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Miles Morales 42
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La tarde era tranquila en el apartamento de Miles, pero la paz se rompió cuando T/N entró visiblemente agitada desde el dormitorio. Sus manos temblaban y su respiración estaba irregular, como si estuviera luchando contra una fuerza interna que no podía controlar. Miles levantó la vista de su cuaderno, notando al instante el cambio en su expresión.
—¿T/n? —Llamó él, alarmado, dejando el bolígrafo a un lado—¿Estás bien?
T/N intentó responder, pero su voz salió entrecortada y su mirada se desvió hacia cualquier cosa menos a Miles. Podía sentirlo en su pecho: una presión creciente, un nudo que no se deshacía, y de repente, todo parecía demasiado. Demasiado ruido, demasiadas personas en la fiesta, demasiadas expectativas. Y ella no sabía cómo manejarlo.
—No sé... —Logró articular finalmente, su tono un susurro angustiado—No puedo...
Miles se levantó inmediatamente, dejándola hacer una pausa mientras se acercaba a ella. La rodeó con sus brazos, tratando de calmarla sin saber exactamente qué estaba pasando.
—Respira mami—Dijo él, su voz suave pero firme—Estás aquí. Estás segura.
T/N intentó respirar hondo, pero cada inhalación parecía insuficiente. Los pensamientos corrían en su cabeza como una película rápida y no podía detenerlos. Se sentía atrapada en un torbellino de ansiedad, incapaz de encontrar su camino de vuelta a la calma.
—Todo está bien ¿Entiendes? —Miles continuó susurrando palabras tranquilizadoras mientras se acercaba más a ella, sosteniéndola con firmeza—Yo estoy aquí. Vamos a salir de aquí ¿Sí?
Pero T/N no parecía escuchar, y sus ojos se llenaron de lágrimas que se desbordaban por sus mejillas. Ella intentaba luchar contra la sensación de estar fuera de control, pero cada vez que intentaba articular algo coherente, sus palabras se enredaban en su garganta.
Miles la sostuvo más cerca, apretándola contra su pecho. La conocía lo suficiente como para saber que estos episodios de ansiedad no eran infrecuentes. Ella no siempre lo admitía, pero él siempre estaba ahí para ella cuando más lo necesitaba.
—Vamos, mami—Dijo él, su tono casi suplicante—Confía en mí. Todo estará bien. No te voy a soltar.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, T/N bajó la vista hacia sus manos, temblando débilmente. Miles esperó, manteniendo su abrazo fuerte pero tranquilo. Sabía que en estos momentos, el contacto físico y las palabras calmantes eran su única salvación.
—T/N, mira a mí—Dijo él, tomándole el mentón con suavidad, obligándola a mirarlo—Tienes todo mi apoyo. Estamos juntos en esto ¿Me escuchas?
La joven asintió débilmente, sus ojos encontrando finalmente los de Miles. Él le dedicó una sonrisa cálida y reconfortante, un ancla en medio de la tormenta que ella estaba sintiendo.
—Vamos a salir de aquí ¿Vale? —Propuso él con ternura—A un lugar tranquilo, solo tú y yo. No necesitamos estar en medio de todo esto para sentirnos bien.
T/N se secó las lágrimas, respirando un poco más calmada. Estaba agradecida por su comprensión y su apoyo inquebrantable. Aunque la ansiedad seguía martillándola por dentro, al menos sabía que no tenía que enfrentarla sola.
—Gracias Miles—Dijo finalmente, su voz todavía temblorosa—No sé qué haría sin ti.
Miles asintió, abrazándola con más fuerza.
—No necesitas saberlo. Porque yo estaré aquí, siempre—Su voz sonaba segura, como si no hubiera ninguna duda en su mente—Vamos a superar esto juntos. Siempre.
Y con esas palabras, T/N encontró un poco de alivio, sabiendo que no importaba lo que sucediera, tenía a alguien en quien confiar, alguien que siempre la vería a través de la tormenta.
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