Las miradas de mi alma cansadas de besar mis fantasmas, se arrancan las ojeras que han acompañado a mis ojos.

La epifanía de tu silueta en mi sopa fría, me ha golpeado contra el muro de mi propia agonía.

El parpadeo de un verso abanica mi asfixia y mientras contengo el aire, mis lágrimas dibujan una sonrisa gris, ajada y partida.

Quiero pensarte sin dejar de respirar como el fluir de un manantial que murmura una canción en silencio.

Un jadeo clandestino me mira de reojo, intento atrapar el aire con mis manos para sorber y atrasar mi cita con la oscuridad.

Oigo los pasos del ocaso de mi camino, el crepúsculo de mis latidos se asoma con sigilo y felonía.

El destello de mis ojos se apaga como luciérnaga que va cayendo al acantilado de mis errores.

Eres tú mi vida y mi agonía; tengo la sensación de verte cerca de la luz que aletarga mi respiro, veo tus brazos y la agonía agita sus  manos, mientras mis versos se apagan, sin voz, sin rima , sin vida.