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Miles Morales 42
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La lluvia golpeaba con fuerza las ventanas del pequeño apartamento en el que T/N vivía con su madre, Rio Morales. El sonido incesante de las gotas de agua creando un murmullo constante llenaba el silencio de la noche. En su cama, T/N estaba medio dormida, el calor de las mantas abrazándola mientras sus pensamientos vagaban entre los recuerdos del día. Los ecos de la ciudad se filtraban por la ventana cerrada, pero de repente, un golpeteo suave, casi imperceptible, interrumpió el murmullo de la lluvia. T/N frunció el ceño, entrecerrando los ojos, desorientada.
Al principio, pensó que había sido el viento, pero luego se repitió, esta vez más claro, como si algo o alguien estuviera tocando la ventana. En el silencio de la noche, solo un pensamiento cruzó su mente "Es él".
Con un suspiro, T/N se sentó en la cama, las sábanas arrugadas a su alrededor. Al abrir los ojos por completo, vio lo que parecía ser una sombra recortada contra la cortina húmeda de la ventana. La figura tenía algo familiar, aunque difícil de distinguir en la oscuridad. De repente, la silueta dio paso a un resplandor morado, tenue pero brillante, que iluminaba la noche lluviosa. Era el traje de Merodeador, el traje de Miles.
El corazón de T/N dio un salto en su pecho. Sin hacer ruido, se levantó de la cama y se acercó a la ventana, la emoción y la preocupación invadiendo su mente. Sabía que él siempre patrullaba en la noche, luchando contra lo que el mundo no podía ver, defendiendo lo que él consideraba justo. Sabía también que el peligro nunca estaba lejos de él, pero eso no impedía que su amor por él creciera con cada día que pasaba.
Miles, con su agilidad y destreza característica, abrió la ventana con una de las garras de su guante. La acción era silenciosa, como todo lo que él hacía, pero el sonido de la ventana cediendo bajo su toque fue suficiente para que T/N diera un paso atrás, observando con los ojos brillantes a su novio.
Cuando finalmente entró en la habitación, el aire parecía vibrar con una energía única. Miles se quitó la máscara lentamente, sus ojos oscuros encontrándose con los de ella. A pesar de la seriedad que siempre llevaba consigo, algo en su mirada mostraba un destello de suavidad, como si el solo estar cerca de ella lo relajara, lo devolviera a sí mismo en medio de tanto caos.
—Hola amor—Dijo Miles, su voz resonando suavemente a través de la máscara, con un tono algo metálico pero con una calidez que T/N conocía bien.
T/N lo miró fijamente, su corazón latiendo con fuerza al ver la figura que siempre había amado, ahora parado frente a ella, en la penumbra de la habitación. "El Merodeador" Pensó, aunque a sus ojos, siempre sería Miles, su chico. El mismo chico serio, directo y sarcástico con el que había compartido risas, miradas y promesas.
—¿Otra vez patrullando tan tarde?—Preguntó ella, su tono mezcla de preocupación y cariño, acercándose a él. Sabía que él nunca podía descansar, que el mundo de la delincuencia nunca dormía, pero le preocupaba.
Miles encogió ligeramente los hombros, como si esa fuera una respuesta suficiente, y una pequeña sonrisa se asomó en su rostro—Ya sabes cómo es la ciudad, T/N. Siempre hay algo que vigilar.
T/N no podía evitar sonreír también, a pesar de lo que significaban esas palabras. Sabía que Miles, a pesar de ser tan serio, en el fondo nunca dejaría de protegerla a ella, a su madre, y a todos los que amaba. Pero eso no lo hacía menos arriesgado.
Sin decir más, se acercó un paso más, hasta estar frente a él. Miles estaba quitándose la máscara, lentamente, como si no quisiera apresurar el momento. T/N aprovechó la oportunidad para levantar la mano y tocar la máscara de su rostro. Con suavidad, la retiró con un gesto familiar, como si fuera una rutina entre los dos. Su mirada encontró la de él y allí en la quietud de la noche, T/N sintió una oleada de amor y desesperación. Ella sabía lo que implicaba la vida que él llevaba.
—Te preocupas demasiado—Dijo Miles, notando la expresión en su rostro, pero T/N no dijo nada. En lugar de eso, se acercó un poco más y, con una sonrisa en los labios, lo besó.
Sus labios encontraron los de él con suavidad, pero con toda la pasión que sentía en ese momento. El beso fue un refugio en medio de la tormenta, tanto literal como figurada, y fue todo lo que T/N necesitaba en ese instante.
Miles, por su parte, respondió al beso con la misma intensidad, aunque algo de cautela. Sabía que lo que estaban viviendo era frágil, que cada noche que pasaba podría ser la última en la que estuviera con ella. Pero también sabía que, en esos momentos, cuando estaban juntos, podía encontrar un respiro. Un momento donde no era el Merodeador, ni el antihéroe, sino solo Miles.
Cuando se separaron, ambos quedaron frente a frente, respirando con algo de agitación. Miles dejó escapar una pequeña risa, y T/N se mordió el labio, divertida, pero aún con una chispa de preocupación en sus ojos.
—¿Cuándo vas a dejar de patrullar tan tarde?—Le preguntó, esta vez con tono más suave, casi suplicante. Miles se quedó en silencio por un segundo, como si estuviera sopesando su respuesta.
—Cuando el mundo deje de ser un desastre—Dijo con un suspiro—Pero mientras tanto, siempre te prometo que estaré aquí. Te lo prometo.
T/N, sin pensarlo mucho más, lo abrazó fuerte, escondiendo su rostro en su pecho, como buscando consuelo en la cercanía de él. Miles la rodeó con sus brazos, sintiendo el peso de la vida que llevaba, pero también el alivio de tenerla cerca, de saber que ella lo entendía y lo apoyaba a pesar de todo.
—Te amo, Miles—Susurró ella.
Èl con la voz grave—Yo también te amo, T/N. Siempre.
La lluvia siguió cayendo afuera, pero dentro de ese pequeño apartamento, la tormenta parecía haberse calmado. En ese momento, todo lo demás quedó fuera. Solo importaba el uno al otro.
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