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Miles Morales 42
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La tarde en Nueva York era cálida, pero la ciudad seguía vibrante con su ritmo incesante. T/n se encontraba en la escuela, rodeada de su grupo de amigas, pero su mente estaba lejos de los murmullos de la conversación. Estaba pensando en él, en Miles Morales. La verdad era que ella siempre se sentía un poco fuera de lugar en su entorno, un tanto tímida, especialmente cuando se trataba de mostrar sus sentimientos, pero Miles siempre había sido diferente. A pesar de su actitud fría, seria y, a veces, intimidante, había algo en él que la hacía sentirse comprendida, aceptada y... especial.
Hoy, T/n había decidido probar algo diferente. Siempre había tenido una pasión por los estilos "Coquette", un look dulce pero con un toque de provocación. Hoy, su outfit estaba cuidadosamente elegido, llevaba una blusa de manga larga con detalles de encaje en el cuello, una falda corta que dejaba entrever sus piernas, y unos zapatos de tacón bajos que se movían con gracia cuando caminaba. Su cabello estaba recogido en un elegante moño, con algunos mechones caídos hacia su rostro, mientras que su maquillaje resaltaba sus ojos de manera sutil pero atractiva. Quería sentirse diferente, y quizás este estilo sería su oportunidad de cambiar cómo la veían.
Al final de las clases, T/n se dirigió al lugar donde sabía que Miles estaría esperándola. Él siempre era un poco reservado, su mirada fría y su actitud implacable lo hacían casi inaccesible, pero T/n sabía que, bajo esa fachada, había algo más. Miles la había observado desde lejos muchas veces, y aunque ella nunca hubiera tenido el valor de admitirlo en voz alta, le gustaba la idea de que él pudiera verla, apreciarla, incluso en su estilo más coqueto.
Cuando ella llegó, Miles ya estaba apoyado en su moto, mirando al frente con una expresión impenetrable. Su chaqueta de cuero y sus jeans ajustados parecían encajar perfectamente con su carácter serio. Cuando la vio acercarse, sus ojos se entrecerraron por un momento, como si estuviera procesando lo que veía. La forma en que ella caminaba con elegancia, los pequeños gestos que le daban un aire tan dulce, tan coqueta, hizo que algo en su pecho se apretara. Aunque no lo dijiera, Miles había notado lo mucho que T/n había cambiado en los últimos días. Su estilo, su actitud todo parecía más atrevido, pero, al mismo tiempo, de alguna manera, aún conservaba esa timidez que la hacía tan única.
T/n se detuvo frente a él, sintiendo la tensión en el aire. No sabía si debía sonreír o esconderse detrás de su timidez habitual. Sus ojos se encontraron con los de Miles, y aunque su rostro seguía siendo serio, había algo en su mirada que le transmitía una sensación de curiosidad.
—¿Te gusta lo que ves? —Preguntó T/n, un poco insegura, pero con una chispa juguetona en su voz. Aunque no era su estilo habitual, había algo en ella que se sentía segura en ese momento, algo que Miles nunca había visto en ella antes.
Miles, por su parte, no pudo evitar sonrojarse ligeramente. Había algo en su forma de hablar, en su postura, que le resultaba irresistible. Él no era un chico dado a los halagos o a las demostraciones de afecto, pero en ese momento, algo en su interior lo empujó a dar un paso más.
—Siempre te ves bien —Dijo, su voz profunda y grave, casi como si estuviera diciéndolo sin pensarlo demasiado, pero las palabras, aunque simples, estaban cargadas de un sentimiento que T/n no pudo ignorar.
Ella sonrió tímidamente, sintiendo que las palabras de Miles le tocaban el corazón. No podía evitarlo, aunque él se mostraba tan serio, su manera de mirarla, de decirle esas pequeñas cosas, la hacía sentir más viva que nunca.
—¿De verdad? —Preguntó, sus mejillas adquiriendo un tono rosado, mientras miraba hacia abajo, algo avergonzada por la atención.
Miles asintió sin apartar la vista de ella, sus ojos oscuros observando cada detalle de su rostro. Había algo fascinante en cómo ella podía ser tan dulce, tan juguetona, y al mismo tiempo tan pura. A él le encantaba esa dualidad. La forma en que T/n se presentaba al mundo era una mezcla de fragilidad y fuerza, de coquetería y de inocencia, y eso lo atraía de una manera que no sabía cómo describir.
—Te ves increíble, T/n—Esta vez, sus palabras eran más suaves, y sus ojos se suavizaron un poco al hablar, como si se estuviera abriendo, aunque a su manera.
T/n, al escuchar esas palabras, sintió un calor en su pecho, algo que la hizo sentirse tan bien consigo misma. Sin decir más, dio un paso hacia él, tocando ligeramente su brazo, un pequeño gesto que significaba mucho para ella. Quería acercarse más, pero su timidez le impedía dar el siguiente paso.
Miles, sin embargo, notó ese pequeño gesto y, en un impulso, la tomó de la mano, su mirada fija en la suya. Era un acto simple, pero cargado de emoción. No dijo nada más, pero su gesto lo dijo todo. Él también quería acercarse, quería conocerla más allá de su actitud seria y fría.
—Vamos a dar una vuelta —Sugirió Miles, su voz más suave de lo normal, mientras comenzaba a caminar hacia su moto, sin soltar su mano.
T/n lo siguió, su corazón latiendo con fuerza. Aunque Miles era un chico serio y a menudo intimidante, había algo en su interior que le decía que él también sentía lo mismo, aunque no lo expresara de la manera que ella esperaba. Esa noche, a pesar de las diferencias en sus personalidades, se sentaron juntos en su moto, disfrutando de la cercanía, del silencio que compartían, y de una conexión que, aunque no hablada, era más poderosa que cualquier palabra.
A veces, en un mundo lleno de ruidos, los gestos sencillos son los que realmente cuentan. Y para T/n, esa mano entrelazada con la suya era todo lo que necesitaba para saber que, aunque Miles pudiera ser frío y serio, había una parte de él que solo ella podía entender. Y eso, para ella, valía más que mil palabras.
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