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Miles Morales 42
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En la escuela de Vision, T/n era el centro de atención. La chica con la sonrisa que podía iluminar el pasillo más oscuro y la confianza para enfrentar cualquier desafío, ya fuera académico o social. Todos la conocían y la admiraban. Su carisma era natural, como un imán que atraía miradas y suspiros. No había evento en la escuela que no contara con su presencia: capitana del equipo de porristas, organizadora de eventos y líder nata. Sin embargo, lo que nadie sabía era que detrás de esa fachada popular y perfecta, su corazón pertenecía a alguien que jamás imaginarían.
Miles Morales era todo lo contrario a ella. El chico malo que siempre caminaba con las manos en los bolsillos, con la capucha puesta, evitando conversaciones innecesarias. Su presencia era intimidante; no porque buscara serlo, sino porque parecía llevar un mundo de problemas y secretos en sus ojos oscuros. Los rumores sobre él volaban por los pasillos: que había estado en peleas callejeras, que nadie se atrevía a mirarlo mal porque sabían que él no retrocedería. Y aunque algunos murmuraban sobre su actitud, nadie se atrevía a confirmarlo. Era el enigma de Vision High, y eso lo hacía aún más intrigante.
Pero lo que nadie sabía, lo que absolutamente nadie sospechaba, era que Miles Morales y T/n compartían un secreto: estaban locamente enamorados.
...
La brisa cálida de la tarde soplaba suavemente mientras los estudiantes se dispersaban tras un largo entrenamiento en el gimnasio de la escuela. T/N caminaba hacia su casillero, aún con el traje de animadora: una falda plisada que se movía con gracia a cada paso y una camiseta ajustada que dejaba entrever su figura atlética. Su cabello recogido en una coleta alta se balanceaba despreocupadamente, mientras sostenía su mochila sobre un hombro.
No se dio cuenta de que Miles la seguía, con esa mezcla de determinación y deseo ardiendo en sus ojos oscuros. Vestía su chaqueta de cuero y jeans desgastados, el look clásico de chico malo que lo hacía irresistible. A pesar de su actitud de indiferencia hacia el resto del mundo, con T/N era diferente. Ella lo desafiaba, lo hacía sentir vivo.
Cuando llegó al pasillo vacío, T/N abrió su casillero, distraída mientras buscaba algo dentro. Fue entonces cuando Miles se movió rápidamente, acorralándola entre la fría puerta de metal y su cuerpo.
—Miles —Susurró sorprendida, aunque el tono en su voz estaba más cargado de emoción que de reproche.
Él no dijo nada. Simplemente apoyó una mano contra el casillero, cerca de su rostro, inclinándose hacia ella con un aire peligroso que le aceleró el corazón. La otra mano fue a su cintura, atrapándola en el lugar sin dejarle escapatoria.
—¿Sabes lo difícil que es mantenerme lejos de ti cuando luces así? —Dijo con la voz grave y baja, como un ronroneo.
El rubor encendió las mejillas de T/N mientras bajaba la mirada por un instante, tratando de contener su sonrisa. Pero Miles no le dio tiempo. Con una firmeza que no admitía objeciones, levantó su mentón con dos dedos, obligándola a mirarlo.
—No mires a otro lado —Susurró antes de capturar sus labios en un beso ardiente, apasionado y lleno de necesidad.
T/N se quedó inmóvil al principio, sorprendida por la intensidad. Pero pronto su corazón la guió, devolviéndole el beso con igual fervor. Sus manos se aferraron a los hombros de Miles, sintiendo la tensión de sus músculos bajo la chaqueta, mientras la presión de su cuerpo contra el suyo la hacía sentir cada latido frenético de su corazón.
El beso no fue apresurado; fue un reclamo, una promesa y un desafío. Miles mordió suavemente su labio inferior, arrancándole un suave jadeo que pareció encenderlo aún más.
—Eres peligrosa para mí, T/N —Murmuró contra sus labios antes de besarla otra vez, esta vez con una dulzura inesperada que contrastaba con su postura dominante.
Ella soltó una risa nerviosa cuando finalmente sus labios se separaron, sus frentes apoyadas una contra la otra.
—Y tú no tienes idea de lo que provocas en mí, Miles.
—Quizá lo sé —Replicó con una sonrisa traviesa mientras deslizaba su pulgar por su mejilla sonrojada—Y me encanta.
...
T/N charlaba con sus amigas en su sitio habitual, un banco cerca de la cancha principal. El aire estaba fresco y el sol brillaba, pero nada podía preparar a T/N para la sorpresa que estaba por llegar. Cuando se acercó a su asiento, algo resaltó de inmediato: un pequeño ramo de flores perfectamente envuelto con papel de seda negro y un lazo púrpura oscuro. Las flores eran su combinación favorita: rosas blancas mezcladas con girasoles vibrantes, un contraste que hacía que su corazón se acelerara al instante.
—¡Mira esto! —Exclamó una de sus amigas, señalando las flores mientras otra amiga las tomaba con cuidado.
—¿Quién habrá sido? —Preguntó otra, con los ojos brillando de curiosidad.
T/N sintió un rubor subir por sus mejillas mientras tomaba el ramo en sus manos. Entre los pétalos había una pequeña nota doblada cuidadosamente. Su corazón latía con fuerza mientras la abría, reconociendo al instante la frase escrita en una letra desordenada pero familiar:
"Siempre serás mi caos favorito."
No necesitaba más pistas. Esa frase era única, algo que Miles le susurraba cada vez que la miraba como si ella fuera lo único que importara en el mundo.
Sonrió para sí misma, abrazando las flores contra su pecho.
—¿Qué dice? —Insistieron sus amigas, llenas de curiosidad.
T/N rio suavemente, fingiendo indiferencia mientras doblaba la nota y la guardaba en el bolsillo de su falda.
—Nada importante.
Pero sus amigas no se daban por vencidas.
—¿Cómo que nada? —Preguntó una de ellas, cruzando los brazos.
—Vamos, T/N, dinos quién es. Es obvio que a alguien le gustas mucho.
Ella solo se encogió de hombros, tratando de no delatarse, pero sus ojos traicionaban la verdad, brillando con emoción.
Más tarde, al final del día, T/N encontró a Miles esperándola fuera de la escuela, apoyado contra una pared con su típica actitud relajada. Su chaqueta de cuero parecía absorber el último rayo del sol, y una sonrisa ligera jugaba en sus labios cuando la vio acercarse.
—¿Te llegaron las flores? —Preguntó sin rodeos, sus ojos oscuros fijos en los de ella.
—Sabías que lo harían —Respondió T/N con una sonrisa cómplice mientras se acercaba y lo empujaba suavemente con el hombro.
Miles se inclinó un poco hacia ella, susurrándole al oído—¿Les dijiste que soy yo?
—Claro que no —Contestó en tono juguetón— No les daré el gusto.
Él rio entre dientes, un sonido bajo y encantador que le hizo cosquillas al alma.
—Eso me gusta. Que sigamos siendo nuestro pequeño secreto.
Antes de que ella pudiera responder, Miles tomó suavemente su mano y la llevó a un rincón más apartado, donde los ojos curiosos no podían alcanzarlos. Allí, inclinándose ligeramente, le dio un beso suave, una caricia que hablaba más que mil palabras.
—Tú siempre serás mi caos favorito, T/N. Nunca lo olvides.
Y ella sabía que no lo haría, porque en cada flor, en cada frase, en cada mirada, él se aseguraba de recordárselo.
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