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Miles Morales 42
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La noche era un lienzo oscuro tachonado de luces. El aire vibraba con tensión, y el sonido de pasos rápidos resonaba en el callejón trasero de un laboratorio de alta tecnología. El Merodeador y Black Cat habían llegado al lugar casi al mismo tiempo, cada uno tras el rastro de un grupo de hombres que intentaban robar un prototipo revolucionario.
—¿Sigues mis pasos o es solo una feliz coincidencia? —Preguntó Black Cat, su voz cargada de sarcasmo mientras ajustaba sus guantes plateados. Sus ojos verdes brillaban bajo la máscara, reflejando el desafío que sentía al estar tan cerca del Merodeador.
Él la miró de reojo, con esa sonrisa burlona que nunca se borraba de su rostro.
—No me hagas reír, T/N. Sabes que este es mi territorio. Aunque admito que no me molesta tener algo bonito que mirar mientras trabajo.
Black Cat rodó los ojos, aunque no pudo evitar sonreír. Pero cualquier respuesta que pudiera darle fue interrumpida por un estruendo en la parte trasera del edificio. Los ladrones habían activado la alarma.
—Parece que nos toca trabajar juntos, héroe —Dijo ella, sacando una herramienta afilada de su cinturón.
—Antihéroe, gracias —Corrigió el Merodeador mientras desenfundaba sus garras eléctricas—Y no es como si tuvieras otra opción.
Los dos avanzaron en sincronía hacia el interior del edificio, una mezcla perfecta de agilidad y sigilo. El Merodeador se movía como un depredador, cada paso preciso y letal, mientras que Black Cat deslizaba su cuerpo con la gracia de una bailarina, sus movimientos silenciosos como un susurro en la oscuridad.
Cuando encontraron a los hombres, estos ya habían asegurado el prototipo, un dispositivo brillante con tubos fluorescentes que parecían contener energía pura. Eran seis en total, bien armados y claramente profesionales.
—¿Quién se lleva más? —Susurró T/N, una chispa juguetona en su voz.
—El que pierda paga la cena —Respondió él sin vacilar.
Sin esperar una respuesta, ambos se lanzaron al ataque.
La pelea fue un caos elegante. El Merodeador se movía con precisión letal, desarmando a los hombres con rápidos movimientos de sus garras. Black Cat, por su parte, usaba su látigo plateado para desviar ataques y derribar a sus oponentes con una sonrisa juguetona en los labios. Cada golpe, cada giro, estaba cargado de una energía vibrante, casi palpable.
En medio de la batalla, un ladrón más grande de lo normal se abalanzó sobre T/N. Antes de que pudiera reaccionar, el Merodeador apareció detrás de él, atrapándolo con un lazo eléctrico y derribándolo con facilidad.
—Siempre salvándote el día —Dijo él, con un toque de burla, mientras le tendía la mano para ayudarla a levantarse.
—Solo porque no quiero arruinarme las uñas —Respondió ella, levantándose con gracia, aunque sus mejillas mostraban un leve rubor.
Cuando solo quedaban dos hombres, uno de ellos intentó escapar con el prototipo. Black Cat y el Merodeador se lanzaron al unísono, atrapándolo antes de que pudiera cruzar la puerta. Pero en el forcejeo, cayeron juntos, el dispositivo asegurado entre ellos mientras los hombres restantes huían al darse cuenta de que no tenían oportunidad.
El silencio se instaló de repente. El Merodeador y Black Cat estaban tirados en el suelo, sus cuerpos prácticamente entrelazados. T/N estaba encima de él, sus rodillas a ambos lados de su cintura, mientras el prototipo descansaba entre sus manos.
—Vaya posición comprometedora —Dijo ella, aunque su voz carecía de la seguridad habitual. Sus ojos verdes se encontraron con los de él, y por un momento, el mundo exterior desapareció.
—Podrías levantarte —Sugirió el Merodeador, aunque su tono no mostraba prisa alguna.
T/N no se movió. En cambio, sus labios se curvaron en una sonrisa lenta, y la tensión en el aire entre ellos se hizo insoportable.
—O podríamos quedarnos así un poco más —Murmuró, inclinándose hacia él.
El Merodeador la miró, su corazón latiendo con fuerza. Había algo en ella, algo que siempre lo había atraído como un imán, y en ese momento, no pudo resistir más.
—¿Sabes una cosa? —Dijo él, su voz un susurro bajo—Nunca pensé que me enamoraría de una ladrona.
T/N abrió la boca para responder, pero él no le dio tiempo. Sus labios se encontraron en un beso intenso, cargado de todo el deseo y la frustración acumulados en sus encuentros anteriores. Fue un beso que quemó, que desbordó todo lo que no se habían dicho.
Ella respondió con igual pasión, sus manos subiendo para enredarse en su cuello mientras el prototipo caía olvidado al suelo. La pelea, los ladrones, todo lo demás se desvaneció. Solo existían ellos dos, enredados en ese momento de completa rendición.
Cuando finalmente se separaron, sus respiraciones eran rápidas, sus miradas llenas de algo nuevo, algo que no podían ignorar.
—Esto cambia las cosas —Dijo T/N, su voz más suave de lo habitual.
—Para mejor, espero —Respondió el Merodeador, sin soltarla.
Ella no respondió, pero la sonrisa en sus labios lo decía todo.
Esa noche, entre la adrenalina y el deseo, algo había cambiado entre ellos. Ya no eran solo un antihéroe y una ladrona. Eran algo más. Algo peligroso, algo inevitable.
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