Fuimos como esa estrella fugaz; que se asomó por la rendija de las tinieblas; tan efímera, tan ligera; sin embargo  destilando una luz eterna en los deseos de quienes nos contemplaron aquella noche.

Fuimos como aquellas notas de un viejo piano; dibujando acrobacias al borde del abismo, solo sujetados por un suspiro tenue y melódico.

Fuimos ese verso tatuado en las manos de Dios, quien ahora nos moldea y nos funde en el fuego de un peculiar sueño.

Fuimos el aroma de aquella canción que trepida como ofrenda, el sacrificio silencioso que lleva cautiva la inagotable bendición.

Fuimos el eco de la voz de una ostra, que perdió su perla en algún rincón de una solitaria historia

Fuimos esa oruga que aún sueña dibujar su vuelo; la greda que se ilusiona y ansía  las manos del alfarero.

Fuimos, somos y seremos la poesía que Dios tiene en el tintero, la oración que adorna su templo y el milagro que brotó de su seno.