** CAPÍTULO 18 **
Catherine aparcó el automóvil frente a la casa Monet¿Difícil? Demasiado, después de un tormentoso mes, ahora se enfrentaba a reencontrarse con Edmond Monet.
Quizás la rechazaría y jamás la querría volver a ver, pero de algo si estaba segura; que nunca iba a permitir eso.
No podía, simplemente no podía, su alma tenía que estar ensamblada con la de él si no, no podía respirar.
Tocando con dos leves pero retumbantes golpes se hallaba Catherine; esperando pacientemente que alguien le abriera.
El pomo de la puerta fue girado con suavidad y al abrirse se encontró con la señora Monet, que al verla parada allí, sin expresión facial, cambió a una sorpresiva:
—¡Catherine! , cariño estábamos tan preocupados por ti —Marianette se apresuró a alcochonarla en un abrazo cargado de amor.
¿Amor? , ¿Realmente la quería ahora?
—Lo siento tanto, de verdad no se como perdonarme por hacerle esto —la pelirroja habló, refiriéndose al ojiverde.
—No te preocupes querida, entiendo. El único problema es que Edmond ha estado mal estos últimos días.
—¿Cómo qué ha estado mal? —la preocupación invadió el cuerpo de la pelirroja
—Si, no ha querido tomar sus medicamentos, ha estado muy nervioso, y ha tenido insomnio —los leves orbes de la señora Monet se convirtieron cristalinos, querían estallar de dolor.
—Me siento tan mal por esto
—Se que te alejaste por lo que te di —Marianette le dio una mirada compasiva, de alguna manera la entendía, era evidente que con esa sorpresiva carta iba a sentirse confundida, hundida, sin saber que hacer.
—Lo se —admitió la pelirroja cerrando fuertemente los ojos —.Pero no se merecía este alejamiento Edmond
—Si, pero no puedes decirle sobre esa carta Catherine — su madre la observó severamente, era una advertencia para que no cometiera el error de ir en ese instante a decírselo.
—Muy bien veré que puedo decirle, ¿Dónde se encuentra?
—Se encuentra en su recámara, no ha querido salir de allí desde hace cinco días —estaba melancólica, se reflejaba en su exterior. Estaba exhausta o eso era lo que dan a entender su aspecto.
Catherine se dirigió hacia las escaleras, y con pasos cautelosos, llegó al cuarto del ojiverde. Se frenó en seco al estar frente a él.
La última vez que estuvo en su cuarto fue en una escena bastante comprometedora, y desde ahí; nunca volvió a estar ahí.
Abrió el pomo de la puerta, y cuando el típico chillido resonador de la puerta sonó, se halló a otro ojiverde. Se encontró a Edmond Monet con sus brazos rodeando sus piernas totalmente . Su cara era afligido, sus pómulos estaban delgados, más de lo que ella recordaba y sus labios se encontraban pálidos. Sus ojeras estaban notables y su mirada estaba sometida hacia abajo. En esto estaba convertido Edmond Monet.
Catherine no soportó, su corazón no soportó tanto dolor y soltó un sollozo, un sollozo silencioso. Sus lágrimas caían por sus mejillas, pero tenía miedo. Miedo de acercarse a él, pavor de dar un paso adelante y que él la empujara y le gritara que se fuese.
Y no estaba equivocada.
Cuando se acercó a él y le tocó el hombro con suavidad , él levantó el mentón y su cara fue de repugnancia total.
—¿Qué haces aquí? —su mirada era dolorosa, era inexplicable lo que su mirada reflejaba.
—Vine a verte, se que es estúpido decirlo, pero no pude venir a verte
—¿Después de tanto tiempo? —sus ojos eran desafiantes, y ella estaba consternada.
Su tez se convirtió en una blanquecina, y sus ojos rezagaban confusión .
—¿Por qué te alejaste de mi? , ¿No soy el otro Edmond verdad? —su mirada se dirigía hacia un punto ciego de la pared, y sus manos le titubeaban.
—No es eso, Ed, no sabes como me arrepiento —sus facciones se tornaron tranciturna.
— No es verdad, estas mintiendo —sus ojos se encontraban totalmente empapados , el sólo se quito aquellas ferozmente. No quería estar vulnerable frente a la pelirroja. No ahora.
—Tenía muchas cosas que hacer en la Universidad, me enfermé y bueno no pude estar contigo —se sentía enferma por mentirle de aquella manera pero, no tenía opción. Si le dijera la verdad, le ocasionará más daño al pequeño ojiverde.
—¿Por qué te alejaste de mi? —volvió a interrogar, ignorando la excusa que ella le dio.
—Ya te lo explique Ed —ella sabía que eso era causa de que no tomaba sus medicamentos.
—No es cierto —negó con la cabeza, volviendo a ocultar está bajo sus piernas.
—Tu madre me ha dicho que no has tomado tus medicinas ¿Eso es cierto?
El ojiverde tragó saliva con dificultad y le contestó:
—Tú no eres quien para refutarme —su voz era firme aunque en ocasiones daba ligeros temblores.
—Claro que lo soy —ahora la pelirroja se sentía ofendida.
—¿Qué eres? ¿Mi amiga? —ironizó con desagrado —.Mi amiga que sólo viene cuando se le da la gana , eso eres Catherine.
La pelirroja petrificada, no sabía que contestarle. Era la verdad, de una manera muy cruel, pero era cierto.
—Prometo no volverlo hacer
—No te creo nada ¡Ya no te creo! —gritó con un tono melancólico.
—¡Créeme!, me lástima mucho verte así por mi culpa , no sabes lo estúpida que me siento ahora mismo
—¿Por qué te alejaste de mí? —por tercera vez interrogó el pequeño ojiverde.
—¡No lo sé Edmond! , ¡Tengo miedo, siempre me pasa esto! —sus ojos se hallaban furiosos, pero no por él. Estaba enojada con ella misma por volverle hacer daño a Edmond.
Jamás se perdonaría lo que ocasionó en el pasado, ni mucho menos ahora .
—¡Perdóname! ¡Perdóname por ser tan estúpida! —sus ojos eran un mar de lágrimas, hundidas sobre una marea de emociones agonizantes.
—¡Cállate por favor! —él pequeño ojiverde ocultó sus oídos con sus manos y sus ojos estaban cerrados consecuencia del temor —. ¡Por favor!
La pelirroja se asustó al verlo en ese estado, se apresuró a abrazarlo , pero él la empujó ferozmente.
—¡Déjame!
—¡No lo haré!
—¡Vete de aquí, no te necesito! , ¡No necesito a nadie!
—¡No me iré, porque te amo Edmond Monet! —su corazón palpitaba como un taladro sobre ella.
—¡Te amo! ¿¡Me escuchaste?! —sus ojos entraron en contacto, y él se derrumbó sollozando alto.
—Ven aquí cariño —la pelirroja extendió sus brazos para que todo el cuerpo de él estuviera en ellos.
Su cabeza se hallaba sometida ahora en el cuello de Catherine, sus manos sostenían fuertemente la chamarra de ella.
Catherine también sollozó, y al verlo tan devastado se culpó mentalmente.
—Cariño, escuchame —la pelirroja le habló al ojiverde, pero el no le hizo caso. Besó la coronilla de su cabeza y Edmond alzó el mentón con ligereza.
—Jamás, escuchalo bien,¡Jamás! Volveré a alejarme de ti, aunque la situación este severa —sus ojos se hallaban brillosos, eran tan vulnerables al estar con Edmond. Había dos cosas que podrían provocar:
Brillo u oscuridad.
—Hay cosas malas aquí... —sus ojos se tensaron, y se cerraban frenéticamente.
—¿Cosas malas? —interrogó en casi un susurro, pero alcanzó a oírla él ojiverde.
—Si, rodean mi cabeza . Se siente horrible —sus labios titubeaban y su voz sonaba como un pequeño niño asustado por la oscuridad de una posible pesadilla.
—Cariño, se llaman pesadillas , sólo están en tu mente —su mano ahora estaba posada en su cabellera dando suaves caricias.
—No creo que sean eso... —su voz se pausaba a ratos, causa de las caricias de la pelirroja.
—Si lo son, sólo no pienses en ellas, trata de pensar en cosas que te hagan sentir bien, que te hagan sentir feliz y verás que desaparecerán —su tenue voz hizo que el ojiverde suspirara cansinamente.
—¿Cómo tú? —su sonrisa se dejó salir de sus deshidratados labios. Ella sólo suspiró pero a la vez sonrió tontamente.
—Si cariño, como yo —él ojiverde alzó el mentón una vez más, y la pelirroja le picó el puente de la nariz con ternura.
—¿Sabes cuánto extrañe tus labios? —su voz se entrecorto y sus ojos brillaban de ilusión.
Catherine acercó sus labios, pero el se alejó juguetonamente.
—No, todavía sigo molesto —sus brazos se cruzaron y ella soltó una carcajada .
—Ok, lo tengo bien merecido —su cara estaba apagada. Sabía que iba ser difícil que él ojiverde la perdonará.
Después de tratar de convencer a un ojiverde bastante "molesto", Catherine se dispuso a su casa, en donde cayó de un profundo sueño. Al otro día se encontró en clases, pasaron fugaces, claro en sus pensamientos sólo había algo allí atolondrandolos más conocido como; Edmond Monet.
Su estómago se estrujia al recordar como ayer encontró tan devastado al hombre de su vida. Mientras pasaba en el escritorio del profesor más despreciado por la pelirroja, aquel ese día comentó entusiasmado, que habría una variante de conferencias en el colegio, donde, además de ser internacionales; serían sobre las carreras implementadas en la Universidad.
Catherine al escuchar aquello, le retumbaron los oídos. Más, cuando escucho que podían invitar alguien .
Su corazón le pálpito frenéticamente. Podría llevar a su dulce ojiverde.
¡Eso era más que alegría pura!
Suspiró cansada, tumbado su mochila en el asiento trasero de su automóvil, arrancando el coche para poder dirigirse a la casa de Ed, y claro, contarle que podría llevarlo hacia su Universidad.
Una pregunta bastante alardante invadió su mente:
<<¿Y si quizás hubiéramos ido a la misma Universidad?>>
Quizás, sólo quizás sería otra historia. Un escalofrío recorrió su espina dorsal propagación del viento. Se sentía nostálgica, nos quería recordar el pasado, pero ahí estaba, inundando sus pensamientos sobre ellos.
Miles de escenas se dejaron impregnar en la pelirroja. Podría tocar su mano al salir de clases, almorzar juntos y verse por lo menos cinco minutos.
Podría ayudarle a sus materias —en lo que el ojiverde no entendiera, por supuesto —, y obviamente al revés.
<<¿Por qué? , ¿Por qué el destino predicó esto?>>
No lo quería, no podía soportar que el destino fuera tan macabro y el mismo haya propiciado que el ojiverde sufriera ese accidente. Era evidente, tal vez quería darle una madura y fuerte lección a la pelirroja para que valorará el amor que le tenía Edmond Monet.
Tenia; tiempo pasado, porque todavía había cierta incertidumbre si él ojiverde por lo menos alguna vez, recordaba a Catherine.
Tocó con dos leves golpes la puerta gigantesca frente a ella, y para su sorpresa, no fue Marianette quien le abrió:
—¡Pelirroja! —coreo bastante emocionado.
—¡Ojiverde! —Catherine soltó una risotada.
¿Cuándo le iba a decir por su nombre?
—¿Ojiverde? —sus ojos mostraban desorientados.
—Si, mi chico de ojos verdes, ese eres tú —su sonrisa vislumbro por sus pómulos, y ella se sorprendió aún más cuando el pequeño ojiverde la abrazó tan fuerte, que unos segundos más y terminaban cayéndose sobre la puerta.
—¿Por qué eres tan bella? —sus ojos color esmeralda cristalinos inspeccionaban otros del mismo color, sólo que estos un poco más intensos.
—¡Soy Catherine Mc Claire!, así soy yo cariño —su egocentrismo se dejó fluir en el comportamiento de la pelirroja, y eso hizo reír al ojiverde.
—¡Ew! Ególatra —su sonrisa juguetona reapareció en los dientes de Edmond y empujó su hombro con suavidad.
—Cariño, vine para invitarte el día de mañana a un lugar —al terminar la oración la pelirroja soltó un leve brinco exasperada.
—¿A donde? —interrogó dudoso, no le daba buena espina. Todavía no recuperaba la confianza necesaria con ella.
—A unas conferencias que darán en mi Universidad, me encantaría que fueras, así podrías ver que carrera estudiarías —sus miradas se conectaron , una en súplica y otra en dudosa.
—No lo sé Cathy —frunció los labios, no sabía como negarle la salida.
—¡Por favor! ¿¡Si?! —ahora Catherine era el reflejo de un cachorro pidiendo comida, suplicando por una caricia. Su mohín se ensanchó y sus ojos brillaban, queriendo salir lágrimas de ellos.
El ojiverde suspiró pesadamente —: Está bien, iré contigo pelirroja — le era inevitable rechazar a una bella mujer haciéndole mohines, aparte de que se veía sumamente adorable .
Y así, entre carcajadas y miradas azucaradas, pelirroja y ojiverde se dirigieron a las conferencias...
¡Holi Anonymes!
Ojalá estén muy bien..
¿Creen que hizo bien la pelirroja?😅
¿Les gusta la pareja?😍
¿Qué creen que pase en el siguiente capítulo?😓
Les mando un fuerte abrazo virtual y un beso de parte de Edmond 😉
¡¡Los quiero!!
Nos vemos en el siguiente capítulo!
Con amor y cariño:
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