Esta primavera me sabe aún a la escarcha de un otoño invernal; será que las hojas no retornan de su viaje; será que al frío se le olvido zarpar una vez más.

Las flores aún dormitan entre los rezagos de un tenue y tímido septiembre; se respira una esperanza de puntillas que sacude de espalda la resaca de la nostalgia.

Las crisálidas retardaron su metamorfosis; las golondrinas perdieron su ruta; la lluvia, abrió las alas a destiempo y el frío aún no se hizo sus maletas.

Pregonó la primavera, un reloj de arena; el mar profundizó la idea; la tibieza de una ilusión marchita, ha despertado del sueño al sol.

Mis días ya no distinguen una estación de otra; tu sonrisa podía pintar de primavera, mi invierno; tus caricias brotaban en mi piel y el otoño llovía un verano.

La estación que corona mis versos; no es verano porque no se asoma el sol; no es otoño porque las hojas ya no bailan con mi rima; no es invierno porque el frío no llueve en mis ojos; ni primavera porque mis estrofas perdieron su coloración.

En una estación que mastica la rutina; esperando en el mismo lugar; el mismo tren; el mismo tiempo en el que algún día; quizá pueda ver la silueta que cambie eternamente mi estación.