Extraño el rumor de tu aliento, recorriendo el vaivén de mi osadía.

Me hace falta oír los pasos de tu silencio y dejarme sepultar por tu laconismo.

Añoro esa melodía de tus labios dormidos en una sonrisa a medias, apagando mi ansiedad.

Echo de menos, a tus orejas desnudas, abrazando a mis palabras con esa pasión de un orgasmo, entre mi boca y tu oído.

Necesito de tu lecho cubierto de paciencia para envolver y descansar mis secretos.

Y también extraño esos gestos, ese baile de tus ojos con tus pestañas, tu ceño y tus párpados navegando con cada palabra en el silencio.

Hoy le hablo al viento, a la noche, a la luna y al tiempo y aún extraño hablarte a ti y sentir que no existe nada más que ese beso en mi alma, cuando mis secretos, eran acariciados por tu atenta mirada.