rubias en el antiguo Egipcio!»

⎯⎯ Historia de Web of Spider-Man ⎯⎯

Dos jóvenes se encontraban almorzando en el patio de la ESU.

Ambos disfrutaban mucho de la comida, aunque uno de estos se veía algo preocupado.

Estos jóvenes eran Miles Morales y Fabio Medina.

— Miles, no estés molesto con él — le dijo Fabio.

— No lo estoy — respondió Morales, dándole una mordida a su hamburguesa — Ya no más...

— Porque, honestamente, Ganke te quiere.

— Lo sé.

— Él estaba preocupado.

— Lo sé — dijo — Pero he sido Vengador durante cinco minutos... y lo único que escuché de ellos son historias de terror sobre como se les escapó sus identidades secretas y esto puso en peligro a todos los que...

— Oh, lo sé. Me hice público. Casi me matan por eso.

— Y también tienes la cosa Mutante...

— Sí.

— Y él te contó mi secreto... a ti, a quien acabamos de conocer.

— Te prometo que nunca se lo diré a nadie — dijo Fabio.

— Yo aprecio mucho eso — dijo Miles — Pero ahora estoy sentado aquí contigo, ah... ah...

— Y acabas de olvidar mi nombre.

— ¡Ugh! Sé que es Goldballs, pero... 

— Fabio.

— ¡Fabio! ¿Por qué no puedo recordarlo?

— Fabio Medina. Somos amigos ahora — dijo — Hará click... eventualmente.

— ¿Ves? ¡Incluso ahora! — dijo Morales — De por sí ya llamaba un poco la atención, pero ahora que te juntas con nosotros... la gente podría empezar a sospechar algo...

— O podría ser la perfecta distracción para que nadie se fije en ti — expresó, mientras hacía aparecer una pequeña esfera de oro en sus manos.

— Y no... no es como si no quisiera que fueras nuestro amigo...

— Lo entiendo.

— De hecho, creo que en este punto...

— Estás mejor conmigo — dijo Fabio, haciendo desaparecer la pequeña esfera — De todas formas, sinceramente, Ganke se siente terrible.

— Hey, ¿y por qué tú decidiste revelarla?

— Porque pensé que las únicas personas en el mundo que tienen identidades secretas son, como, idiotas en Twitter que quieren decirle estupideces a la gente — dijo — Pensé que la gente respetaría la honestidad.

— Pero...

— No. Ni siquiera un poco.

— No me gusta el hecho de que algunas personas sepan de qué color es mi piel.

— Sí, escuché sobre eso... ¿por qué tú...?

Mientras estos jóvenes hablaban, sin que lo supieran, se encontraban siendo vigilados por una persona.

Por Jessica Jones.

Aquella mujer había aceptado el trabajo de Gloria Morales, por lo que tenía en su mira a Miles Morales.

Su sujeto número 42.

Gracias a varias máquinas, podía escuchar la conversación que los dos jóvenes tenían, por lo que había sacado varias conclusiones que anotaba en su celular.

La primera era la anotación de Fabio Media. Goldballs. Miles Morales tenía relación con este X-Men público.

Lo segundo era sobre una identidad secreta. Parecía ser que Morales ocultaba una identidad secreta.

Y lo tercero era acerca de eso de ser un Vengador. Miles Morales, según sus propias palabras, era parte de los Vengadores, por lo que no sería complicado averiguar cual era.

Trató de escuchar algo más, pero... no pudo.

Alguien golpeó el techo de su auto.

— ¿Puedo ayudarla? — preguntó una mujer — ¡¿Puedo ayudarla?!

— ¡Mierda! — expresó Jessica, asustándose de la repentina aparición de esa mujer.

Se había concentrado tanto en escuchar la conversación que no se dio cuenta cuándo había llegado esa mujer.

Rápidamente, comenzó a bajar los parlantes y auriculares para poder encender su auto.

— ¡Soy la directora de esta universidad! ¿Cuál es su nombre? — preguntó la mujer — ¿Disculpe? ¡Estoy hablando contigo!

Pero Jessica no le respondió.

— ¡Si te vuelvo a ver por aquí, llamaré a la policía!

Jones pisó el acelerador, yéndose rápidamente de allí.

— ¡¿Qué fue eso?! — preguntó un guardia de seguridad — ¡¿Lograste ver su placa?!

— No tenía una... — respondió la directora.

— Podríamos llamar a la policía por eso.

— Sí, hagamos eso. Esto fue raro.

— ¿Ella solo miraba a los estudiantes?

— Como un detective privado o algo así...

***

Las cosas habían sido un poco agitadas para el joven Morales en los recientes días, pero finalmente tenía un momento para relajarse.

Un momento para ser simplemente Miles Morales y poder vivir su vida normal.

Y ese momento lo iba a disfrutar con su pareja, Barbara Rodriguez.

Ambos jóvenes se encontraban en uno de los metros subterráneos de la ciudad. 

Tenían una parada que hacer.

En Brooklyn, más específicamente en Prospect Heights, se encontraba uno de los más grandes museos que tenía ese distrito.

Y en ese lugar, siendo este el último día, tenían en exhibición:

"Una breve historia del Hip-Hop de Brooklyn"

Un exhibición donde no solo hablarían del Hip-Hop en ese distrito, sino que también mostrarían las páginas originales del cuaderno de Biggie, entre demás cosas.

Debían de ir.

La pareja iba sentada en el metro. Miles miraba lo rápido que iban, mientras que Barbara escuchaba música en su auriculares inalámbricos.

— Hey, ¿quieres escuchar algo? — preguntó Barbara, quitándose uno de los auriculares.

Miles asintió con la cabeza y se lo colocó en su oído, listo para escuchar lo que era.

Mientras escuchaba la música, giró levemente su cabeza por la sensación de que alguien lo estaba observando, pero solo vio a una mujer pelinegra leyendo un periódico... aunque era extraño que leyera un periódico cuando podía leer las noticias desde un celular.

De todas formas, Miles comenzó a prestar más atención a lo que estaba escuchando... sorprendiéndose.

— Espera un minuto... — dijo Morales — ¡¿Esta eres tú?!

— Uh-Huh — respondió Barbara, algo avergonzada — Estuve trabajando en un mixtape.

— Santo cielo, ¡¿eres MC?! ¿Y nunca me dijiste?

— Tengo algunos talentos que no conoces de mí, Miles Morales.

— Es pegadiza — dijo Miles, comenzando a acercarse — Eres increíble, Barbara Rodriguez...

— Soy muy buena en lo que... —decía Barbara, también acercándose.

Pero antes de que pudieran darse un beso...

Sentido Arácnido.

El bendito Sentido Arácnido hizo que Miles se volteara...

De hecho, todo el metro comenzó a voltearse a la izquierda.

— ¡¿Qué está pasando?! — exclamó Barbara, sujetándose de su asiento.

El conductor del tren sacó la cabeza por la ventana, observando lo que ocurría.

— ¡La pista está fuera! — gritó — ¡El tren se está descarrilando!

Miles sabía que hacer... y era el poner a prueba sus nulos cursos de teatro.

— Yo... uh... — dijo Miles, mientras fingía tropezarse y retroceder — ¡E-Estoy siendo empujado hasta el medio del vagón!

Entonces, el joven de Brooklyn comenzó a perderse entre la multitud.

— ¡Miles! — exclamó Barbara, perdiéndolo de vista — ¡Oigan, idiotas! ¡Será mejor que dejen de empujar a mi novio!

Morales activó su Poder de Camuflaje, escabulléndose hasta llegar a la puerta trasera del vagón, abriéndola y saliendo del tren.

Tenía suerte que nunca saliera sin sus disparadores de telaraña.

— M-Muy bien... tengo un tren a gran velocidad que está a punto de descarrilarse — murmuró Miles, viendo como salían chispas de las ruedas del tren — ¿Qué haría Peter en esta situación...?

Un movimiento brusco provocó que Miles casi cayera del vagón.

Por suerte, logró pegarse al vagón del tren... 

No tenía tiempo para pensar en lo que haría Peter... debía de pensar en una forma de detener esta cosa.

El tren se descarrilaba desde el primer vagón, por lo que si usaba sus conocimientos en la física... se le debería idear un buen plan para poder detener un metro a alta velocidad.

Y así fue.

Pensando lo más rápido que pudo, decidió envolver todos los vagones, empezando desde el último, con las telarañas que salían de sus disparadores.

No solo los envolvía, sino que llenaba las ruedas del tren con sus redes.

Logrando así...

...detener el metro.

— Esto debería funcionar — murmuró Miles, pisando algo en el suelo — Viejo, espero que esto sea aceite del tren y no de ningún vagabundo...

***

Después de varios minutos, Miles finalmente se reunió con Barbara.

Había vuelto a meterse en el metro, fingiendo ser rescatado por uno de los bomberos de la ciudad.

— ¡Miles! — expresó Barbara, al verlo, preocupada — ¡¿Dónde estabas?!

— Mi error — respondió Morales — Traté de regresar contigo, pero la gente se puso como loca y terminé en el siguiente vagón...

— ¿Qué? ¿En serio? Eso es...

— Sí, la gente está como cabras.

— Uh-Huh... alguien dijo que las vías fueron dañadas por un ataque de Atlantis — le dijo Barbara — Pero supongo que el Hombre Araña fue quien nos salvó...

— ¿D-De verdad...? ¿Cómo sabes?

— Las... telarañas...

— Oh, claro... sí, tiene sentido... — dijo Miles, riendo nerviosamente — B-Bueno, aún podemos caminar hasta el museo... ¿vamos?

Barbara sonrió ante la propuesta de su pareja, comenzando a caminar.

Miles también sonrió caminó a su lado.

***

Finalmente habían llegado al museo.

Era enorme... y los carteles indicaban lo que exhibían.

Además de mencionar que era el último día...

Nada podía salir mal en este día, así que los dos jóvenes entraron rápidamente.

Al ser el último día, el lugar no se encontraba tan lleno como lo estaría usualmente.

— El museo de Brooklyn... — dijo Barbara, caminando por los pasillos — Es gracioso como viví en Brooklyn toda mi vida y no vine a este museo.

— ¿Viviste en Brooklyn toda tu vida? — preguntó Miles.

— Claro. Aquí me crie.

— Y-Yo también... aunque, nunca te he visto por...

— Miles, es un distrito muy grande. Es normal que no nos viéramos...

— Oh, claro... sí, tienes razón.

Siguieron caminando hasta llegar a unos cuadros con las páginas del libro de Biggie.

— Estas páginas son de cuando apareció Biggie por primera vez — murmuró Miles, leyendo las hojas — Sus rimas son tan...

— "You like my reflection, better half to my whole, like lyrics to the beat, you're the mate for my soul" — leía Barbara, atentamente — Entonces, ¿seremos nosotros, cariño? ¿"Better half to my whole, like lyrics to the beat"?

— Oh, definitivamente... — murmuró Miles, mientras se acercaba a ella.

Los dos jóvenes se acercaron entre sí, listos para darse un beso...

Si no fuera porque las luces del museo se apagaron por completo.

— ¡Debe ser una broma! 

Se podía escuchar como si las paredes del lugar comenzaran a ser destruidas, lo que alarmó a todas las personas que se encontraba allí.

Saliendo lo más rápido que podía, Miles aprovechó toda esta distracción para alejarse de Barbara y ponerse su traje de superhéroe.

Tenía trabajo que hacer.

— ¡Miles! — llamaba Barbara, mientras era empujada por las personas a la salida — ¡¿Dónde estás, Miles?!

El joven de Brooklyn se había colocado su traje y había pegado su mochila en una esquina del techo del museo.

— Odio tener que ignorar a Barbara otra vez... —murmuró Morales, aterrizando en el suelo — Pero debo encontrar lo que...

En ese momento, un extraño rayo azul destruyó otra pared del museo, llegando a la habitación donde estaba el moreno.

Fue entonces que el criminal apareció.

Él...

— ¡Escúchenme, gente de Brooklyn! ¡He venido buscando la piedra de los dioses, que está escondida en este palacio de adornos! — dijo — ¡Preséntenme la piedra y arrodíllense! Resistan y sus vidas se perderán...! ¡Así proclama...!

É-Él era...

"¡El Faraón de las Heladas!"

— ¿El Faraón de las Heladas? — preguntó Miles, apareciendo detrás suya — ¿Lo dices en serio?

— ¡Perro insolente! — exclamó el... ¿faraón?, apuntándolo con su bastón — ¡Prueba la muerte helada!

Aquel sujeto le disparó un poderoso rayo gélido, buscando herir al moreno... pero este logró esquivarlo con suma facilidad.

— ¡Tendrás que ser más rápido que eso! — exclamó Morales, mientras se acercaba lentamente.

— ¡Inclínate ante tu faraón!

Entonces, uno de esos rayos helados logró darle a Miles en la espalda, congelándosela y tirándolo al suelo.

¡Está! ¡Frío! — exclamó Miles.

Envolvió todo su cuerpo en su Bioelectricidad, derritiendo el hielo por completo y destruyéndolo.

Esto sorprendió al faraón, quien intentó volver a atacarlo.

— ¡Lamento ser yo quien te diga esto, jefe, pero no había muchas rubias en el antiguo Egipcio! — dijo Miles.

Este disparó unas redes que lograron arrebatarle el bastón de las manos del perdedor.

— ¡Tú solo eres un tonto vestido de Tutankamón! — exclamó Morales, dándole un puñetazo en la cara — ¡Además de ser el causante de arruinar mi cita!

Después, le dio una fuerte patada que mandó a volar al rubio.

Este cayó al suelo... inconsciente...

Y derrotado.

— Hoy en día, cualquiera puede vestirse de lo que sea y hacerse llamar supervillano — murmuró Morales, aún con algo de frío — En mis tiempos, tenías que disfrazarte de elfo y llenar toda la ciudad de más elfos para ser llamado supervillano...

Con una de sus redes agarró su mochila...

Y se fue de allí, listo para cambiarse y buscar a su novia...

Otra vez...

***

— ¡Oh! ¡Ahí estás! — exclamó Miles, acercándose a Barbara — Te perdí cuando las luces se apagaron... ¿qué pasó?

— El Hombre Araña pasó — dijo Barbara, claramente molesta.

— Oh...

Oh.

Miles tragó saliva, nervioso.

— ¿Dónde estuviste? — preguntó la chica.

— Barbs...

— Nada de "Barbs" cuando me mientes, Miles — dijo — ¿Por qué desapareciste de la nada? Me dejaste sola.

— N-No desaparecí... ya te dije que te perdí...

— Miles, no había mucha gente hoy.

— Barbara, te digo la verdad... — mintió Morales — ¡D-Déjame compensártelo! ¿P-Por qué no te invito al cine? ¿Eh? Tú eliges la película y eso...

Barbara suspiró al escuchar la propuesta de Miles.

— Bien, bien... — dijo — Pero no vuelvas a desaparecer, ¿sí?

— Sí, por supuesto...

Ambos chicos comenzaron a caminar.

Nuevamente, Miles volvió a sentir que alguien lo estaba siguiendo, por lo que giró su cabeza...

Pero solo vio a una señora comprando una lata en una máquina expendedora.

Aquella mujer pelinegra se le hacía conocida... pero no recordaba de donde.

Solo la ignoró y siguió su camino.

***

La cita al museo había sido un desastre.

Su novia, Barbara Rodriguez, parecía empezar a enojarse con él.

Y no paraban de pasar cosas malas a donde sea que vaya...

Si había un lugar donde era imposible que algo malo pasara... era dentro de una sala del cine.

Nadie querría robar un cine, porque... porque nadie quiere interrumpir la función de las personas que esperan, con ansias, ver la película por la que ahorraron dinero, ¿cierto?

Bueno, eso era verdad...

Pero no lo era en el exterior del cine.

Miles podía escuchar a varios coches de policías avanzar a gran velocidad detrás de él.

Este sonreía, nerviosamente, mientras un pequeño tic en su ojo le hacía pensar que debía ponerse su traje e ir a ayudar a los oficiales.

Barbara notó la preocupación del moreno y suspiró.

— Miles, perdona lo de hace rato... —dijo Barbara, acercándose y empezando a acomodarle la camisa — Yo solo... me preocupé mucho porque te perdí de vista.

Más patrullas pasaban.

— O-Oh, no te preocupes por eso, yo...

— No... sé que debiste asustarte mucho...

— ¿Qué? Yo? ¿Asustarme? Claro que no...

Más patrullas...

— Quiero decirte que me alegró mucho el verte salir del museo con vida... me preocupé mucho y... — decía Barbara, dándole un pequeño beso en los labios — Te amo, Miles.

Aún más patru...

Espera, ¿qué?

— Espera, ¿qué?

— Que te amo, Miles.

— Oh, yo... — dijo Miles, tragando saliva — Yo también te... ah...

Pero la cantidad de patrullas que pasaban volvió a llamar la atención del moreno.

Este tomó una gran bocanada de aire... y suspiró.

— Quiero pedirte disculpas... —dijo Miles.

— ¿Qué? — preguntó Barbara.

— D-Debo irme, lo siento... t-te lo compensaré otro día — expresó, mientras se daba la vuelta.

— ¡Miles!

— ¡Perdóname! ¡Lo siento mucho!

El moreno comenzó a correr lo más rápido que pudo.

Parecía que portar aquella máscara le daba alguna especie de maldición donde no podía tener una cita normal con su pareja.

Eso no le venía bien...

— M-Maldición... — murmuró Miles, mientras entraba a un callejón — ¿C-Cómo podía Peter llevar esta responsabilidad y... tener novia?

Aunque, si era justo consigo mismo... 

Mary Jane y Felicia Hardy sabían que Peter era el Hombre Araña.

Tal vez estaba cometiendo un error en no contárselo...

Tal vez... debía decirle su secreto...

Pero no estaba seguro de eso... la última vez que le contó su secreto a una chica que le gustaba...

No salió muy bien que digamos...

De todas formas, pensar en eso no lo iba a ayudar mucho.

Se puso su máscara y comenzó a balancearse por los edificios, en dirección a donde iban las patrullas.

No tenía tiempo que perder.

***

— ¿Cómo dijiste que te llamabas? — preguntó Lana.

— Fabio Medina — respondió este.

Ambos jóvenes estaban sentados en uno de los parques que se encontraban cerca de la ESU.

Fabio había quedado con Ganke para hablar allí, pero Ganke invitó a Lana para que se conocieran... y Lana invitó a Miles...

Y ni Ganke y ni Miles habían llegado aún.

— No. Tu nombre de Mutante... — volvió a decir Lana — Ya sabes, tu nombre cool.

— Oh... — dijo Fabio, formando una esfera de oro — Goldballs.

— ¡Goldballs! ¿Por qué no puedo recordarlo? — dijo la chica, agarrando la esfera e intentando aplastarla.

— Hará click... eventualmente... vaya, deja vu...

— Soy Bombshell, de todas formas....

— Sí, lo sé. Ganke me contó todo sobre ti.

— Huh.

Entonces, la esfera de oro desapareció, sorprendiendo a Lana.

— ¡Ta-Daa! — exclamó Fabio — ¡Goldballs!

— ¿Y te quedarás con ese? 

— ¿Con qué?

— Goldballs.

— Claro.

— Oh.

— Simplemente, creo que me queda bien.

Ambos jóvenes se quedaron callados por unos segundos...

Hasta que Lana volvió a romper el hielo.

— Sabes que cuando tus bolas saltan así... perdón... hacen ese genial "Poink"... — dijo — Deberías llamarte así.

— ¿Cómo?

Poink.

— ¿Poink?

— Poink.

— No.

— Poink.

— Lo entiendo — dijo Fabio — Pero, no.

— ¿Por qué? ¿Por qué rima con "oink"?

Silencio incómodo...

Fabio se levantó del asiento donde se encontraban, dándose la vuelta.

Lana también se levantó, pero algo torpe.

— ¡Oh! ¡Oh, no! — exclamó la chica, parándose enfrente de él — ¡Eso sonó muy mal, amigo!

— Lo hizo... — dijo el chico.

— ¡Fue sin querer! ¡Elimínalo!

— Okay...

— ¡No, de verdad! ¡Lo juro!

— Será mejor que nos vayamos... no creo que vengan hoy...

Pero, en ese preciso instante, Miles Morales llegó a la escena...

Estrellándose contra un árbol y cayendo sobre el pasto que había enfrente de ellos.

Los dos jóvenes se acercaron a él, observando lo que le ocurría.

— ¿Estás bien? — preguntó Fabio.

— Día difícil... — respondió Lana — Siempre le ocurre estas cosas cuando tiene un día difícil...

— Este día entrará en el top de mis cinco peores días... — murmuró Morales, mientras se sentaba — Odio mi vida...

— ¿No tuviste esa cita con Barbara? — preguntó Lana, sentándose a su costado — ¿Por qué dices que fue un mal día? 

— Porque la dejé plantada... en más de una ocasión... y creo que ahora está molesta conmigo...

— Sí... a las chicas no nos gusta que nos dejen plantadas...

En ese momento, apareció Ganke.

Caminó hasta enfrente de sus amigos, tirándose boca abajo en el pasto.

— ¿A ti qué te pasó, Ganke? — preguntó Miles.

— No me quedaré atrapado en la friendzone... — dijo Ganke, girando su cabeza — No lo haré... no otra vez...

— Yo odio la friendzone — dijo Fabio, también sentándose.

— ¡La friendzone no debería existir! — exclamó, mientras se sentaba — ¡Ni siquiera debería tener un nombre!

— No todas las friendzones son malas — dijo Miles.

— Algunas chicas necesitan primero la friendzone — añadió Lana — Y con toda la razón, porque la mayoría de los chicos apestan y...

— ¡No! — exclamó Ganke.

— No está bien — añadió Fabio.

— ¡No está para nada bien! La friendzone son la trampa para osos para chicos como nosotros.

— ¿Chicos como quiénes? — preguntó Lana.

— Los gorditos.

— Ah, viejo, ¿otra vez con lo de ser gordito? — preguntó Morales, sentándose.

— Estoy gordito...

— No eres tan gordito, Ganke.

— Cállate...

— Solías ser más regordete.

— No necesito otra chica que me guste y que me vea como un osito de peluche.

— Predícalo, hermana... — bromeó Lana.

— Solo ve a decirle... —dijo Miles — Que eres la clase de chico que revela las cosas de los demás...

— ¡Oh, vamos! — exclamó Ganke, volviéndose a tirar de cara contra el pasto.

— ¿Muy pronto?

— Demasiado pronto...

— Ok.... lección aprendida.

— Eso es... ¿ves? ¡Sigues molesto!

— No lo estoy.

— ¡Lo estás!

— Lidio con eso — dijo — Esta es la forma con la que lidio con eso.

— Estás torturándome... — dijo Ganke, volviendo a sentarse.

— Si bromeo de eso, es porque no estoy molesto — exclamó el moreno — Si dejo de bromear, bueno, ya sabes...

— De verdad lamento haber revelado tu secreto.

— No te preocupes, Ganke — dijo Fabio, chocando sus puños con Miles — Estamos cool.

— B-Bueno... — murmuró Morales.

— Estamos en camino de estar cool.

Miles Morales cerró los ojos y juntos los dedos de sus manos, fingiendo que se concentraba.

Parecía que iba a crear un hechizo, igual que el Doctor Strange.

— Puedo ver bien el camino a seguir desde donde estoy sentado — bromeó Miles, abriendo grande sus ojos — Y te digo que deberías decirle esto: "Hey, me gustas. Me gustas tal como eres. ¿Estás dentro o te vas?".

— Si su respuesta es no, es porque es no — dijo Lana.

— Exactamente.

— ¿Y si dice que ella solo quiere que seamos amigos? — preguntó Ganke.

— Ella se lo pierde — respondió Fabio.

— Escucha... — dijo Miles, tratando de imitar la actitud de un macho — Le dices: "No. No amigos. Me gustas más que eso. Y espero que me veas más que eso. Amigos es algo que no vamos a ser."

— Nunca estuviste en una situación parecida en tu vida, ¿verdad? — preguntó Lana.

— No, pero es algo que se me ocurrió — dijo Miles, tirándose en el pasto — Hace mucho tiempo...

— Kate Bishop — dijo Ganke.

— Cállate.

— ¿Y alguna vez te pasó algo parecido? — le preguntó Ganke a Fabio — Ir por una chica sin saber...

— Por supuesto — respondió Fabio — En mi vieja escuela.

— ¿Y?

— Te haré saber si en algún momento me responde.

— ¡¿Ven?! — exclamó Ganke, mirando a Lana y a Miles.

— Espera... — dijo Miles, mientras observaba su tarjeta.

Lana también la miró.

A ambos le habían llegado un mensaje de parte del Capitán América.

Los necesitaban en la Mansión de los Vengadores.

— ¿Qué querrá? — preguntó Lana.

— Debe ser algo importante si llama a dos Vengadores de reserva — dijo Miles.

— O algo que no tenga mucha importancia...

— De todas formas, hay que ir... — dijo Miles, mientras se levantaba.

Este giró su cabeza y miró a Fabio.

Se lo pensó por un rato...

— Si vamos a ser amigos superheroicos... — dijo Morales — ¿Por qué no nos acompañas?

—¿Qué? — preguntó Fabio.

— Te podría dar una de las tarjetas de los Vengadores.

— ¿Qué en serio? ¿Así de fácil? N-No lo sé...

— Vamos, prácticamente se la regalamos a cada sujeto superhumano que nos encontramos — dijo Miles — ¿Qué dices?

Fabio no se lo pensó mucho.

Los tres se pusieron sus trajes...

Y se fueron en dirección de la mansión...

...

Mientras Ganke se quedaba solo en el parque.

— ¡Oigan! ¡Pero, ¿qué debería hacer?! — exclamó Ganke, mientras miraba a sus amigos irse.

Este suspiró, mientras se levantaba para irse.

Sin darse cuenta de que Jessica Jones los había estado espiando a los lejos.

Sus deducciones habían surgido frutos.

Miles Morales era el Hombre Araña...

Muy buenas a todos ustedes!

Espero mucho que les haya gustado este capítulo. 

Pues bueno, parece ser que Miles Morales tiene muchos problemas para tener una cita en condiciones y... es muy malo para dar excusas de sus mentiras.

Además de que Jessica Jones ya descubrió al pobre de Miles!! 

La cosa no parece mejorar para él...

En fin, si les gustó el capítulo, pueden darle a la estrellita, compartir y comentar!

Nos vemos en la próxima!

Publicado el 16/03/22

[DANIKAST]

"¡¿Qué tal, Web-Heads?! Aquí su Spider-Fanática favorita, Danika Hart, en su podcast favorito, el Danikast. Espero que todos se encuentren muy bien. Ahora, ¿cuál va a ser el tema del podcast en el día de hoy? ¡Es fácil! ¡Los momentos más geniales que tuvo el Hombre Araña! Gracias a los videos que ustedes me estuvieron pasado, he decidido armar un pequeño top de momentos más increíbles que vivió el superhéroe insignia de este podcast. El top no está ordenado del peor al mejor, son solo sus mejores momentos. ¡Empecemos! Uno de los mejores momentos que me pasaron fue cuando este otro Hombre Araña hizo frente a un montón de simbiontes Carnage por su propia cuenta. Quiero decir, agradezco mucho al tipo que me pasó los videos. Es casi imposible encontrar grabaciones de esos momentos, pero tuvimos suerte que una cámara de seguridad grabara cuando el Hombre Araña se envolvió en su gran electricidad y atacó a esos sujetos super feos y asesinos. Otro de los momentos más increíbles fue su gran hazaña en Roxxon Plaza, salvando a todo Harlem de ser volado por los aires. Quiero decir, Simon Krieger era un cerdo y alguien que no merecía ser llamado humano. Tuvimos la suerte de que nuestro arácnido superhéroe estuvo allí para detener a los UnderGround. Y por último, pero no menos importante, está sus grandes hazaña salvando a varios de los Mutantes e Inhumanos que la empresa A.I.M. había secuestrado en el valle del Hudson. Esas personas inocentes no le hicieron daño a nadie y no merecían sufrir para nada. Tuvieron suerte de que el Hombre Araña llegara y los salvara, liderando un pequeño equipo de héroes. Me pregunto si tendrán nombre... ¡De todas formas, eso sería todo por el podcast de hoy! Muchas gracias por escucharlo y espero verlos en otro día más. No olviden limpiar sus armarios de vez en cuando. Podría haber animales muy feos viviendo allí y no tendrían ni idea. ¡Chao!"

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