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Miles Morales 42

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El aula estaba tranquila esa mañana, las luces fluorescentes parpadeando ligeramente, y el murmullo de los estudiantes reduciéndose mientras todos se acomodaban en sus asientos, listos para una nueva clase. T/N estaba en su lugar habitual, en la segunda fila, justo en el centro. Había llegado temprano, como siempre, para evitar el bullicio. Con su mochila a un lado y un cuaderno abierto frente a ella, se preparaba para tomar notas mientras esperaba al profesor.

El ambiente era relajado, pero no por mucho tiempo. El salón empezó a llenarse poco a poco, y como era costumbre, T/N observaba a sus compañeros, pensando en cosas triviales, como lo que haría después de la clase o lo que podría cenar esa noche. De repente, una sombra cubrió toda su visión. La luz de la ventana desapareció momentáneamente, y algo-o más bien alguien-se interpuso entre ella y el resto de la clase.

T/N alzó la mirada, sin realmente esperar lo que iba a encontrar. Pero cuando sus ojos se encontraron con la figura que bloqueaba su campo de visión, se detuvo por un segundo. El chico frente a ella no era desconocido, aunque jamás se había detenido a hablar con él.

Era Miles Morales, y su presencia se sentía aún antes de que dijera una palabra. Él era ese chico reservado, de mirada fría y cuerpo encorvado en las sombras, con su ropa negra y sus trenzas características que siempre caían sobre sus hombros. Nadie en el salón parecía atreverse a hablar con él, y si alguien lo hacía, su respuesta rara vez era más que una frase corta y sarcástica. Pero en ese momento, Miles no era solo una figura en la periferia de su vida; estaba justo allí, frente a ella.


— Estás en mi asiento—Su voz grave y firme rompió el silencio de la clase.


T/N levantó una ceja, un poco sorprendida, aunque más curiosa que molesta. Miles estaba de pie frente a ella, sus trenzas cayendo sobre su rostro mientras lo observaba con una expresión tan desinteresada que casi parecía molesto, aunque por la forma en que lo decía, no parecía ser por ella en particular.

T/N se quedó mirándolo unos segundos, completamente confundida, hasta que finalmente la idea comenzó a aterrizar en su mente "Claro" Había olvidado por completo que ese asiento estaba asignado para él. Miles nunca había sido particularmente obvio con sus hábitos, pero ahora que lo pensaba, siempre llegaba a la clase tarde y se sentaba en su lugar como si fuera la cosa más natural del mundo. Quizás esta vez había llegado temprano.


— Vaya, perdón, no me di cuenta—Respondió T/N, intentando recuperar la compostura. Un pequeño sonrojo apareció en sus mejillas, pero rápidamente lo ignoró. 


Lo cierto era que, aunque Miles era un compañero de clase, apenas había interactuado con él. Era el tipo de persona que pasaba desapercibida para muchos, y en sus interacciones, casi siempre se mantenía alejado.


—No es nada personal—Añadió Miles, con un tono que parecía casi aburrido, como si estuviera diciendo algo tan obvio que ni él mismo lo notara—Solo... sabes, no me gusta que invadan mi espacio.


T/N levantó las manos en señal de disculpa y rápidamente se levantó de su asiento para cederle el espacio. Mientras lo hacía, no pudo evitar observar su rostro más de cerca. Miles Morales. Ese chico callado y misterioso, cuya presencia siempre parecía llenar el cuarto sin que nadie tuviera que decir una palabra. No era el tipo de persona que se acercaba fácilmente a los demás, pero siempre parecía tener esa aura que atraía miradas. Y T/N no podía evitar sentirse intrigada, aunque nunca se hubiera atrevido a hablarle más allá de lo necesario.

Miles no se sentó inmediatamente. En cambio, permaneció de pie por un momento, observando su nuevo asiento antes de mirarla nuevamente, esta vez fijando sus ojos en los de ella. T/N intentó mantener la calma, pero había algo en la forma en que él la miraba que hacía que su estómago se apretara, aunque no sabía exactamente por qué.


— ¿Sabes? Es raro verte tan callada—Dijo Miles, un destello de sarcasmo en su tono, pero no había malicia en su voz—Normalmente, hablas un montón.


T/N frunció el ceño, sorprendida por su observación. No era un secreto que ella era bastante efusiva y habladora, pero la forma en que Miles había notado algo tan insignificante la hizo sentir no incómoda, sino más bien vulnerable.


— ¿Yo?—Respondió T/N, con una sonrisa un poco nerviosa, tratando de aligerar el ambiente. — ¿De verdad te has dado cuenta de eso?


Miles la miró de reojo, su expresión implacable, pero había algo en su mirada que no pudo identificar. A veces, ella sentía que en esos breves momentos, Miles lograba ver más de lo que los demás podían ver en ella. Algo que ni siquiera ella misma entendía del todo.


— Claro. ¿Quién no se daría cuenta de alguien que habla tanto?—Respondió con una sonrisa torcida, casi despectiva, pero con un toque de simpatía que hizo que T/N se sintiera más relajada, aunque seguía sin comprender del todo el porqué de su tono.


El profesor finalmente entró al aula, y Miles, sin decir una palabra más, se sentó en su asiento, dejándola en silencio por un momento. T/N, por otro lado, no podía evitar mirar de vez en cuando hacia su dirección. ¿Qué era eso? ¿Por qué, de repente, Miles parecía tan cercano? La verdad es que había algo diferente en él hoy. Algo que hacía que se sintiera extraña, pero también un poco intrigada.

La clase comenzó, y aunque T/N intentó concentrarse, su mente seguía divagando. Miles estaba allí, observando el pizarrón, completamente inmerso en la clase, pero cada vez que ella miraba hacia él, sus ojos se encontraban con los suyos.

Era como si, de alguna manera, él siempre estuviera al tanto de su presencia, como si nunca pudiera escapar de su mirada. Y lo peor, o lo mejor, dependiendo de cómo lo viera, es que T/N no quería escapar. Algo en la conexión que compartían, aunque fugaz, la hacía sentirse más viva, más  conectada.

La clase terminó y, como siempre, los estudiantes comenzaron a levantarse, empacando sus cosas y saliendo del aula. Pero en lugar de irse rápidamente como los demás, T/N se encontró buscando a Miles entre la multitud. No estaba segura de por qué, pero algo le decía que había más detrás de su actitud distante, algo que le interesaba explorar.

Fue entonces cuando, al pasar por su escritorio, Miles la miró de nuevo, sus trenzas moviéndose ligeramente mientras lo hacía.


— ¿Nos vemos después?—Dijo Miles con voz baja, sin la seriedad de antes, pero sin la ligereza habitual de los chicos de su clase. Había algo en su mirada que sugería algo más.

T/N parpadeó, sorprendida—¿Después de qué?—Preguntó, claramente sin saber a qué se refería.


Él se encogió de hombros, como si nada.


— ¿Qué sé yo? Tal vez de... hablar, o hacer algo... diferente.


En ese instante, T/N comprendió. Miles, el chico callado, el que parecía no importarle nada, estaba invitándola a algo más.

Y, aunque no sabía qué exactamente, T/N no pudo evitar sonreír. Había algo en la forma en que él la miraba, algo en su actitud, que la hacía sentir como si estuvieran conectados de una manera sutil pero profunda. La historia de Miles no solo era de sombras y silencios, sino también de momentos compartidos entre aquellos dispuestos a ver más allá.


— Claro—Dijo T/N con una sonrisa, su corazón latiendo un poco más rápido de lo normal—Tal vez después.


...


Era una tarde como cualquier otra, un día normal de clase, cuando T/N recibió un mensaje que la hizo detenerse un momento. Era de Miles, y aunque no era algo fuera de lo común recibir un mensaje en ese contexto, este era diferente.


"¿Sigues en la biblioteca?"


El mensaje era breve, pero tenía un tono que la hizo levantar una ceja ¿De qué estaba hablando? T/N miró alrededor, como si las palabras de Miles pudieran darle una pista más clara de lo que quería decir ¿Cómo sabía que ella estaba allí?


Respondiendo con un toque de sarcasmo, que era más un reflejo que una estrategia, escribió: "¿Cómo sabes que estoy en la biblioteca?"

A los pocos minutos, la respuesta de Miles llegó. "Porque siempre estás ahí después de clases."


T/N frunció el ceño. De alguna manera, parecía como si Miles estuviera más pendiente de lo que hacía de lo que había admitido. Algo que, hasta ese momento, había estado demasiado atrapada en sus propios pensamientos como para notar.


"Bien, entonces, ¿Qué quieres?" Respondió, más curiosa que molesta.

"Nada. Solo quiero ver si quieres hablar."


Eso la detuvo. T/N no podía evitar sonrojarse un poco, aunque no estaba segura de por qué. Había algo en la manera en que él decía las cosas que parecía tan casual, pero al mismo tiempo tan sincero. No era como cualquier otro mensaje. "¿Hablar?" ¿Acaso Miles Morales, el chico que se mantenía al margen de todos, estaba sugiriendo hablar?


"¿Sobre qué?" T/N escribió, casi esperando una respuesta sarcástica, algo que le hiciera sentir que había interpretado mal las cosas. Pero no. La respuesta fue directa, sin adornos.

"No lo sé. Solo hablar."


Finalmente, T/N decidió que era mejor averiguarlo en persona. Se levantó, guardó sus cosas y salió en dirección a la biblioteca. Mientras caminaba por los pasillos, sus pensamientos eran una mezcla de ansiedad y emoción. ¿Qué quería Miles? Sabía que, aunque el chico era un enigma para la mayoría de las personas, en ese momento, él la estaba invitando a descubrir una parte de su mundo que ella nunca había explorado.

Al llegar a la biblioteca, T/N se dirigió rápidamente a la mesa donde normalmente estudiaba, y allí lo vio, sentado en la esquina, con sus trenzas cayendo sobre su rostro. Miles estaba mirando un libro, pero no parecía estar realmente leyendo; sus ojos se movían, pero su mente estaba claramente en otro lugar. Cuando vio a T/N acercarse, levantó la mirada. Esa mirada familiar, implacable, como si estuviera analizando todo lo que la rodeaba, se encontró con los ojos de ella.


— ¿Te sorprendí? —Dijo Miles, su voz grave como siempre, pero con una ligera sonrisa que, por primera vez, T/N percibió como genuina, no la típica sonrisa torcida de sarcasmo que solía ofrecer.


T/N se sentó frente a él, un poco nerviosa, pero sin poder evitar que una sonrisa tímida se formara en sus labios.


— No, solo no sabía qué esperar—Respondió, su tono más relajado de lo que se habría imaginado.

— No soy tan impredecible —Dijo Miles encogiéndose de hombros, pero sin apartar la mirada de ella. Parecía como si estuviera midiendo cada palabra, cada gesto, tal vez esperando que ella hablara primero, como si estuviera tanteando el terreno.

— Eso no lo diría tan seguro—Dijo T/N, sonriendo un poco más mientras se acomodaba en la silla. Le sorprendió lo fácil que era hablar con él. Tal vez porque no había presiones, tal vez porque él tampoco parecía estar buscando algo en particular.


Un silencio cómodo se extendió entre ellos por un momento. Miles no parecía incomodado por la pausa, y T/N tampoco lo estaba. En cambio, T/N comenzó a sentirse como si realmente estuvieran compartiendo algo genuino, sin pretensiones.

Finalmente, Miles rompió el silencio.


—No soy bueno con esto de las conversaciones... pero, sé que tienes una gran boca.


T/N soltó una risa nerviosa, sacudiendo la cabeza.


— ¿Eso es todo lo que quieres decir?—Preguntó, un poco divertida por la forma en que él lo había dicho.

— No, en realidad... No te voy a mentir, me gustas.


El corazón de T/N dio un vuelco en su pecho, y sus palabras se atoraron en su garganta. Miles no parecía estar jugando, ni parecía estar bromeando. Estaba siendo directo, y por alguna razón, eso la desconcertaba más que cualquier sarcasmo.


— ¿Te gustó cómo hablé antes? —Preguntó T/N, sintiendo que el aire entre ellos se volvía pesado, cargado de una tensión que no estaba segura de cómo manejar.


Miles, sin perder su actitud seria, dejó escapar una sonrisa pequeña pero real.


— No hablo mucho con las chicas. Pero tú eres diferente. Te das cuenta de cosas que la mayoría no ve—Dijo mirando a T/N con una intensidad que hizo que su corazón latiera más rápido.


T/N sintió un calor recorrer su rostro, no por vergüenza, sino por la forma en que Miles la estaba viendo. Como si realmente la estuviera viendo. Era un tipo de mirada que ella no había visto en mucho tiempo, si es que alguna vez la había visto en alguien más. Y en ese instante, sintió que había algo entre ellos que iba más allá de las palabras.


— Tú también eres diferente, Miles—Respondió T/N, en voz baja, casi en un susurro.


Las palabras colgaron en el aire entre ellos, y aunque ninguno de los dos las dijo, ambos sabían que esa tarde había marcado un cambio. No era solo una conversación casual. Había algo más profundo que se estaba construyendo, algo que podría ser tan fugaz como la sombra de la noche o tan duradero como la luz del sol.

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