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Miles Morales 42

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La tarde caía lentamente sobre la ciudad,  el sol comenzaba a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonalidades anaranjadas y rosas. La habitación de T/N estaba tranquila, con una luz cálida que se filtraba a través de las cortinas, iluminando suavemente el lugar. El ambiente estaba lleno de una calma que solo se podía disfrutar en momentos como ese, cuando no había prisas ni preocupaciones.

T/N estaba sentada en su cama, rodeada de pequeños frascos de esmalte, algunos de colores vibrantes y otros más neutros. Había estado practicando durante semanas para obtener su certificado de manicura, y hoy estaba decidida a seguir perfeccionando su técnica. Pero había un pequeño detalle: no tenía a nadie más con quien practicar que a Miles.

Miles Morales, el chico que siempre andaba envuelto en una aura de misterio y rudeza, estaba sentado en la silla cerca de la ventana, mirando por ella sin prestar mucha atención a lo que sucedía a su alrededor. Como siempre, su actitud de chico malo lo rodeaba, pero T/N conocía un lado de él que solo ella veía, el lado más suave y vulnerable.


—Oye Miles —Dijo T/N con su tono habitual, dulce pero cargado de una persuasión silenciosa— Necesito tu ayuda.


Miles giró lentamente la cabeza hacia ella, su mirada llena de curiosidad, pero también con una ligera mueca de desconfianza.


—¿Qué quieres ahora, T/N? —Preguntó, levantando una ceja.


T/N sonrió con malicia, claramente sabiendo que Miles nunca podía resistirse a sus peticiones.


—Es solo que... —Comenzó, mientras tomaba un pequeño frasco de esmalte morado brillante— Necesito practicar mis habilidades de manicura. Y tú tienes unas manos perfectas para ello.


Miles frunció el ceño, como si la idea le causara incomodidad.


—No tengo tiempo para eso, T/N —Respondió con desdén, mirando sus manos como si fueran un problema—Además, no me interesa que me pintes las uñas.


T/N se acercó a él con una sonrisa traviesa, claramente sin la intención de rendirse.


—Vamos, Miles. Es solo por unos minutos. Además, necesito a alguien con quien practicar para mis cursos. Si me dejas, podrías ser el primero en tener unas manos... más... presentables —Dijo guiñándole un ojo y con una risita juguetona.


Miles la miró en silencio durante unos segundos, sin poder evitar la sensación de que era imposible decirle que no. T/N tenía esa habilidad especial de hacer que cualquier cosa pareciera una buena idea, incluso las más ridículas.


—No te prometo nada —Dijo suspirando, pero cediendo finalmente. Se levantó y se acercó a la cama, dejando escapar un último murmullo—Pero no quiero que me hagas un desastre.


T/N se acomodó en el suelo frente a él, tomando cuidadosamente sus manos y comenzando a prepararlas. Miles intentó mantener una postura estoica, pero algo en la sensación de tener a T/N tan cerca de él lo hacía sentirse extraño.


—Solo relájate ¿Vale? —Le dijo T/N con tono suave, mientras comenzaba a limpiar las cutículas de sus dedos—No voy a hacer nada que te lastime.


Miles, por otro lado, frunció el ceño cuando ella comenzó a trabajar en las cutículas, arrancando los pequeños trozos de piel seca alrededor de sus uñas. La sensación no era dolorosa, pero no estaba acostumbrado a que alguien tocara sus manos de esa manera.


—Ay T/N —Se quejó, apartando la mano un poco—¿No puedes hacer esto de una manera menos... incómoda?


T/N lo miró con una mezcla de diversión y frustración.


—¡Aguanta Miles! —Dijo con tono firme, levantando una ceja—Si no te tomas esto en serio, voy a tener que regañarte.


Miles soltó un suspiro, claramente no disfrutando la experiencia. Se recostó en la silla, mirando el techo, esperando que todo terminara lo más rápido posible; pero T/N no se dejaba intimidar por su actitud.


—Miles ¿Has visto alguna vez tus manos? —Dijo de repente, mirándolo con una expresión que combinaba sorpresa y un toque de desaprobación. Ella tomaba sus dedos entre los suyos, observándolos detenidamente—Estás descuidando tus manos ¿Es que nunca te das cuenta de lo importante que son?


Miles giró la cabeza hacia ella, levantando una ceja.


—Mis manos están bien. No necesito que nadie me diga cómo cuidarlas —Respondió, claramente incómodo por la charla.


T/N soltó un pequeño bufido.


—¡Miles, por favor! ¿Cuántas veces tengo que decirte que no puedes andar con las uñas sucias y los pellejos como si fueras... no sé, un chico que nunca se ha preocupado por sí mismo? —Dijo su tono ahora más serio.


Miles se encogió de hombros.


—Yo soy un chico de acción, no un modelo de cuidado personal —Respondió, manteniendo su actitud despreocupada.


T/N suspiró, pero no insistió más. Continuó con su tarea, aplicando con cuidado el esmalte morado brillante en las uñas de Miles. Cuando finalmente terminó, se alejó un poco para admirar su trabajo.


—¡Y ahí está! —Exclamó con satisfacción—Ahora tienes unas manos mucho más cuidadas. Y además, el morado te queda bien.


Miles miró sus manos y no pudo evitar hacer una mueca, aunque en el fondo, tenía que admitir que el resultado no era tan malo.


—No sé si me gusta, pero... supongo que no está tan mal —Dijo, claramente renuente a admitirlo.


T/N se echó hacia atrás, sonriendo ampliamente.


—Eso es lo que pasa cuando dejas que una profesional trabaje en ti, Miles —Dijo con un tono de voz que claramente decía que había ganado esa pequeña batalla.


Miles la miró por un momento, su mirada oscura y pensativa, antes de soltar una pequeña risa.


—Eres una molestia, lo sabes ¿Verdad?

—Sí, lo sé —Respondió T/N, sin perder su sonrisa—Pero también soy tu molestia favorita.


Con eso, Miles no pudo evitar sonreír un poco, aunque todavía intentaba mantener su imagen de chico rudo. Mientras tanto, T/N lo observaba, satisfecha con el resultado, sabiendo que, de alguna manera, había hecho que las manos de Miles fueran un poco más presentables.

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