No sé cuánto duró ese capítulo de nuestra historia: una estación , unas semanas, un par de segundos o toda una vida, el tiempo no importa...

Aún tengo el rocío de tu mirada en mis manos y el aroma de tu abrazo no se despega de mi alma como pequeños trozos de felicidad.

Siento que los destellos fugaces de tu vocecita aún nievan en mi piel con ese sabor a sueños y utopías.

Mi memoria aún canta las sinfonías de tus peculiaridades, se fueron antes de que brotaran los frutos de nuestros  besos, cual mariposas blancas  acarician mi nariz y se van de puntillas en mis madrugadas.

Mis versos se hacen más extensos que los momentos junto a ti, no fue necesario cumplir tantos años de la mano, un roce de tus dedos me dibujaba un sonrisa de eternidad

Efímera, nuestra historia en el tiempo; eterna, en la memoria y aunque solo haya transcurrido unos segundos, ese baile final de nuestros labios, estará tatuado por siempre en lienzo de mis recuerdos.