Aún quedan crepúsculos sonrojados, esculpidos por la mano de Dios, que nos esperan en el malecón desolado.

Aún puedo sentir que la copa de cristal me sonríe y esa botella de vino añejo, sigue mirando de reojo, por si llegas y nos quede tiempo para un sobrio brindis.

Aún queda espacio en el papel, para escribir más versos, mientras espero que tu silueta llegue de puntillas a mi alcoba.

Aún mi alma de oruga, sigue tejiendo el capullo de nuestro reencuentro y la seda de mis ilusiones me cubre, hasta cuando pueda volar hasta tu piel.

Aún puedo sentir tu aroma, como si recién te hubieras ido, todo huele a ti, a tu calma, tu pereza, esa parsomonia que me envuelve en su melodía.

Aún me quedan ganas de hablar contigo hasta que la madrugada nos regañé, ¿recuerdas? Ignorando al tiempo que nos miraba con respeto.

Aún me quedan chocolates en los bolsillos para sorprender a tus labios, para endulzar nuestros sinsabores, para engordar nuestra locura de amarnos como niños.

Aún me quedan versos embriagados por las ojeras de la noche , para seguir esperando, extrañando tu voz, tu risa y esas tiernas rimas para mi poesía