Te contaré una historia en silencio  mientras duermes y sueñas.

Vi una silueta peculiar y solitaria;
Lo vi, con su ligero caminar, aún antes de que despierte el alba, sus pasos despertaron a la neblina que comenzó a derramarse desde algún tétrico rincón.

Lo vi, cargando la misma mochila de recuerdos arrugados y algunos sueños para el camino, masticaba una promesa desabrida y añeja.

Con la miraba fija en todo y en nada ; sus ojos color nostalgia a veces algo transparentes como si lloviera ...

Traía la sonrisa partida y su sombra delgada, desnutrida y pálida a veces, se cansaba de tanto andar.

A veces cual niño dejaba entrever las cenizas de una risa de antaño quedaron como vestigios de alguna vez fue.

Ese muchacho a veces se sienta debajo de ese abedul que lo abraza, mientras él observa el horizonte con una pizca de esperanza que se va desvaneciendo.

Ese joven encerrado en su misantropía con un papel y una pluma se parece un poco a mí, pues su poesía es como la mía.

Ese hombre aprendió a acurrucarse con la soledad que en su seno le enseña que hay un Dios que entiende de esos amores grandes y pequeños.

Ese hombre que trae nieve en el cabello, tiene tatuado en el alma, tu nombre y asegura haber rasguñado la felicidad con un beso que hasta ahora paladea con emoción.

Mientras aún duermes, sigo esbozando la historia; frente al espejo que me ha mirado con melancolía, quizá ese hombre soy yo ...