A veces creo ver la silueta de tu primera mirada, ¡qué importa el cuándo! pues mi memoria no fue buena aliada para las fechas...

No importa el día, si aún percibo el aroma de tu seriedad, que cual parapeto, cubría tu delicada sencillez.

No me cautivó tu sonrisa, era el misterio de tu faz; no podía saber si estabas triste, distraída o me escrutabas el alma.

Con un poco de suerte lograba que fruncieras el ceño, con alguna frase interesante o en el mejor de los casos un movimiento de labios parecido a eso que dicen "sonrisa".

No recuerdo en qué momento me escudriñaste con tus ojos por vez primera, mi sonrojada piel no lo pudo presagiar pues cuando lo quise saborear por un segundo más , embriagado por la musicalidad de tus pestañas bailando en mi piel, tus resbaladizas pupilas ya dormían otra vez en sus blancas celdas.

Cuando me había jurado no esbozar más ninguna historia de amor ; desperté remendando los capítulos, estrofas y escenas más cursilescas de mi vida.

Con mi alma en versos, intenté resarcir, con mis rimas, las magulladuras de mis sueños.

Aún hay tiempo en el papel y centímetros que recorrer en mis horas de nostalgia; para esparcir los pétalos de mis solitarios recuerdos y entretejerlos desde mi amnesia impertinente.

Ahora que lo recuerdo no tuvimos un génesis, ni tú ni yo fuimos conscientes de los síntomas de una enfermedad tan sublime.

Creyendo ser inmunes nos arrojamos al abismo del ¿qué puede pasar? y cuando intentamos salir del laberinto ya el ocaso había ahogado lentamente el destello de la aurora

¿Acaso nos habíamos enamorado? ... no hubo un alfa, porque nunca delimitamos la alborada ni mecimos en nuestro seno al alba.

Y en nuestro horizonte peculiar, solo hay retazos de una historia sin tiempo, sin principio ni fin