A veces te siento reír tan cerca como cuando el viento me susurra canciones a fuego lento.

Y me río del vacío de un capricho, mientras disfruto de una tertulia con mi irónica soledad.

Tú sabes que no te miento cuando mi pluma te invoca a gritos muy cruentos, mientras voy cociendo la trama de otro mágico cuento.

Las heridas de un secreto han sangrado su último deseo, desde el parapeto de aquel museo.

Se me cruzó un cálido verso, por eso mis huellas saben a tinta de sonido terso.

Mis manos buscan el camino a tus caderas al ritmo de un invierno silente.

Te busco, te encuentro, te dejo y me sacudo de tus besos para prescindir de tus labios y no morirme dentro.

A veces te tengo y a veces elijo estar lejos, evitando  el dolor de tus esquirlas y salir ileso.

No sé qué duele más si amarte de lejos o tenerte cerca y sentirte más distante que el mismo cielo.

Contigo o sin ti, este amor por ti, me ha tatuado tu embeleso, en el alma, donde la tinta es indeleble, porque desnuda un desvelo, un suspiro constante y un deseo eterno.