La alarma aguda del vacío en mi cama me golpea fuerte el corazón, aún puedo percibir el aroma del eco de una voz , parecida a la de mi madre , zarandeándome para que termine el romance con mis sábanas.

Las ojeras del tiempo me miran de reojo , mientras saboreo los rezagos de un insomnio que me abandonó hace unos segundos, huyendo de la aurora.

La resaca de mi soledad rasga mi garganta y me quema la piel. Se asoma un destello de frío que azota mi  alma.

Ya se me olvidó si hoy zarpa el invierno o quizá el otoño; solo sé que ayer el verano partió entre pañuelos blancos que agitaron para despedirlo en el puerto.

Los días me saben igual, a nada; las noches duelen más siempre; las estaciones del año vienen y van , yo solo sé que respiro , a veces  como y duermo, si es que puedo.

Nada cambia, mi obstinado corazón te sigue esperando todos los días vacíos como hoy...