Ven conmigo a recorrer el cauce de nuestra risa, iremos por las calles más conglomeradas y nos detendremos en cada mirada de estupefacción para seguir navegando en la sonrisa de nuestra locura.

Caminemos una vez más por el limbo del peligro y degustemos lentamente el riesgo hasta que nuestra piel se erice y nuestros poros lluevan.

Toma mi mano y volvamos a dibujar promesas en el cielo; que el aroma de nuestras plegarias baile con la luna esta noche.

Caminemos de nuevo, con los ojos cerrados por el camino de nuestros deseos, olvidemos que la noche llega y las despedidas nos asedian.

Caminemos de la mano ignorando el estrépito de las murmuraciones, los regaños de tu madre y las historias deformadas por la curiosidad vecinal.

Ven a caminar conmigo y si el miedo te abraza no despegues tu mirada de mis ojos, sujétate de mi voz como cuando te arrullo cada noche de insomnio.

Caminemos juntos que aunque pasemos por el infierno, nuestra paz protegerá nuestros sueños y aún con el mundo a pedazos, nuestras almas no serán perturbadas, si andamos de la mano.

Caminemos siempre juntos y cuando nuestra piel evidencie esas líneas expresivas; nuestras cabezas coronadas de hilos de plata; la fatiga de tanto caminar nos produzca un sueño podremos descansar pero siempre de la mano.

Y cuando despertemos te seguiré tomando de la mano para seguir caminando juntos allá...