Las escalas de tu armonía han encajado en mi poesía, como mis manos recorriendo las caderas de tus sueños.

El compás de mi aliento se ha sostenido en las cuerdas de tu risa, tan ligera, tan sutil como tus sonrojos.

Voy dibujando con las agujas de mi voz la silueta de tu melancolía y bailan tus bemoles en el cobijo de mis brazos en silencio.

Sigo esculpiendo en el pentagrama del viento, un beso que me vuelva a arrullar un cuento sobre nosotros.

La música de una promesa se deshiela en mi tempo y se vuelve a romper en el desasosiego.

Es nuestra canción, con bemoles y sostenidos, con silencios y vestigios de nuestra voz, fundidas un amor, un sueño y un adiós.