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Miles Morales 42

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La noche prometía ser especial. T/N llevaba días planeando asistir a una fiesta que sus amigos de la escuela habían organizado. No era algo demasiado grande, pero sí una buena excusa para salir y divertirse. Miles, como siempre, había mostrado su usual desinterés por el evento. No era muy fanático de las multitudes, pero acordó acompañarla porque sabía cuánto significaba para ella.

Mientras Miles esperaba en el pequeño sofá de su apartamento, jugando distraídamente con su celular, T/N terminaba de arreglarse en el dormitorio. Había elegido un vestido rojo que rara vez se animaba a usar. Era ajustado, con un escote sutil pero que resaltaba sus curvas, y un dobladillo que apenas rozaba la mitad de sus muslos. No era algo escandaloso, pero sí lo suficiente para salir de su zona de confort.

Cuando T/N se miró en el espejo por última vez, tomó aire profundamente. Quería sentirse segura, y sabía que, al menos para ella misma, lo había logrado.

—¿Miles? ¿Estás listo? —Llamó desde el cuarto mientras tomaba sus zapatos de tacón.

—Sí, mami ¿Tú? —Respondió él sin apartar la vista de su teléfono.

T/N salió del cuarto, arreglando los últimos detalles de su cabello. Al entrar a la sala, Miles levantó la vista, dispuesto a decir algo, pero las palabras murieron en su boca al instante.

Sus ojos se oscurecieron, recorriendo cada detalle del vestido, de cómo se ceñía a su figura y de cómo la tela roja parecía brillar contra su piel. Miles parpadeó lentamente, como si no pudiera creer lo que veía.

—¿Qué? —Preguntó T/N levantando las cejas, fingiendo ignorar su reacción mientras se ponía los tacones.

—Mami... —Miles dejó el celular a un lado, poniéndose de pie con movimientos lentos, como si estuviera procesando cada segundo.

T/N giró hacia él, ajustándose uno de los tirantes del vestido.

—¿Demasiado? —Preguntó con una sonrisa traviesa.

Miles negó con la cabeza, acercándose hasta quedar a pocos pasos de ella.

—No es "Demasiado". Es... —Él se detuvo, pasando una mano por su nuca mientras la miraba de arriba a abajo una vez más—Eres tú. Pero wow.

—¿Wow? —Repitió ella, divertida.

Miles no respondió de inmediato. En cambio, colocó sus manos suavemente en su cintura, acercándola hacia él. La diferencia de altura, amplificada por los tacones, lo hizo inclinarse un poco más para mirarla directamente a los ojos.

—¿Sabes que nadie en esa fiesta va a poder dejar de mirarte, verdad? —Murmuró su tono bajo y cargado de emoción.

—¿Es eso algo malo? —Preguntó T/N juguetona, aunque sintió un ligero rubor subir a sus mejillas.

Miles entrecerró los ojos, una sonrisa ladeada formando en sus labios.

—No. Pero no me gusta compartir.

Ella rió, apoyando sus manos en su pecho.

—Bueno, es tu culpa por tener una novia tan espectacular.

—¿Lo es? —Dijo él, inclinándose más cerca, sus labios apenas rozando los de ella.

T/N asintió con una sonrisa antes de apartarse de golpe, agarrando su bolso y dirigiéndose hacia la puerta.

—Venga, vamos. No quiero llegar tarde.

Miles la siguió, aunque al cruzar la puerta, deslizó su brazo alrededor de su cintura, pegándola a él mientras caminaban.

—No prometo no intimidar a cualquier tipo que se te acerque.

T/N rodó los ojos, pero su sonrisa no desapareció.

—Solo compórtate ¿Sí?

Miles dejó escapar una risa baja, inclinándose para susurrarle al oído—No prometo nada, mami.

Mientras caminaban hacia la fiesta, con el vestido rojo llamando la atención de todos a su paso, Miles se aseguró de dejar claro que, vestido o no, T/N siempre sería suya. Y nadie se atrevería a olvidar eso.