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La mujer de mármol

Mildred mira a William realmente desconcertada y los tres corren hasta el lugar, cuando llegaron ya había más chicos alrededor, ambas se encontraban en el piso con los ojos rojos, parecían petrificadas, sus cabellos estaban enmarañados y sus ojos abiertos,Mildred sintió como el escalofrió recorría su cuerpo.

- Muévanse, muévanse por favor - dijo la directora Marta.

Los chicos obedecieron y la directora se acercó a mirarlas ahí, tiradas en el suelo.

- Por favor, ustedes cuatro ayúdenme a llevarlas a la enfermería- dijo la directora señalando a los chicos que se encontraban más cerca de ella.

Los chicos obedecieron y en parejas se encargaron de cada una de ellas.

- Vamos... todos a clases - les dijo la directora.

- ¿Maestra estarán bien?- le pregunta Mildred desesperada.

- Sí. No te preocupes. Vayan a su salón yo me encargo.

Realmente esas palabras eran huecas, nadie sabía que les había pasado, luego los chicos se empezaron a desplazar dejando al descubierto el lugar donde las dos chicas habían perdido el sentido.

- ¿Qué es esto? - dijo William mientras se agachaba a recoger algo.

Los ojos de Mildred se abrieron como platos y su boca se le puso blanca.

- ¡Rayos! Es una perla, ¿Qué está haciendo aquí?¡Definitivamente esto no está bien!

A Mildred no se le ocurría nada, excepto esperar aque Karen y Rita se recuperaran y eso no sabía cuánto tiempo tomaría. En eso William la interroga:

- Mildred, ¿Cómo crees que entraron a tu casa?

- No tengo idea.

Pero ya se imaginaba colocando una caja fuerte, reforzando con una nueva cerradura la puerta de su recámara, puesto que las otras cosas no podían caer en manos de nadie. Afortunadamente había recuperado esa perla, pero pensaba en que quizá faltaba alguna, por tanto creyó que definitivamente en las clases no estaría concentrada pensando en lo que pasaba con Karen y Rita, pero no había otra salida que entrar a su salón. Entonces idearon un plan para ir a preguntar a la enfermería por ellas, pero creían que eso causaría sospechas así que decidieron mandar a Beto, quien al principio no quería cooperar pero fue convencido por una papas que le regaló William, así que sólo quedaba esperar a qué volviera con las noticias. Mildred realizaba los apuntes en la libreta de Beto para que cuando regresara no tuviera problemas, la clase estaba tranquila así que por lo demás no tenían que preocuparse, cuando Mildred vio entrar a Beto le señaló que se sentara a su lado y William también se les unió.

- Al parecer la enfermera dice que están bien - les dijo susurrándoles al oído.

- Eso está muy bien - dijo Mildred.

- Están conscientes pero al parecer no recuerdan nada de lo que les pasó.

Mildred sabía que eso era muy afortunado, aunqueno sabía si eso era verdad o estaban mintiendo para ocultar otra cosa, de cualquier forma debía mantenerse atenta y con los ojos muy abiertos.

- ¿Siguen aquí?

- Si pero dijeron que las iban a llevar a un hospital.

- ¿Sabes a cuál?

- No.

La investigación que había hecho Beto era de mucha ayuda, pero el maestro ya los empezaba a mirar un poco molesto, así que mejor se concentraron en la clase, aunque después de eso Mildred tenía por seguro que debía mantenerse alejada de Karen.

Por la tarde William tendría entrenamiento, hubiera sido una oportunidad para que Mildred lo viera en la cancha, pero desafortunadamente ella tendría que iren busca de la escultura de Tania que se encontraba afuera de la iglesia del pueblo.

Estando ya en su casa se aseguró de que las cosas estuvieran completas, afortunadamente todo estaba ahí, acomodó todo en su cama, luego se sentó, se colocó el libro sobre las piernas y comenzó a leer para saber qué es lo que debía de hacer. En poco tiempo descubrió que en el libro decía: «La colocación del rubí en el pecho, del lado donde va el corazón permite que la persona regrese a su estado sireno. La acción de respuesta tardará un mes y se debe ejecutar de manera muy discreta».

Mildred miró detenidamente la fotografía de Tania, a pesar de que muchos domingos de su infancia había visto esa escultura, pero nunca le había puesto demasiada atención, y ahora era de vital importancia para ella, después vio el dibujo del rubí el cual era brillante y perfecto. Luego pasó la mano por el dibujo y entonces mágicamente el libro se replegó como situviera vida apareciendo en la misma bolsa café con la que se lo habían entregado. Abrió la bolsa y aun lado vio el rubí, realmente nunca se hubiera imaginado tener una joya como esa en sus manos, eratan bello. Repasó las indicaciones hasta que no tuvo dudas de lo que debía hacer.

Ágilmente se incorporó de su cama para verse al espejo de su madre, recogió el cabello que caía sobre sus ojos, después salió de su casa caminando bajo el Sol con su mochila sobre la espalda, la iglesia se encontraba sola sin feligreses, sin ningún sacerdote, todos se encontraban quizás realizando actividades parroquiales por lo que se acercó más a la estatua, la miró más detalladamente, su color blanco le daba la sensación de frío, el vestido que caía sobre ella se miraba muy bien delineado como la ceda, subió un escalón y entonces pudo alcanzar el costado izquierdo de la estatua, sacó rápidamente el rubí, lo puso como había leído en el libro, trató de hacerlo con mucho cuidado, notó que no había pasado nada extraño así que espero unos segundos más, entonces pensó en que desde abajo tendría una perspectiva más efectiva, que quizá eso le ayudaría más a ver el trabajo final.

Mildred se encontraba abajo cuando en eso se escuchó una voz detrás de ella.

- ¿Mildred?

Entonces ella giró rápidamente, pero para su tranquilidad era una cara conocida.

- ¿Qué estás haciendo? - le dijo Linda.

- Nada, vine solamente a tomar unas fotos.

- ¿Con qué cámara? - preguntó Linda.

- No, sólo quería checar el lugar para después tomarlas.

Mildred realmente esperaba que eso la salvara, se quedó asustada de que pudiera ocurrir algo malo, que Linda descubriera lo que estaba pasando, ya había dejado perfectamente colocado el rubí en el lado del corazón de la mujer de mármol, pero si todo habia salido bien tenía que esperar un mes para saberlo, y eso para ella era demasiado tiempo.

- ¿Tú que estás haciendo aquí?

- Bueno fui a buscarte a tu casa y te vi salir, así que te seguí - Eso realmente fue muy denso.

- ¿Pasa algo? - Astutamente le preguntó Mildred a Linda como para disimular.

Pero Linda se quedó mirando alrededor como buscando algo. Después respondió:

- No realmente, sólo quería que hiciéramos algo juntas mientras William está en su entrenamiento.

- ¿Te gusta mucho tomar fotos? - le preguntó Mildred a Linda viendo la cámara colgada de su cuello.

- Si, pero todo aquí está muy raro.

Ambas miraron alrededor, aunque Mildred quería ver si lo hecho estaba perfecto, sentía miedo de ser descubierta, así que no se atrevió a voltear. Salieron del lugar, caminaron hasta la casa de Mildred en donde aguardaba el coche ostentoso, entonces se suben, más adelante Linda le invita a Mildred un helado que está frente al parque llamado «La quinta»,se decidieron por una paleta de hielo, se sentaron en una banca al aire libre, Mildred se mostraba apática, no tenía ganas de nada, únicamente pensaba en las cosas que le faltaban por hacer.

- ¿Qué planeabas hacer con la cámara? - preguntó Mildred.

- Acabo de tomar unas fotos.

- Puedo verlas - dijo Mildred entusiasmada por ver su trabajo.

Linda prendió la cámara, Mildred comenzó a recorrer las fotos, entonces reconoce a los chicos de las canchas, a Mildred le parece muy interesante como había capturado los rostros de esos jóvenes, y se vuelve a convencer de que William y Linda tenían un estilo peculiar. El celular de Mildred suena, era William, antes de que el sonido la enloqueciera, a fin de contestar le entregó su cámara a Linda, despuésde los saludos de rutina Mildred le comenta a William que en ese momento se encontraba con Linda. Él le dice:

- Bien, guapa, yo estaré en el estudio realizando la primera grabación, ¿Quieres venir?

- Claro, cuando me desocupe te llamo. Va.

- Ok.

Mildred se guardó de nuevo el teléfono en su bolsa.

- Vas a ir al estudio, pregunto Linda

- Cuando termine unas cosas que tengo pendientes.

- Bueno te veo entonces allá, voy al estudio antes de que llegue William.

Se despidieron, Mildred caminó hacia su casa mientras que Linda se dirigió al estudio, Mildred apresuró el paso pues empezaba a verse oscuro, cuando llegó a su casa subió a su cuarto para tomarlas perlas, después salió con la camioneta de su mamá, esta vez conduciendo por las calles de Santa Cecilia más rápido que de costumbre, se sentía un poco sola pues William la había acompañado casi siempre al río a realizar sus misiones, y aunque él la esperaba en la orilla del río con eso era suficiente para ella.

Volvió a sumergirse al río pero no encontraba ningún molusco, eso le pareció muy raro, lo único que vio fue a un caballito de mar quien le preguntó:

- ¿Puedo ayudarte en algo?

- Mmm - dijo ella un poco temerosa.

- Soy Dante, estuve con el rey Valerius la última vez que se vieron.

- ¿Él está aquí?

- No, regresó a su reino, ¿Quieres que te lleve con él?

- No, pero si quería hablar con él, como me lo pidió...

- ¿Tienes la perla?

- Sí.

- Si no te incomoda puedes dármela a mí, yo le entrego tu mensaje.

Mildred sacó la perla del bolso de su pantalón y se la entregó al caballo de mar, sintió un poco de desconfianza pero era la única solución, también pensó en la razón por la que Dante se encontraba ahí, quizá el rey Valerius tenía previsto un inconveniente como ese, o, quizá simplemente le había ordenado que lo negara, pensar lo último la puso paranoica. Se alejaba rapidamente.

- ¿Cómo sabré que recibió el mensaje? - gritó Mildred para que la escuchara perfectamente.

- No creo que vuelva pronto, pero seguro hará algo para que sepas que recibió tu mensaje.

Siguió nadando el caballito de mar mientras Mildred lo miró alejarse. Después Mildred notó que pasaba algo con sus pies, le estaban saliendo escamas alrededor, estaba desconcertada, era la primera vez que le pasaba eso, no comprendía lo que le estaba pasando, no quería ir a preguntarle a la señora Lula, así que optó por leer primero el libro a ver si podía encontrar ahí una explicación. Salió rápido del río y en cuanto pisó tierra las escamas desaparecieron y eso la hizo sentir aliviada. Mildred se dirigió hacia el estudio de William, en el camino sonó el celular, era él, pero no quiso contestarle, prefirió mejor darle una sorpresa

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