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Miles Morales 42
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La mañana había comenzado como cualquier otra en el instituto Vision. T/n estaba sentada en su lugar habitual en la sala de clases, mirando atentamente el reloj de la pared mientras las discusiones entre los demás estudiantes comenzaban a elevarse. Como presidenta de la clase, era su responsabilidad mantener el orden. No le molestaba. De hecho, lo disfrutaba. Siempre había sido una chica estricta, determinada, con una gran capacidad de organización que la había llevado a esa posición. No había espacio para distracciones en su mente. La perfección era la meta, y ella estaba más que dispuesta a alcanzarla.
Sin embargo, lo que sí le molestaba era la presencia de Miles Morales. Él, el chico que siempre parecía estar metido en problemas y desafiando la autoridad de la escuela a cada paso. Lo odiaba. Todo en él, desde su actitud relajada hasta su increíble habilidad para evadir las reglas, le sacaba de quicio. Además, su forma de sonreír con esa ligera mueca, como si estuviera siempre listo para burlarse de ella, era una constante fuente de frustración.
Miles, por su parte, no tenía una opinión diferente sobre T/n. La chica, a pesar de ser brillante, tenía una actitud tan autoritaria que resultaba insoportable. Siempre la veía caminar por los pasillos, con su porte imponente y su mirada crítica, como si cada detalle de la vida de la escuela estuviera bajo su control. Miles no necesitaba seguir reglas, y mucho menos quería que alguien tan estricta como ella le dijera qué hacer. Se burlaba de su disciplina, la forma en que siempre tenía todo bajo control, y sobre todo, de su rígida postura moral.
Aquella mañana, las cosas se intensificaron. Los estudiantes no dejaban de hablar, y la clase estaba empezando a desbordarse de ruido. T/n, con su mirada fija, se levantó rápidamente de su asiento, golpeando el escritorio con el puño para llamar la atención.
—¡Silencio! —Dijo con voz firme, mirando a cada uno de los estudiantes que estaban distraídos—Esto no va a continuar. Si no hay orden en esta clase, habrá consecuencias. Lo que necesitamos ahora es concentración.
La mayoría de los estudiantes se callaron, pero Miles, sentado en la parte trasera, levantó una ceja, claramente burlón.
—¿Y qué vas a hacer si no lo seguimos, T/n? —Preguntó, con una sonrisa desafiante.
T/n lo miró, sintiendo cómo su enojo comenzaba a hervir. No soportaba que Miles se burlara de ella constantemente, y especialmente en ese momento. Su paciencia se estaba agotando.
—Voy a hacer lo que sea necesario para que este lugar funcione. Si tú o cualquiera no se toma en serio esto, será expulsado de la clase ¡Así que deja de hacer el payaso, Miles!
La tensión en el aire era palpable. Miles se levantó lentamente de su asiento, caminando hacia ella con una mirada de desdén.
—¿Te crees muy importante ¿Verdad? Siempre tan recta, tan perfecta... tan insoportable —Dijo, lanzando las palabras con un tono sarcástico.
T/n no se dejó intimidar. Estaba acostumbrada a los comentarios de él, pero eso no significaba que fuera a dejarlo pasar. No esta vez. Se acercó a él, su rostro a tan solo unos centímetros del de él.
—Escúchame bien, Miles —Le dijo con firmeza— No eres tan inteligente como piensas. Esto no es un juego. Aquí las reglas las pongo yo.
Miles la miró a los ojos, su respiración se hizo más profunda, y la conexión entre los dos parecía cargada de energía. Algo en su actitud había cambiado. Ya no era solo una pelea verbal, ahora había una tensión palpable entre ellos, un roce de emociones que ninguno de los dos sabía cómo manejar.
De repente, sin previo aviso, Miles levantó su mano y, en un acto impulsivo, la colocó suavemente sobre la mejilla de T/n, haciendo que ella se detuviera en seco. Fue un gesto inesperado, que hizo que el ambiente en la habitación se tornara más denso.
—¿Qué haces? —Preguntó T/n, sus ojos amplios por la sorpresa.
Antes de que pudiera reaccionar, Miles la atrajo hacia él, atrapando sus labios en un beso ardiente. Fue breve, pero lo suficientemente intenso como para paralizar a T/n, quien quedó sorprendida y sin aliento. En un principio, se quedó completamente inmóvil, pero al sentir la presión de sus labios sobre los suyos, un torbellino de emociones la invadió. El odio, la frustración, la rivalidad, todo se mezcló en ese beso que parecía decir más de lo que ambos estaban dispuestos a admitir.
Cuando finalmente se separaron, ambos quedaron sin aliento, mirando el uno al otro como si acabaran de descubrir algo que ni siquiera sabían que existía. T/n no sabía cómo sentirse. Por un lado, estaba furiosa por la audacia de Miles, por la forma en que lo había hecho, pero por otro, había algo que se encendió en su interior, algo que nunca había sentido antes por él.
Miles sonrió de manera desafiante, pero había algo en su mirada que T/n no pudo ignorar.
—Eso —Dijo él con suavidad—es para callarte.
T/n lo miró, todavía en shock, pero en el fondo algo había cambiado en su corazón. Ya no podía verlo de la misma manera. Lo odiaba, lo detestaba; pero también lo quería, algo que ni ella misma entendía.
—Eres un idiota, Miles —Dijo aunque su tono estaba lleno de algo más, algo indefinido.
—Lo sé —Respondió él, sin perder la sonrisa, sabiendo que había ganado algo mucho más valioso que una simple pelea.
Y así, entre rivalidad y un beso inesperado, algo más comenzaba a surgir entre ellos, algo que ni T/n ni Miles sabían aún cómo manejar. Pero lo que sí sabían es que, de alguna manera, su historia acababa de dar un giro que ninguno de los dos podría olvidar.
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