Me revisto de los últimos despojos de tu desnudez, para intentar darle calor a mi alma, que tirita en el silencio.

No sé qué es más frío : el viento de la aurora que doblega mis huesos; el hielo de la mirada del tiempo que pasa sin piedad; las brisas del mar de la distancia que golpean mis ilusiones o tu saludo indiferente que despedaza mi esperanza.

Quién puede ver la gélida melodía de mis insomnios intentando acurrucarme en algún recuerdo que merodea mi agonía.

Mi romance con el otoño tiene la fragancia de tu aliento, sabe a tu mirada y la suavidad de tu sonrisa ausente.

Cada vez que el viento frío azota mi piel, cuando recuerdo nuestro encuentro en algunos años mas, intento no cerrar mis ojos, por si se olvidan despertar.

Cada día mi cuerpo va aprendiendo los pasos de esta danza sin ti, con tu ausencia y con este frío intenso, fragante, eterno.