Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

MILAGROS EN NAVIDAD: Ningún dolor es eterno

   Tirando de la manga del abrigo de un hombre, Peg se movía ágil, mezclándose entre un tumulto de protestantes, a riesgo de meter en un lío a alguno. Huía de la policía de la moral de Teherán.

   Cinco minutos atrás, ella había estado caminando distraída por la feria navideña, dando golpecitos a su broche de mariposa que llevaba en el cuello de su blusa. Se encontraba totalmente frustrada por un enigma que rondaba en su cabeza desde casi una semana, más cuando el único objeto que podía darle respuestas parecía estropeado.

   Y claro, cuál película cliché, justo en el segundo en el que pensó abandonar el misterio del hombre de la glorieta, este apareció ante sus ojos a punto de ser timado por la vieja usurera que competía con el anticuario de su tía.

   Cualquiera con dos dedos de frente habría alejado con discreción al pobre corderito de las fauces del lobo, pero no la Peg en sus veinte. Ella más atolondrada que una adolescente, había empujado la mampara de vidrio para de un manotazo tirar lejos la réplica de su broche. Rompiéndolo en el acto.

   Luego, bajo la furiosa mirada de la mujer y el asombro del incauto hombre que perdió su misterio al instante, se desprendió de su pañuelo para cubrirlo y poder llevárselo de allí. El resto era historia desde el momento que puso un pie en la calle.

   ―Excuse me ―trató de comunicarse el hombre en el idioma universal. Peg no hizo caso―. ¡Miss stop! ― exclamó, ejerciendo fuerza para frenarlos.

   Peg le dedicó una mirada exaltada, pidiéndole una explicación del porque paraban.

   El hombre se hizo a un lado para mostrarle la calle repleta de árboles navideños que dejaron atrás, y haciendo señas intento explicarle que hace rato habían perdido a la policía.

   Al terminar el numerito de mimo, Peg rio bajito.

   ― Nojaem ― musitó el hombre en su idioma natal.

   Con manos en la cadera, Peg le respondió en el mismo idioma:

   ― Si, no es gracioso. No me burlo de usted señor Park Jimin. Simplemente es curioso que todo este tiempo ando de incognito en el país y el orfanato, pero mírese, ― alzando el mentón, señaló su cabeza desprovista de su hijab― se deja ver por toda esta gente. Alguien sin duda podría reconocerlo.

   Jimin se cubrió automáticamente, y asió el cuello de su abrigo. Peg continuó:

   ―Yo iba llevarlo a un lugar seguro, es todo. Ahora ¿quiere seguirme? o ¿esperamos que la policía nos atrape? Deben rondar por aquí, y yo sigo sin mi pañuelo.

   Aunque el ex-idol seguía sorprendido por muchas cosas, y esencialmente porque esa joven espigada e impulsiva conocía sus últimos movimientos; la siguió silencioso, pero con muchas interrogantes en mente. El lugar al que llegaron fue nada mas y nada menos que la glorieta de piedra del orfanato de la casa religiosa asiria, lugar que venía visitando desde aproximadamente dos semanas. Ahora sabía que la sensación de ser vigilado en los pasados seis días no fue ilusoria.

   ― ¿Por qué me espiaba, señorita? ¿La conozco? ― fueron las primeras interrogantes de Jimin.

   ―Espiar es un término feo. Yo lo estudiaba― afirmó cómodamente. Jimin alzo las cejas―. Por cierto, me llamó Peg― acotó.

   Jimin asintió con la cabeza.

   ―Soy voluntaria aquí. ― Peg notó como él tragaba saliva, he intuyó el porqué―. El primer día que vine, vi que cambiaban la infraestructura y el mobiliario, sin mencionar los donativos por navidad. Me pareció curioso. Desde el fallecimiento de la última benefactora, solo personas de la zona nos apoyaron por cortos periodos ―se alzó de hombros―. No hice mayor caso, simplemente agradecí que cuidarán mi antiguo hogar. Y después apareció usted y su misterioso ritual mudo frente a ese monumento.

   Desde el banco que compartían, Peg le señalo la estatua de bronce más grande de las cuatro que contenía la glorieta cubierta de jazmín morisco. Un vario pinto ramillete de flores de estación estaban amontonados al pie de la efigie.

   ―No digo que haya cometido un delito, al principio no le tome importancia. Mi interés se debió a la constancia con la que asistía y lo prolongado de sus visitas. Cualquiera se intrigaría, más cuando preguntas por ese alguien que parece que solo tú viste.

   Muy sereno, Jimin preguntó:

   ― ¿Conoció a Helina? ―, refiriéndose a la benefactora.

   La joven asintió, perdida en las luces navideñas que iluminaban la glorieta.

   ―Salvó mi vida. Me sacó del infierno terrenal que era mi ciudad natal, ayudándome a cambiar mi destino. Todo lo que soy se lo debo a ella. ― Observando a Jimin, afirmó con toda seguridad―: Usted también fue tocado por su magia transformadora.

   Jimin la miró como quien no desea haber abierto la herida frente a alguien más. Y Peg entendió la indirecta, se paró de un salto, y con humor le dijo:

   ―Resueltas sus dudas y mi pequeño caso detectivesco, así como cumplida mi misión de salvarlo de la vieja usurera, me marchó. Un placer haberlo conocido en persona.

   Le hizo una reverencia y avanzó por un camino empedrado. Cuando Jimin reaccionó y quiso preguntar sobre la mujer usurera, su peculiar acompañante ya era una silueta difuminada. Le hecho un último vistazo a la imagen de Helina y siguió por la senda opuesta.

☼☼☼☼☼☼☼

   Eran finales de la década de los treinta en pleno siglo XXI, algunas de las últimas guerras que Irán vería aún se estaban desarrollando, pero todavía quedaban las protestas por los derechos que eran dirigidas por revolucionarios. Por supuesto, esto no afectaba a que las minorías de cristianos se prepararan para la navidad. Esas fechas eran una pequeña esperanza de que días mejores vendrían.

   Pese a ser adoptada por una familia descendiente de una antigua religión persa casi extinta, Peg no tenía impedimentos para unirse al espíritu festivo. Aunque debía admitir que todavía sentía intriga sobre la presencia de un hombre de ojos rasgados y mirada solitaria.

   Desde que Jimin dejará su agrupación hace poco más de un año, y tras la publicación de una extensa entrevista sobre su vida privada, sus actividades póstumas se convirtieron en un completo enigma. Por lo que la joven tenía la tentación de volver al orfanato y poder hallar respuestas en Helina; de algo debía servirle hablar con los espíritus, pero ¿qué ganaría? Probablemente él ya se habría marchado, quedaban unos días para noche buena.

   Peg meneó la cabeza. Debía concentrarse, o sino los regalos que empapelaba serían muy mal repartidos entre su familia. Todavía le quedaba la labor de ir a comprar nuevas luces para el árbol, las actuales habían sufrido un corto circuito hace unos instantes.

☼☼☼☼☼☼☼

   «Los pensamientos son como imanes» se dijo así misma Peg, cuando vio a Jimin en la estación policial local. Ya que la oportunidad se presentaba, y ella no era ninguna cobarde, se quedó a esperarlo.

   ―Hola― lo saludó tan pronto salió ―. Me recuerda ¿cierto?

   Jimin asintió. Alguien con esa personalidad siempre dejaría una gran impresión.

   ― ¿Presentó algún cargo por secuestro en mí contra? ―sugirió divertida. Lo cual hizo que Jimin sonriera espontáneamente, como en tiempos pasados.

   ―Sería muy tarde― le contestó él―, tampoco tengo pruebas. Soló perdí algunos documentos importantes aquel día.

   ―Lo lamento― se disculpó Peg, avergonzada. Típico, los problemas siguiéndola.

   Jimin le restó importancia, e indeciso, le hizo la pregunta inconclusa que tenía.

   ―Ese broche que llevas ¿es otra replica?

   Peg llevo su mano a la mariposa. Si le decía que no, seguramente vendrían más interrogantes. De seguro el suceso desatado en el anticuario la delato. Eventualmente tendría que revelar el secreto que su tía le confiara.

   ― ¿Qué sabe de él? ―pregunto Peg, con el corazón latiéndole fuerte.

   ―Es un antiguo objeto que perteneció a un rey. Asegura contener poderes del padre del primer dios monoteísta de la historia.

   Había más que eso. Quizá la vieja usurera solo le contase la leyenda, pero ... él sabía lo necesario. Peg se mordió el labio.

   ―Necesito comprar unas cosas― se excusó.

   ―Entonces es verdad― dijo Jimin, obstruyendo su pasó―. Hablas con los muertos. Es uno de los dones otorgados.

   Peg vio en los ojos de Jimin muchas emociones, y al final un alivio acompañado de súplica. Que dilema. Esos hilos sueltos sin entretejerse ahora lo hacían.

☼☼☼☼☼☼☼

   ― "Xerces blue" es el nombre que se le dio―comenzó Peg, mientras Jimin caminaba a su lado―. Lo que pudo haber escuchado es una leyenda. Si se supiera que es real y no un simple cuento, iría a parar a un museo. Mi familia recibiría una cuantiosa fortuna, o quizá una miseria. Pero al menos no habría más personas estafando.

   »Es una reliquia que a pasado por generaciones a las mujeres de mi familia. Incluso si no comparto sangre con ellos, la esencia del dios Zurvan que está impregnada reconoce a los descendientes que sirvieron a la religión que veneraba a su hijo. Solo por ese motivo puedo acceder a los dones que concede al portador.

   La decepción en el rostro de Jimin fue evidente. Al verlo por el rabillo del ojo, Peg tuvo la intención de contarle que había una posibilidad de ver a Helina, pero eso implicaba un sacrificio por parte suya. Jamás podría volver a usar el broche. Lo tendría que guardar hasta que una nueva descendiente naciera.

   Silenciosos, continuaron su recorrido por los almacenes que expendían todo lo referente a la navidad. Se detuvieron en la plaza cristiana donde se alzaba un gigantesco árbol. Alrededor, en arcos circulares enroscados de guirnaldas y luces con tocados de muérdago sintético, grupos de jóvenes cantaban populares villancicos en distintos idiomas.

   ― ¿Gusta de chocolate caliente? ―le preguntó Peg al ver pasar a un hombre con su carrito.

   Jimin aceptó y se acercaron al hombre, quien les sugirió ponerle una capa de malvaviscos en la superficie. El nombre Helina hizo eco en la cabeza de cada uno.

   ―Vine porque creí que al menos en estas fechas, este país no me la recordaría tanto― soltó Jimin de repente, tomando un sorbo del vaso―. Pero mis pies me siguen llevando a lugares donde ella dejó huella. Las circunstancias me hacen conocer a personas que tienen recuerdos suyos. Y el destino me da ilusiones de poder tener un último contacto. ―Un largo y pesado suspiro se le escapo―. Quiero dejar de sentirme culpable.

   Peg tragó saliva. Sabía que poseía un poderoso objeto que podía darle descanso a esas dos almas con una historia inconclusa. Le debía tanto a Helina, incluso el conocer la existencia de ese hombre. Probablemente su tía se molestará por lo que haría, pero sería algo pasajero.

☼☼☼☼☼☼☼

   La noche de Yalda era considerada la más larga del año para los iraníes. Siendo, según las enseñanzas de su tía, la única fecha en la que se podía hacer uso de los reales poderes de Zurvan en todo su esplendor.

   Cuando Peg llegó al altar de rezos de su tía, en compañía de Jimin, se quitó el xerces blue, y dijo:

   ― ¿Tiene algún objeto que compartiese con Helina? Quizá esta sea su única oportunidad para encontrar el consuelo que tanto busca.

   Rápidamente Jimin retiró la argolla de su dedo y se la tendió a Peg. Ella lanzó ambos objetos a la zarza que ardía en un plato a los pies de la figura del hijo de Zurvan. En segundos un humo azul, casi violeta, los envolvió. Todo alrededor se evaporó.

   Únicamente Jimin reconoció el lugar al abrir los ojos. Estaban en la casa de Helina en Sur-Corea. Él sintió su característica fragancia en el momento que la puerta se abrió, y al verla supo en que momento del tiempo retrocedieron. El día que rompieron.

   «Esto es una burla» pensó, y al instante la Helina de ese día se disolvió. La noche se volvió en día, y luego en tarde. Un revoltijo de sucesos pasó en cuestión de nada. Vio la respuesta a lo que en tantas ocasiones se preguntó ¿Cómo ella había vivido la ruptura? Las imágenes no le gustaron. En un momento dado, trato de acercársele cuando sufría un ataque de ansiedad, pero Peg lo atajó.

   ―Lo que vemos es un reflejo de sus deseos― le dijo―. No podemos intervenir. Si la toca se materializara, pudiendo quedar atrapado en un bucle de tiempo.

   Peg tiro de su brazo, y abandonaron la casa por una ventana que los transporto a un espacio lleno de puertas de todo tamaño, color y diseño.

   ―Cada una de estas le mostrará un destino distinto. Una decisión que cambio los sucesos de nuestro tiempo― explicó Peg. Jimin avanzó y al notar que la joven no lo seguía, se volteó. Ella meneó la cabeza.

   ―Debe ir solo. No se olvide del tiempo― mencionó, señalándole el brazalete que se unía por un iridiscente marcador persa que abrazaba su muñeca izquierda. ―Vuelva antes del doceavo titilar.

   Sin pensárselo, Jimin levitó en dirección a la puerta situada en lo más alto, y en ese preciso instante Peg desapareció sin que él lo notara.

☼☼☼☼☼☼☼

   Las horas pasaron, y Jimin ya había vivido sus 156 destinos. En ninguno lograba concretar su ansiado final feliz. Sin importar que, en todos ellos su fama internacional detonaba una tragedia peor que la otra. Si creyó que la reliquia de esa jovencita lo ayudaría a sentirse menos miserable, había errado terriblemente. Una avalancha de culpa se le agolpó.

   Jimin llamó a Peg, y solo el eco de su voz le contestó. De pronto una deslumbrante luz lo baño, iluminando el amorfo espacio. Y allí, tal como la recordaba, estaba su Helina.

   ― ¿Por qué has venido hasta aquí, little prince? ―le dijo ella con su suave voz. Jimin no contesto con palabras, sino con lágrimas de emoción―. ¿Por qué buscas tan desesperadamente la muerte? ― continuó, sabiendo que era otro de sus motivos ocultos para estar en tan peligroso país.

   ―Solo busco tu perdón. Si nunca me hubiese atravesado en tu camino, no habrías muerto.

   ―Eso es una tontería― lo regañó―. Aunque tú quisieras cambiar algo de la vida que llevaste, nada podría evitar mi final. Porque debes comprender que de esos supuestos destinos, ninguno te mostró la circunstancia que redirecciono mi cause.

   Helina se acercó a Jimin, y cerrándole los parpados lo llevo al suceso del que hablaba. En una cámara rápida, él presencio su trasplante de corazón, los días de recuperación, y todos los cambios que sufrió en su personalidad. Ella había sido parte del reducido porcentaje que experimentaba la denominada "memoria celular".

   ―Vuelve a ser tú. Ya no te culpes― le dijo Helina tras volver del corto viaje. Acariciándole la mejilla, le susurró cerca a los labios―. Fuiste y serás lo mejor de mi vida.

   Y con un beso cual toque de mariposa, Jimin volvió al presente.

☼☼☼☼☼☼☼

   La noche buena llegó, y después que Peg explicará la presencia de Jimin en su casa ―por los documentos extraviados que no lograron ser repuestos a tiempo―, su familia lo recibió con calidez.

   A la media noche, durante el brindis, Jimin le dedicó una sonrisa de gratitud a Peg. Ella asintió y al voltearse para ver la nieve cayendo, en la ventana distinguió el reflejo de Helina. De sus labios leyó: «Lo hiciste bien»

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro