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Prólogo

En el universo Tectovet, al igual que los demás, tenían un dios y una diosa, los cuales no podían ser nombrados por la maldición que le impuso el antiguo dios de este lugar, el cual lo derrotaron en la guerra negra. Los dioses tenían tres hijos biológicos y uno fue adoptado, el mayor, Meran, la siguiente era Seinis, ella la adoptaron por estar en peligro donde nació, la segunda hija biológica de ellos, Viani y la última hermana Dirsi.

En estos universos es normal el incesto, se creía que con aquello se mantenía la sangre, los poderes y el apellido. En el universo Tectovet, se usaba el cosmos para medir cuanta energía tenía una persona, en el cual se decidía cuál era su posición en la sociedad. Seinis y Meran estaban casados por estrategia de sus padres y se convirtieron en los sucesores, además de los reyes de Tectovet. Las discusiones entre ellos dos no se vieron hasta el cuarto año de matrimonio, cuando ella no quería ser madre aún. La diosa de este sitio, no le gustaba ver como sus dos hijos, peleaban por aquello, aunque no le gustaba la decisión de su hija, la respetaba y más aun sabiendo que ese bebé podría venir con el gran poder del lugar que nació.

Tomo una decisión, por lo cual haría caos en ese tan preciado lugar. Creo una pócima del amor, aunque toda su familia le prohibiera hacer hechizo y brebajes mágicos, los que siempre algo malo le sucedía, como cuando convirtió a su esposo en lagartija, estuvo un año de esa forma, hasta que lo volvió a convertir. Cuando ya lo tenía listo, se vio en el gran aprieto de cómo dárselo a sus hijos sin que ellos se enterasen, en el lugar se venía una gran festividad y es allí donde les pondría el brebaje a ellos.

Armó una gran fiesta, nada se le negaba a esta diosa, menos si era tiempo de festividad. Puso el brebaje en el trago favoritos de sus hijos, ellos estaban conversando y riendo con uno de sus mejores amigos, Den, el cual pertenecía al universo Mellart (La única forma de cruzar por los universos es a través de un portal, el cual no todos sabían cruzar). Iba con las dos copas, se las entrego a sus hijos. Admiro al amigo de ellos, su energía era potente y digno de un dios poderoso. Fue hasta un camarero a buscarle un trago para él, cuando se va acercando, también llega Earse, otro amigo de Meran y su esposa, utilizaba el signo de su familia, una trenza y sus alas negras en forma de dragón. Su universo era el más temido de todos, Las Sombras, había una leyenda de ese lugar, pero más que eso, era real, nadie en su sano juicio pelearía contra ellos, su alma seria devorada y también los de sus descendientes y si dejaban vivos, te torturaban de las peores maneras imaginables. El camarero corrió hasta donde la diosa y le entrego la otra copa para él.

Meran y Seinis, para no ser descortés con ellos, le dieron a probar su trago exclusivo, con la pócima dentro, cuando la diosa Tectovet vio aquello, las copas de cristal, se hicieron añicos en el suelo del mármol blanco, de la sala de baile. Todos la quedaron mirando con mucha preocupación, comenzó a sentirse mareada y voló hasta su habitación, ella sabía que todo esto sería perjudicial, que haría su familia, es más que haría Earse si se enteraba, todo le daba vueltas. Sus hijos estaban preocupados, pero solo Dirsi decidió ir hasta allá, para que sus hermanos entretuvieran a los invitados y se olvidaran de lo sucedido. Llego hasta la habitación de ella, miro la gran pueta de roble y tocó

― Madre, ¿Qué ha sucedido? ― Decía Dirsi mientras golpeaba. ― ¿Me dejas entrar? Estamos todos preocupados. ― La diosa movió una mano y abrió la puerta para su hija y ella ingresó.

Dirsi tomo asiento en la cama, mientras su madre estaba recostada, con un brazo sobre su frente. La deidad tenía terror de contarle a su hija lo que hizo, así que le mintió, diciendo que solo se sentía algo mal, su hija no le creía del todo, porque ellos no sufrían ninguna enfermedad, por ser dioses. Dejo que su madre durmiera, mientras Viani se dirigía hasta la fiesta, porque su enamorado la buscaba.

Pasando ya una semana después de la fiesta, Seinis cada vez se perdía de la vista de Meran, aunque él la buscaba, se juntaba con la nieta de uno de los seres más terribles de todos los universos, aunque ya llevaba meses con ella. Seinis se iba con Earse al bosque de Las Penumbras, el cual quedaba a la izquierda del castillo de los dioses y se iba con Den al bosque Disiac, que quedaba a la derecha del castillo de sus padres. Ella no entendía lo que pasaba, con el primero hizo de todo, mientras con el segundo solo se limitaba a abrazarlo, por ser el enamorado de su hermana menor, aunque una sola vez decidieron hacer algo más.

Hubo un día que la amante de Meran no se pudo juntar con él, por órdenes de su abuelo y él para ver que hacía su esposa mientras no estaba, la siguió hasta el bosque Disiac, donde vio como su mejor amigo la besaba, sintió como si algo se hubiera quebrado dentro de él y era el hechizo de su madre. Voló hasta donde ellos y los encaró, ella le rogaba a su esposo con lágrimas que la perdonase, le contó lo que pasaba, Den le explico lo mismo a él, pero decidió ignorarlos, solo entendía que tendría que matar a Seinis o torturarla, decidió lo segundo, porque lo que hizo era pecado para su universo, aunque él lo había hecho antes, pero no fue descubierto por ella.

Den sabía que le esperaría a Seinis, le rogaba a Meran que no la asesinara, que fue su culpa y dejaría que él tomara su lugar y lo matase, pero él le contó lo que tenía planeado y ella asustada intento correr a pedir auxilio a Earse, pero su esposo fue más rápido y la tiro contra el suelo, la hechizó para que lo que él le hiciera no se lo pudiera contar a nadie. La tomo en brazos y la dirigió hasta su castillo y allí la tiro contra la pared, exigiéndole que no viera a ninguno de sus amigos. Él la golpeo hasta que un guardia del castillo de los dioses lo detuvo, estuvo a punto de matarla.

Los meses pasaron y se dio cuenta que estaba embarazada, no quería decirle a Meran, ya llevaba tiempo golpeándola, por eso busco un hechizo de protección y selló su vientre para que el bebé no muriese. El rey de Tectovet, se dio cuenta del vientre abultado de su esposa, llamo a una partera y esta le confirmó, del embarazo de gemelas, ella también vio el sello de la madre a sus hijos, como los moretones que le dejaba su esposo, por lo cual no le contó nada al rey de aquello.

Jadeante y sudorosa Seinis, en labor de parto, gritaba para dar a luz a sus hijos o hijas gemelos (as). Su esposo Meran estaba presente, al igual que la partera. Él gritaba por toda la habitación con rabia y un poco de alegría, porque uno de esos dos bebés podría ser de él. La reina, aunque no sabía su sexo, ya le tenía nombres designados a esos seres que pronto vendrían a ver la luz y respirar aire puro de ese universo.

― Veo cabello su majestad. ― Dijo la partera a Seinis. Cuando la primera bebé salió, Seinis se sorprendió al ver los ojos de su hija, eran peculiares y no visto en ningún lugar, uno de color rosa y el otro morado, su piel era tan blanca como la nieve. Meran la observó, su cara de sorpresa y enfado puso en alerta a la partera, él sabía de quien era hija y no se lo esperaba y con tan solo mirarle sus ojos.

― ¡Aquí viene la segunda, su majestad! ― Gritó la partera, mirando con recelo a Meran, sus ojos habían cambiado, como los del enemigo del dios.

La segunda bebé era más morena que la primera, sus ojos eran iguale que los de Meran. Ya el rey había perdido la cordura con la primera bebé y con esta solo le miro los ojos y su enfado fue tal que, le quito a las bebas que sostenía Seinis, ella se intentó incorporar y le grito un no, entre lágrimas, pero estaba tan cansada por el parto que no pudo hacer nada, la partera intentó detenerlo, pero con su mirada la asesinó.

Él salió rápidamente del castillo y se dirigió al río, los guardias que lo intentaron detener murieron. Las llevó hasta el rio de sangre hundió a las bebas en él. Ese río tomaba tu alma y te sacaba toda tu sangre y el cuerpo se transformaba en un árbol del bosque de Las Penumbras, por eso tenía ese color tan sombrío. Cuando vio a los bebés hundirse para nunca volver. Se giro para volar a casa y castigar a Seinis, un llanto de bebé lo detuvo, miró al río y la vio repleta de sangre y llorando con más fuerza, con eso le dejo claro quién podría ser su padre, pero se haría pasar por él. Al llegar al castillo con ella, llena de sangre, todos pensaron lo peor. Se acercó a la habitación donde estaba su esposa y le entrego al bebé de un ojo rosado y el otro morado, esta le dio un abrazo y exigió a su segunda hija y con crueldad le dijo que estaba muerta, con una risa de satisfacción salió de allí, mientras ella lloraba y acurrucaba a su pequeña hija. Ella la nombro Mile, que significa luz, lo eligió por sus alas blancas y porque era la luz que le hacía soportar los malos tratos de Meran. Él se comportaba de una forma extraña después que la beba cumplió seis meses. Las observaba de lejos, sin emitir ninguna emoción en su rostro.

Ella creció más, era alegre y todos en el castillo la adoraban, excepto uno, su padre. Un día como cualquiera, la niña jugaba en el patio donde ellos tenían flores de todo tipo, el rey se acercó a la pequeña y la invito a jugar dentro del castillo, él aprovechó el momento que su madre no estaba cerca, era predecible lo que él realmente quería. Golpeo tanto a Mile que le rompió sus alas, ella gritaba y lloraba por su madre, Seinis la buscó por todos lados, cuando vio que, en el pasillo principal, este golpeaba a su pequeña, se fue contra su esposo, pero él golpeo tan fuerte a su esposa que cayó aturdida. Pescó a la niña de las alas rotas y abrió un portal al bosque de las penumbras y la tiró contra un árbol para dejarla allí y que los monstruos que vivían en el lugar la devorasen. La peculiaridad de estos árboles era que el cuerpo de la persona, que caía al río o lo mataba uno del universo de Las Sombras, se caía su cabeza, se quemaba un poco el cuerpo y se convertía en aquello. La pequeña no podía moverse y a lo lejos vio como algo se movía entre los árboles, ella no le tenía miedo en ese momento. Una manada de lobos al acercase, el alfa al verla desistió el ataque.

― ¿Qué haces tú sola aquí, Mile? ― Le hablo el lobo alfa a través de telepatía.

― Mi padre, Meran, me trajo a este lugar. ― Dijo Mile, cuando vio bien los árboles comenzó a llorar. ― Tengo miedo señor lobo. ― Él y los demás se estremecieron, por la voz dulce de ella.

El lobo alfa, se inclinó y otro lobo tomó a Mile por su ropa para llevarla donde su madre. Él iba pensando que esto no le gustaría nada a su amo. Se demoraron una hora en llegar. Meran golpeo a Seinis hasta que se cansó. Como pudo ella se dirigió a la puerta del castillo y a lo lejos vio que la manada traía a su pequeña hija, intentó correr, pero tropieza. Al levantarse los lobos ya estaban frente de ella. La pequeña venia durmiendo en el lomo del alfa. Él miraba a la reina con compasión.

― ¿Cómo puede aguantar todo esto, su majestad? ― Dijo el lobo alfa, Seinis no le sorprendía, porque ya los conocía gracias a sus salidas con Earse a ese bosque.

― Solo entrégame a mi hija, lobo, por favor. ― No miraba a los ojos al lobo alfa, ella se acerco tomó en brazos a Mile y la llevó al castillo mientras la curaba, pero sus alas estaban tan destruidas que no sabía con certeza si alguna vez podría volar. Al día siguiente, por sus guardias, los dioses y sus hermanas se enteraron lo que había hecho Meran.

― ¡No quiero que vuelvas a pegar y abandonar a esa niña Meran! Tu como yo sabemos la verdad y todo tendrá consecuencias, no te quiero muerto hijo. ― Dijo el dios Key, que también sabía quién podría ser el padre de Mile, pero hasta que no estuviera bien seguro no diría nada, por lo delicado del tema.

― Tampoco toques a Seinis, como no te das cuenta de que perderás a las dos para siempre ― dijo la diosa Key, quien sabía que era culpable y no quería confesar por vergüenza, también por miedo a las reacciones de su familia.

Meran asintió, pero no les hizo caso a sus padres. Prefirió seguir igual como iba, sin arrepentimiento de nada, maltrató a las dos hasta que se cansaba. Para él tenía que vengarse de la traición de su esposa, aunque tenía más de dos amantes, las hermanas de la anterior. Para que sus padres no tomaran represaría y se dieran cuenta de sus andanzas, dejo de golpear a las dos por unos meses, hasta que un día perdió la paciencia que se notó por completo la marca Zalazar, la que consistía que todo el globo ocular y el iris se volvían negro. Los Zalazar eran los más terribles del universo y el Zalazar viejo, como le decía la diosa Key, era el enemigo del padre de Meran. Seinis se dio cuenta de la marca, pero por miedo no lo enfrentó y tampoco lo podía contar por el hechizo lanzado.

Por otro lado, Earse, veía toda la situación, pero no podía hacer nada por miedo a la pequeña, que aún no tenía el poder suficiente de soportarlo. Supo la existencia de Mile por sus lobos, sabía que podría ser de cualquiera de los tres, porque también sabia lo de Den, solo tenía que esperar un tiempo más para ir al rescate de su amada, quien antes del elixir la quería de otra forma.

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