La noche caía sobre Brooklyn, y el apartamento de Miles estaba tranquilo mientras él buscaba distraerse después de una intensa jornada como el Merodeador. T/N estaba sentada en el sofá, completamente absorta en un libro, mientras una tenue lámpara proyectaba sombras suaves sobre sus facciones. A Miles siempre le había encantado ver cómo se sumergía en sus lecturas, con un ceño ligeramente fruncido y sus ojos castaños atentos a cada palabra. Era una visión que siempre lo tranquilizaba, una escena cotidiana que le recordaba lo importante que era tener a alguien como ella a su lado.

Miles estaba sentado en una silla, un cuaderno abierto sobre sus rodillas y un bolígrafo en la mano. Desde que la conocía, había desarrollado un hábito curioso cada vez que ella se distraía, él aprovechaba para capturar ese momento en un dibujo. A veces eran bocetos rápidos, otros días eran más elaborados, pero siempre intentaba capturar su esencia.

Observó cómo T/N se sumergía en su lectura, los dedos moviéndose suavemente por las páginas, y sintió una chispa de inspiración. Con un pequeño suspiro, comenzó a esbozar rápidamente en su cuaderno. No era un artista profesional, pero sus dibujos tenían una calidad y un cariño especial que solo un enamorado podría transmitir.

Mientras avanzaba con su boceto, escuchó un pequeño murmullo desde el sofá. T/N se había dado cuenta de que él la estaba observando. Levantó la vista y lo encontró con el cuaderno en las manos, dibujando sin ninguna pretensión.

—¿Qué haces? —Preguntó, curiosa, con una sonrisa suave.

Miles levantó la cabeza, su expresión un poco avergonzada.

—Solo... dibujándote.

—¿Otra vez? —Dijo ella, riendo suavemente mientras dejaba el libro a un lado y se acercaba a él. —¿No te cansas?

Miles sacudió la cabeza, sonriendo con ternura.

—Nunca—Alargó la mano para que ella se acercara más—Me gusta verte distraída, así. Eres... tranquila, relajada. Como si todo a tu alrededor desapareciera.

T/N lo miró fijamente, sus ojos brillando con comprensión.

—Eso te inspira ¿Verdad?

—Sí—Él se encogió de hombros, como si no fuera gran cosa, pero T/N podía ver cuánto significaba para él—Es difícil explicar, pero cada línea que dibujo es como si intentara capturar un momento contigo. No quiero que se olvide.

Ella se acercó más, apoyando una mano sobre su hombro.

—¿Y si nunca cambias la forma en que te veo? —Preguntó ella, su voz suave y sincera.

Miles levantó la vista, encontrando sus ojos llenos de cariño.

—Entonces tendré suficientes dibujos para siempre.

T/N sonrió, un poco emocionada por su respuesta. Se inclinó un poco más hacia él, mirando el dibujo que él había comenzado. Era un boceto sencillo, pero lo capturaba todo su expresión pensativa, su cabello despeinado y su pose relajada.

—Es bonito, Miles—Dijo sincera—Tienes un buen ojo para los detalles.

Él bajó la vista, un poco avergonzado.

—Es porque te veo todos los días—Apretó la punta del bolígrafo contra la hoja—Es fácil cuando es lo único que quiero hacer.

T/N se inclinó hacia adelante, besándole la mejilla con suavidad antes de apartarse.

—No me extraña. Eres todo lo que veo, Miles—Su voz estaba cargada de emoción, y él no pudo evitar sonreír ante sus palabras.

Miles la miró una vez más, sus ojos brillando con gratitud. T/N siempre había sido su musa, su inspiración constante, y no podía imaginar un futuro sin ella. Mientras seguía dibujándola, sintió que cada línea y cada sombra eran una forma de expresar cuánto la amaba. Era su forma silenciosa de decir que ella siempre estaría en su corazón, en cada línea, en cada trazo.