8
◆━━━━━━━◆❃◆━━━━━━━◆
Miles Morales 42
◆━━━━━━━◆❃◆━━━━━━━◆
Era una noche común y tranquila en el apartamento de Miles Morales. La luz suave de una lámpara iluminaba tenuemente el pequeño espacio, pero el silencio solo era interrumpido por el sonido del viento afuera y los movimientos de Miles y su novia, T/N. El apartamento estaba lleno de la calidez que solo se encontraba en un hogar compartido con amor.
Miles, con su piel morena y los ojos castaños que reflejaban algo de melancolía, se encontraba sentado en una silla, observando el reflejo de su rostro en el espejo que colgaba en la pared de su cuarto. Había algo en esa mirada que parecía hablar más que sus palabras; era un chico serio, directo y sarcástico, con un peso sobre sus hombros que nunca dejaba ver del todo, pero que T/N conocía muy bien. Ella sabía que, aunque él trataba de ser duro, había un espacio reservado solo para aquellos a los que realmente quería.
—T/N... ¿Me podrías hacer las trenzas?—Dijo Miles en voz baja, con su acento característico mezclado con el de Brooklyn. Su tono de voz, aunque directo, tenía un toque de vulnerabilidad que solo T/N era capaz de detectar.
T/N lo miró desde la esquina de la habitación, sonriendo levemente. Se acercó con suavidad, sus dedos ya acostumbrados a las formas del cabello de Miles. Miles siempre le había pedido que le hiciera las trenzas, y era una costumbre que habían formado a lo largo del tiempo. Era un pequeño acto de cariño que, para él, significaba más de lo que cualquiera pudiera imaginar.
—Claro Miles, ven aquí—Respondió ella con suavidad, moviéndose hacia él.
Miles se levantó de la silla y se sentó frente al espejo, un lugar donde se sentía seguro, a pesar de las tensiones que siempre lo rodeaban. Con una expresión casi grave, se acomodó frente a ella. T/N se sentó detrás de él, buscando en el cajón de la mesa los productos que siempre usaba para su cabello afroamericano. Sabía lo importante que era tratarlo con cariño, sin dañarlo, y había aprendido con el tiempo cómo hacerlo bien.
El aroma suave del aceite y los productos capilares llenó el aire mientras T/N comenzaba a acariciar el cabello de Miles con manos delicadas. Sus dedos pasaban con calma, separando las trenzas una por una, mientras él cerraba los ojos y se dejaba llevar por la sensación de su toque. Era un gesto que solo ella podía ofrecerle, y él lo apreciaba profundamente.
—Tu cabello siempre está tan rebelde, Miles—Dijo T/N con una sonrisa traviesa, pero llena de ternura, mientras comenzaba a dividir el cabello de Miles en secciones.
Miles rió suavemente, pero era un risa que estaba lejos de la ironía que solía mostrar al resto del mundo—Es que me gusta vivir al límite—Dijo de forma sarcástica, pero sus ojos se suavizaban al mirar el reflejo de T/N en el espejo, una chica que había logrado entrar en su vida de una manera tan profunda que ni él mismo sabía cómo había pasado.
Los dedos de T/N seguían su trabajo, moviéndose con precisión y paciencia—¿Sabías que siempre he querido hacer algo más con tu cabello? Como... tal vez, dejarlo crecer más o darle otro estilo—Comentó mientras separaba más hebras de su cabello y las trenzaba con cuidado.
—Me gusta así—Respondió Miles, su tono algo más relajado—pero puedes intentarlo si quieres. Siempre y cuando tú lo hagas.
A lo lejos, la madre de Miles, Rio Morales, observaba la escena desde la puerta del cuarto. Siempre había sido protectora y cariñosa con su hijo, pero jamás había visto una muestra de afecto tan genuina entre él y T/N. Era un amor que había crecido con el tiempo, un amor que ambos compartían en silencio, sin grandes gestos, pero lleno de confianza.
—Siempre he querido que alguien más que yo cuide su cabello—Comentó Rio, acercándose un poco, sonriendo.
Ella se acercó con un tono maternal, sabiendo lo importante que era este gesto para su hijo. Para Miles, su madre y T/N eran las únicas personas que podían tocar su cabello, ya que este era más que solo un rasgo físico; era un símbolo de su identidad, su herencia, y solo ellas comprendían cómo tratarlo con el amor que merecía.
—Es como si fuera su pequeño secreto ¿No?—Comentó Rio, sonriendo al ver a T/N y Miles tan cercanos, disfrutando de una escena tan simple pero significativa.
T/N levantó la vista por un momento y sonrió tímidamente a Rio—Él es difícil de complacer, pero me deja hacerlo—Dijo, mientras continuaba tejiendo las trenzas.
—Lo sé. Pero me gusta verlos juntos, a ambos—Respondió Rio, mientras se quedaba en la puerta, observando cómo su hijo se relajaba completamente bajo el cuidado de T/N.
El cuarto estaba en silencio nuevamente, solo interrumpido por el suave roce de las manos de T/N entrelazando el cabello de Miles, y el tranquilo suspiro de él cada vez que T/N alcanzaba un punto delicado. Había algo hermoso en este momento: no era un acto grande ni espectacular, sino un simple gesto de cariño y confianza, algo que Miles nunca había permitido que nadie más experimentara.
T/N terminó de tejer la última trenza y miró a Miles en el espejo, admirando su trabajo—Listo, Miles. Ya te ves bien, como siempre.
Miles sonrió, esta vez genuinamente, y giró su cabeza para mirarla—Gracias, T/N. Siempre sabes cómo arreglarme.
Y en ese momento, en la tranquilidad de ese pequeño apartamento en Brooklyn, rodeado por las personas que más le importaban, Miles Morales, el joven antihéroe de la Tierra 42, no necesitaba nada más. Sabía que no importaba lo que pasara en su vida, siempre tendría a su madre y a T/N para recordarle lo que realmente importaba
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro