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Miles Morales 42

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La noche se había vuelto más fría, y el aire nocturno entraba por la ventana abierta del pequeño apartamento de Miles. Ambos estaban tumbados en el sofá, casi uno encima del otro, con las luces tenues encendidas en la sala. Era un momento tranquilo, un espacio donde el ruido del mundo exterior se apagaba y solo existían ellos dos.

T/N apoyó su cabeza sobre el hombro de Miles, cerrando los ojos mientras sentía su respiración tranquila y rítmica. Miles, por su parte, tenía un brazo alrededor de ella, su mano descansando suavemente en su cintura. Se acariciaban con cariño, sin apuro, simplemente disfrutando de la proximidad física y emocional que compartían.

Ninguno de los dos habló, no hacía falta. Las palabras eran innecesarias en ese momento. Cada caricia, cada mirada era suficiente para expresar cuánto se amaban. Los ojos de T/N brillaban con una paz tranquila, y los de Miles a pesar de su característico tono serio, reflejaban un leve destello de alegría y satisfacción.

—¿Te gusta este momento? —Preguntó T/N finalmente, su voz suave como un susurro en la noche.

Miles sonrió contra su pelo, sintiendo su calor contra su piel.

—Sí—Respondió él, su tono lleno de sinceridad —Es perfecto.

Ella se acomodó un poco más cerca, sintiendo el latido tranquilo de su corazón.

—Parece que el tiempo se detiene cuando estamos así—Comentó ella, con una nota de admiración en su voz—Como si nada más importara.

Miles no respondió de inmediato. Simplemente disfrutaba de su presencia, la manera en que sus dedos se enredaban entre sí y cómo cada movimiento de ella lo tranquilizaba.

—Todo importa, T/N—Dijo al fin, sus palabras saliendo en un murmullo suave—Pero contigo, no necesito preocuparme por nada más.

T/N levantó la cabeza para encontrar sus ojos, sonriendo con ternura.

—Eres tan bueno para mí, Miles—Dijo su voz cargada de emoción—No puedo imaginar mi vida sin ti.

Miles apretó su mano contra la de ella, como si quisiera transmitirle un poco de fortaleza.

—Yo tampoco—Respondió él, su tono grave pero sincero—Nunca quiero estar lejos de ti.

Un silencio cómodo siguió, interrumpido solo por el sonido suave de sus respiraciones entrelazadas. T/N se acurrucó un poco más cerca, apoyando la mejilla contra su pecho.

—Sabes, cuando estoy contigo, todo parece más fácil—Confesó ella, su tono lleno de gratitud—Incluso cuando las cosas son difíciles, tenerte cerca hace que valga la pena.

Miles la abrazó un poco más fuerte, sintiendo que las palabras de ella resonaban con su propia verdad.

—Eso es porque tú también haces que todo sea más fácil para mí—Respondió él, su voz suave como un susurro. —Eres mi refugio, T/N. Siempre lo serás.

T/N se sonrojó, sintiendo que sus palabras eran más que suficiente. En ese momento, no necesitaban más demostraciones de amor, ni más gestos de cariño. Todo lo que necesitaban era estar juntos, mirar y sentirse. Era un sentimiento mutuo, un pacto silencioso entre ellos que les decía que todo estaría bien, mientras se cuidaran mutuamente.

—Entonces ¿Seguimos mirando así, sin decir nada? —Preguntó ella, su tono juguetón, rompiendo el silencio.

Miles sonrió, acariciando suavemente su mejilla.

—Sí—Dijo él, la mirada fija en ella—Así es como quiero recordarte. No necesitas hablar, solo mírame. Porque es todo lo que necesito saber.

Y así, en ese rincón tranquilo del mundo, continuaron acariciándose con cariño, sin dejar de mirarse, sabiendo que en cada mirada había una promesa silenciosa de amor eterno.