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Miles Morales 42

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La tarde en el apartamento de Miles estaba tranquila. La suave luz del atardecer se colaba por las cortinas delgadas, pintando la habitación con tonos cálidos. T/N estaba sentada en el sofá, hojeando una revista mientras Miles se inclinaba contra el marco de la ventana, observándola. No podía evitar sonreír al verla tan relajada, con su cabello cayendo descuidadamente sobre sus hombros y su expresión tranquila, aunque concentrada.

Miles dejó de apoyarse en la ventana y caminó hacia ella, sus pasos ligeros como si no quisiera perturbar la paz del momento. Se dejó caer junto a ella, rodeando sus hombros con un brazo.

—¿Qué lees, mami? —Preguntó en un susurro bajo, inclinándose para ver la portada.

—Nada importante. Solo moda y cosas así—Respondió ella sin mirarlo, pero con una sonrisa juguetona que Miles captó de inmediato.

Sin embargo, él no estaba interesado en la revista. Se inclinó un poco más, acercando sus labios a su cuello, dejando un beso suave justo debajo de su oído.

—¿Y qué tal algo más interesante? —Susurró con un tono bajo y seductor que hizo que la piel de T/N se erizara.

Ella dejó escapar una risita suave, apartándose un poco mientras trataba de mantener su atención en las páginas.

—Miles ¿Qué estás haciendo?

—Nada... —dijo él, aunque sus manos comenzaron a deslizarse por su cintura, atrayéndola más cerca de él en el sofá. Su perfume llenaba el aire entre ellos, y la manera en que la miraba dejaba claro que tenía más en mente.

T/N dejó la revista a un lado, girándose para enfrentarlo con una ceja arqueada. Miles solo sonrió, esa sonrisa suya que mezclaba travesura y encanto a partes iguales. Lentamente, inclinó su rostro hacia el de ella, y cuando sus labios se encontraron, el mundo pareció detenerse. El beso comenzó suave, pero pronto se volvió más apasionado, sus manos recorriendo su espalda mientras la mantenía cerca.

—Miles... —Murmuró ella entre besos, intentando recuperar el aliento. Pero él no se detuvo, dejando que sus manos exploraran su cintura mientras la inclinaba ligeramente hacia atrás.

—¿Qué pasa? —Preguntó con voz ronca, besando su mandíbula y descendiendo hacia su cuello —Estamos solos, T/N. Nadie nos va a molestar.

Ella sintió cómo el calor subía por su cuerpo, pero al mismo tiempo, una parte de ella sabía que esto no estaba bien en ese lugar, en ese momento.

—Miles, espera—Dijo, apoyando suavemente una mano en su pecho para detenerlo.

Él se detuvo de inmediato, levantando la vista para encontrarse con la suya. Su expresión era una mezcla de confusión y preocupación.

—¿Qué pasa? ¿Hice algo mal? —Preguntó, retrocediendo un poco para darle espacio.

T/N negó con la cabeza, acariciando suavemente su rostro para tranquilizarlo.

—No es eso, Miles. Es solo que... estamos en el apartamento. Aquí también vive tu mamá. No creo que sea el lugar adecuado para esto. Hay que respetar.

Miles frunció el ceño por un momento, procesando lo que ella decía. Su lado impulsivo quería insistir, pero su respeto por T/N era más fuerte. Soltó un largo suspiro y asintió, pasando una mano por su cabello trenzado.

—Tienes razón—Admitió finalmente, su voz tranquila pero cargada de afecto—No quiero que te sientas incómoda, y mucho menos faltar al respeto a mi mamá.

Ella sonrió, aliviada de que lo entendiera. Se inclinó para besar su frente, dejando claro que no era un rechazo, sino una cuestión de límites.

—Gracias por entender—Susurró.

Miles la abrazó, apoyando su barbilla en su hombro mientras la mantenía cerca.

—Siempre, mami. Pero, cuando sea el momento... —Añadió con una sonrisa traviesa—No voy a dejarte escapar.

T/N soltó una risa suave, golpeando ligeramente su pecho.

—Ya veremos, Morales. Ya veremos.

Y así, la tarde continuó, llena de risas y amor, con ambos disfrutando de la compañía del otro sin necesidad de cruzar límites.