Esta mañana acuné a mis palabras en mi regazo , les di descanso; necesitaban refrescar sus alas en el fondo de esos puntos suspensivos tan recurrentes.

Callar mi boca no es vacío, quizá es el miedo atrincherado en un deseo; quizá es la duda bailando con mi anhelo.

Mi silencio es el aroma del misterio,  una tregua impaciente que se obstina con el tiempo.

La ausencia de mi voz en el papel no es carencia de versos, es la eclosión más estruendosa de insólita poesía.

Mis manos se cierran y sigo escribiendo, cierro mis ojos y es cuando más te veo, cierro mi boca y te beso el alma como siempre y como nunca.

Mi silencio es para amarte, plácido, furtivo, eterno, como a nadie; que ni se asome la idea de que mis versos, quizá marchitos, mueren en la fría calle.

Mi silencio no se remoja en arrepentimiento, es la fuerza que descansa en la placidez, donde solo te oigo respirar en mi pecho.

Mi silencio, hoy te grita esos susurros que guardé en mis latidos; en mi silencio te amo más que cuando te lo digo y me callo de nuevo, para que mi voz en el tintero, despliegue sus alas al viento.