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Miles Morales 42
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Era una tarde cálida en Brooklyn, y el sol comenzaba a bajar, pintando el cielo con tonos anaranjados y rosados. En un gimnasio comunitario, el sonido de golpes resonaba en el aire, acompañado por el ocasional chirrido de las cuerdas de los sacos de boxeo. Miles Morales, vestido con unos shorts deportivos negros y una camiseta sin mangas gris que abrazaba su torso, estaba concentrado en su entrenamiento.
Sus manos, protegidas por guantes de boxeo negros, lanzaban golpes precisos y rítmicos contra el saco que se balanceaba bajo el impacto. Cada vez que sus puños conectaban, sus pectorales y brazos se tensaban, resaltando la definición de sus músculos. Pequeñas gotas de sudor corrían por su frente, bajando por su cuello y desapareciendo en el borde de su camiseta.
T/N, que había llegado al gimnasio a buscarlo, se detuvo al verlo. No esperaba encontrarlo así, completamente inmerso en su rutina, con un enfoque tan intenso que parecía que el mundo a su alrededor no existía.
Desde donde estaba, T/N pudo ver cómo las dos trenzas que Miles llevaba hoy se movían al ritmo de sus golpes, balanceándose con cada giro y movimiento. Su cabello estaba recogido con precisión, pero algunos mechones cortos se escapaban, pegándose a su piel debido al sudor.
Era imposible no notarlo la forma en que sus músculos trabajaban en perfecta armonía, cómo su respiración era pesada pero controlada, y ese brillo en sus ojos marrones oscuros que delataba su determinación. T/N sintió un leve calor subirle a las mejillas, y no era por la temperatura del gimnasio.
"Wow..." Pensó, sin poder apartar la mirada.
Miles dio un último golpe al saco, uno tan fuerte que el sonido del impacto hizo eco por la sala. Se quedó quieto un momento, recuperando el aliento, sus hombros subiendo y bajando con cada respiración. Fue entonces cuando sus ojos se encontraron con los de T/N.
Una sonrisa lenta y confiada apareció en el rostro de Miles.
—¿Te gusta lo que ves, ma? —Preguntó, quitándose los guantes y dejándolos caer sobre un banco cercano.
T/N cruzó los brazos, intentando mantener la compostura, aunque por dentro estaba claramente afectada por la vista frente a ella.
—No está mal... —Respondió con un tono juguetón, caminando hacia él—Pero creo que podrías mejorar.
Miles levantó una ceja, divertido.
—¿Mejorar? —Repitió, inclinándose ligeramente hacia ella—¿En serio?
—Sí —Contestó, acercándose aún más. Ahora podía oler el leve aroma de su sudor mezclado con el jabón que usaba, una combinación que, extrañamente, le resultaba más atractiva de lo que quería admitir—Tal vez necesites un entrenador... alguien que te haga trabajar más duro.
Miles se rió entre dientes, ese sonido grave que hacía que el corazón de T/N latiera un poco más rápido.
—Oh, ¿Quieres ser mi entrenadora ahora? —Preguntó, quitándose la camiseta con un movimiento rápido y limpiándose el sudor del rostro con ella.
T/N tuvo que luchar para no dejar que sus ojos se quedaran pegados al torso descubierto de Miles. Su piel bronceada brillaba por el sudor, y cada músculo parecía esculpido con precisión. Las líneas definidas de su abdomen bajaban hasta perderse en el borde de sus shorts, y por un momento, T/N se sintió como si el aire en el gimnasio se hubiera vuelto más denso.
—¿Qué pasa, ma? ¿Te quedaste sin palabras? —Bromeó Miles, acercándose un poco más, con esa mezcla de confianza y picardía que siempre la hacía temblar.
T/n respiró hondo, recomponiéndose.
—Solo estaba pensando... que tal vez deberías tomar un descanso. Te ves como si estuvieras trabajando demasiado duro.
Miles dio un paso más, acorralándola suavemente contra la pared. Su cuerpo aún irradiaba calor, y su mirada intensa estaba fija en ella.
—¿Preocupada por mí? —Preguntó, inclinando la cabeza con una sonrisa ladeada—Eso es lindo, pero estoy bien. Aunque... si necesitas que tome un descanso, tal vez puedas convencerme.
T/n levantó la barbilla, decidida a no dejarse intimidar.
—¿Convencerte? ¿Cómo se supone que haga eso?
Miles se inclinó aún más, su rostro a solo unos centímetros del de ella.
—No lo sé, T/N. Eres bastante creativa, estoy seguro de que se te ocurrirá algo.
Ella soltó una risa suave, aunque su corazón estaba acelerado. Se inclinó hacia él, dejando que su rostro se acercara aún más.
—Tal vez... —Susurró, manteniendo el contacto visual—Pero no lo haré tan fácil para ti.
Antes de que Miles pudiera responder, T/N deslizó su dedo índice por el centro de su pecho, trazando una línea desde su cuello hasta su abdomen. Él se tensó levemente bajo su toque, sorprendido pero claramente disfrutando del juego.
—Eres peligrosa ¿Sabes? —Dijo Miles con una sonrisa que mezclaba admiración y diversión.
—Y tú también —Respondió ella, alejándose un poco con una sonrisa traviesa.
Miles la observó mientras se apartaba, y no pudo evitar reír entre dientes, sacudiendo la cabeza.
—Sabes que esto no ha terminado ¿Verdad? —La llamó, viéndola dirigirse hacia la salida del gimnasio.
T/N se giró ligeramente, mirándolo por encima del hombro con una sonrisa coqueta.
—Lo sé. Pero tendrás que atraparme primero.
Miles se quedó mirándola, su corazón latiendo con fuerza. No importaba cuántas veces estuviera con T/N, siempre lograba sorprenderlo, mantenerlo alerta, y, sobre todo, hacerlo caer aún más profundamente por ella.
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