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Miles Morales 42
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La mañana en la escuela era como cualquier otra, pasillos llenos de estudiantes, voces mezcladas en un murmullo constante y el sonido metálico de casilleros abriéndose y cerrándose. T/N caminaba hacia su clase, ajustando la correa de su mochila mientras revisaba mentalmente los apuntes que necesitaba para el día.
Sin embargo, había algo en el ambiente que le hacía pensar en Miles. Quizás era la manera en que algunos de sus compañeros murmuraban entre ellos, o cómo ciertas miradas se dirigían hacia ella, acompañadas de sonrisas cómplices.
No pasó mucho tiempo antes de descubrir el motivo. Al entrar al aula, se encontró con un ramo de girasoles perfectamente colocado sobre su escritorio.
—Otra vez... —Susurró, sintiendo cómo sus mejillas se calentaban al instante.
Sabía exactamente quién era el responsable, pero eso no disminuía la sorpresa ni la emoción que le provocaba.
Mientras sus compañeros la observaban con curiosidad y algunos incluso le lanzaban comentarios juguetones, T/N tomó el ramo con cuidado, como si fuera un tesoro. Las flores eran frescas, vibrantes, con pétalos dorados que parecían capturar la luz de la mañana.
No tuvo que buscar mucho para encontrarlo. Miles estaba apoyado contra la pared, justo afuera del aula, con los brazos cruzados y su típica expresión seria. Sin embargo, había un destello travieso en sus ojos cuando notó que ella lo miraba.
T/N salió al pasillo, acercándose a él con el ramo en la mano.
—¿Otra vez girasoles, Miles? —Preguntó, aunque no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en sus labios.
Él se encogió de hombros, su actitud despreocupada contrastando con el evidente esfuerzo que había puesto en sorprenderla.
—¿Qué puedo decir? Son como tú brillantes, únicos y hacen que todo se vea mejor.
T/N sintió que su corazón daba un vuelco. Aunque sabía que Miles no era del tipo de persona que expresaba sus sentimientos abiertamente, momentos como este le demostraban cuánto la quería.
—¿No crees que es un poco exagerado? —bromeó, aunque abrazaba el ramo contra su pecho como si quisiera llevárselo siempre consigo.
Miles dio un paso más cerca, inclinándose ligeramente para mirarla a los ojos.
—¿Exagerado? Tal vez. Pero no me importa—Su voz bajó, volviéndose más suave, más íntima. —Quiero que todos sepan que eres especial para mí.
Las palabras hicieron que T/N apartara la mirada, incapaz de mantener contacto visual mientras una sonrisa tímida aparecía en su rostro.
—Sabes que me estás arruinando para siempre ¿Verdad?
Miles dejó escapar una pequeña risa, esa que solo reservaba para ella, antes de inclinarse aún más y susurrar—Esa es la idea, mami.
Mientras las campanas anunciaban el inicio de la siguiente clase y el pasillo comenzaba a despejarse, Miles sacó otro girasol más pequeño que había escondido en el bolsillo de su chaqueta.
—Este es para tu cabello—Lo sostuvo con delicadeza, esperando su aprobación.
T/N asintió, y él colocó la flor detrás de su oreja, sus dedos rozando suavemente su mejilla en el proceso.
—Perfecta —Murmuró él, como si hablara consigo mismo.
Ella lo miró, con el corazón lleno de gratitud y amor, antes de tomar su mano y apretarla ligeramente.
—Gracias, Miles. Por todo.
Él solo sonrió de lado, llevándose su mano a los labios para besarla antes de retroceder.
—Siempre, mami. Siempre
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