Cartas sin remitente
Escribo cartas sin remitentes, unas letras que siempre llevaré presentes,
textos intensos muy profundos tan elocuentes.
La pluma no puedo soltar,
escribir es una maldición que siempre me dolerá,
pero a la vez me bendice de una manera tan única,
que yo la moldeó con mi estilo y firma.
Vaya que se vuelve complicada y jodida,
ya que no tiene un límite o una medida,
porque es algo que siempre sangrará,
una herida que el tiempo no cerrará,
porque letra sobre letra la poesía se tejera,
como hilos que forman la silueta, de una musa tan fascinante como perfecta.
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