17 - Paranoia esquizofrénica...
dedicado a Nyahmore
" ... no muy cortos"
A veces siento la demencia en mi piel; degrada mi lucidez y azota mi sien con furia descomunal, inevitable como la lluvia veraniega.
Una voz algo gris, atormenta a mi tenue cordura ; inefable sensación acaricia a mi ingenio en el letargo...
Ya me contagié de infección poética y mi adicción a escribir me produce una febril ansiedad por los versos.
Un vendaval de metáforas me asedian y compiten entre sí, ahora desfilan en el ápice de mi pluma; aventuras sin rima.
Te veo sentada en las faldas de mi anhelo más recóndito; te deslizas entre lo imposible y te tomas un café con mis diablos azules
Ahora te respiro en los retazos de mi nostalgia; aún siento el aroma de tu indiferencia, sin embargo me refresca el color de una brisa esperanzadora.
Casi sin querer hilvano un beso tuyo en mi canción y lo bebo sin azúcar en el ocaso de una hoja otoñal
Mis versos grises ahora se embriagan con tu acuarela; los puedo oír toser al ritmo de tu locura , ¿o es la mía?, quién sabe.
Creo ver tu abúlica voz, que se pasea con cierta parsimonia en mi historia; que se asoma con sigilo entre mis heridas.
La resaca de tu desamor; abrasa lentamente mis lozanas ilusiones y la migraña sigue cantando esa elegía azucarada que con tanto amor odié.
Bebo el último sorbo de hedionda lucidez; y mientras reciclo algunas melodías de tu aliento, creo sentirte más que tu cotidiana ausencia en mi piel.
Me fumo con cierta adicción tus recuerdos al ritmo de mis antojos y tu silueta baila en mi café, la canción que olvidé.
Me hice amigo de las cicatrices de mi culpa; converso con tus regaños y remiendo mis defectos subrayados en tu eterno cuento.
A veces creo tener un devaneo con alguna alucinación que se negó a morir en mi razón y se impregna la textura de tu espalda en mi mirada.
Aún me queda unas cucharadas de desquicio en mis rincones ; la sombra de mis desvelos y uno que otro bostezo del tamaño de tus migajas de amor.
La ilusión vestida de luto se arrastra por debajo de tu ausencia ; el vahído de mi alma agita sus brazos pidiendo tregua...
Sigo engendrando en mi pecho, melodías con el óleo de mis remembranzas, todas con sabor a humo; sin embargo sólo Dios sabe que no fuiste un sueño; que un día te besé cuerdo, te tuve entre mis brazos sin metáforas o hipérboles y las caricias tenían aroma a lo real; que la locura no tuvo más espacio que para amarte y que escribí los versos más bellos y los tatué en tu alma por si algún día la esquizofrenia y la paranoia se enamoraran de mis poesías algo cortas...
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