Juguemos un momento a resucitar una desolada tradición, pero inventemos nuestra versión.

Te cambio mis abrazos por tus desánimos y cada vez que decaigas tendrás con qué cubrir tus alicaídas ganas.

Te cambio tu triste mirada por una desnuda rosa y para tu incesante agobio, el sosiego de mi regazo.

Te cambio tus heridas por mis lunares, así conoceré la voz de tus dolores y en tu piel relucirán mejor mis tatuajes.

Te cambio tus lágrimas por un diluvio de versos para mojarte el alma de sonetos diversos...

Te cambio tu gelidez por un café intenso y si aún quedan rezagos de frío; chocolates en un verso.

Te cambio tus silencios por mis canciones y mis esperanzas por tus frustraciones.

Te cambio tus tropiezos por mis caricias constantes y tu falta de aire por los suspiros de mis noches.

Te cambio la fugacidad de tus deseos por un eterno te quiero; tus promesas endebles, por mi palabra coronada de un pacto sagrado.

Te cambio tu pecados por mi perdón,  tus infierno por mi empíreo y tu condena por mi absolución.

Te cambio tus angustias por mis sueños y un instante por toda la vida que me queda.

Y quizá algún día nuestro trueque sea, cambiarte un beso tuyo, por mi inmarcesible poesía eterna.