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Miles Morales 42

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En el pequeño y acogedor apartamento de la ciudad, la luz tenue de la lámpara junto a la ventana iluminaba suavemente la habitación. La ventana estaba parcialmente abierta, dejando entrar una fresca brisa nocturna que movía las cortinas con delicadeza. Era una noche tranquila, sin ruidos que interrumpieran el sonido relajante de la ciudad que seguía su curso desde abajo.

Miles Morales, se encontraba en la cama con T/N, su novia. Ambos estaban recostados, pero la atmósfera en la habitación estaba cargada de una mezcla de calidez y complicidad. Aunque la oscuridad fuera su escenario habitual de acción, en ese momento, la paz reinaba en su pequeña burbuja.

T/N, recostada cerca de él, observaba atentamente su rostro. Miles, siempre tan serio y directo, se mantenía tranquilo, como si nada más importara en ese preciso instante. Pero en sus ojos brillaba algo que T/N conocía muy bien: la suavidad que solo mostraba a las personas que realmente le importaban. Mientras Miles tenía sus manos firmemente colocadas en la cintura de su novia, como si la estuviera sosteniendo en su lugar en ese espacio que compartían, ella comenzó a contar, con la misma paciencia que siempre mostraba, las pecas que cubrían sus mejillas.

Las pequeñas manchas en la piel de Miles eran como un mapa de historias no contadas, algo que él solía considerar irrelevante. Pero para T/N, cada una de esas pecas era un pequeño detalle que la conectaba más con él. Con un dedo suave, empezó a recorrer el contorno de sus mejillas, notando cada una de esas pequeñas marcas.


— Una, dos... tres... —Murmuró ella, con una sonrisa en los labios. Cada número salía con una suavidad casi hipnótica.


Miles, que en otros momentos habría respondido con sarcasmo o una broma irónica, solo la miraba. Una leve sonrisa, casi imperceptible, se formó en su rostro. No pudo evitarlo. Él adoraba esos momentos. A pesar de la fachada seria y algo distante que mostraba al mundo, en esos instantes de tranquilidad junto a T/N, podía ser simplemente él mismo.

T/N siguió contando, concentrada en el juego, mientras las yemas de sus dedos trazaban caminos invisibles sobre la piel de Miles. Él mantenía su mirada fija en ella, fascinado por su paciencia y la forma en que se entregaba a esos pequeños gestos. La sonrisa que había surgido se había vuelto más amplia, sin darse cuenta, sus labios se curvaban con un cariño profundo, ese cariño que solo mostraba en su intimidad.


— Ya casi... —Susurró T/N, como si se tratara de un acto tan sencillo pero tan íntimo, como si estuviera revelando un secreto.


Miles, sin poder evitarlo, dejó escapar una ligera risa, una risa suave, sincera, algo que no había mostrado con nadie más. No se trataba de una broma ni de sarcasmo, era solo la gratitud por compartir ese momento con ella, alguien que lo veía más allá del chico serio que todos conocían.

— No es justo... —Dijo Miles, con una ligera sonrisa que dejaba ver lo mucho que la adoraba— ¿Por qué me haces sentir tan raro?


T/N levantó la vista hacia él, encontrándose con esos ojos oscuros que reflejaban algo que rara vez mostraba. Ella simplemente sonrió, sin decir nada, disfrutando de la conexión silenciosa que compartían. La atmósfera estaba cargada de una paz que parecía tan ajena a las aventuras que él solía vivir, pero tan natural en su momento con ella.


— Es porque te quiero —Respondió T/N, sin pensarlo, como si esas palabras fueran las más sencillas del mundo.


Miles se quedó en silencio por un momento, no porque no supiera qué responder, sino porque las palabras de T/N le llegaban de una forma que nunca antes había experimentado. A menudo, su vida estaba llena de luchas, de decisiones difíciles, de problemas que no podía evitar. Pero con ella, todo eso parecía desvanecerse. En ese momento, solo importaban ellos dos.

T/N continuó recorriendo las pecas de su rostro con una suavidad que rozaba lo mágico. Él la miró, casi como si estuviera grabando ese momento en su memoria. Sabía que tenía que proteger lo que amaba, que el mundo podía ser oscuro y caótico, pero con ella, podía encontrar algo de luz.

Finalmente, cuando ella terminó de contar las pecas, ambos permanecieron en silencio, sin necesidad de palabras. Miles estaba completamente relajado, algo que solo sucedía cuando estaba junto a T/N. No necesitaban hablar más, pues ya se entendían en esos pequeños gestos.


— Ahora cuéntame las tuyas —Le pidió él, rompiendo el silencio de una manera que sonaba más sincera que su usual sarcasmo.


T/N sonrió, pero antes de responder, se acercó más a él, acariciando suavemente su rostro. "Tal vez un día" Pensó. Por ahora, la paz y la conexión que compartían en ese pequeño rincón de su mundo era más que suficiente.

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