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** CAPÍTULO 09 **


Niños corrían efusivamente por el fresco pastizal, se localizaban unos juegos infantiles. El aire le daba un aspecto fresco a los árboles, que conforme pasaba el tiempo se volvían cada vez más viejos.

Edmond Monet; como un infante ilusionado se dirigió a la heladería más cercana al parque. Las estruendosas carcajadas de la pelirroja lo hacían perder los sentidos, dos bolas de chocolate y dos de vainilla bastaron para los enamorados.

—Aquí están tus verduras —su sonrisa entre los dientes hicieron que se ensancharan los pómulos de la pelirroja.

—No es justo —su mohín se hacía cada vez más tierno, sacando el labio inferior al propósito.

—Muy bien, te ganaste tu helado —Edmond Monet era muy débil antes esos gestos.

—¡Gracias! —sus ojos entraron en contacto con los de él.

—De nada —respondió con simpleza, encogiendo los hombros.

—No —negó suavemente —. Gracias por ser el mejor amigo que pueda existir, te quiero —susurró encontrándose con unos orbes bastante adoloridos.

<<Yo no. Te amo>>

Esas poderosas ganas de decirle que no la quería, que la amaba a más no poder.

—Es un placer —su sonrisa ahora era ironía pura, sus ánimos se derrumbaron junto con su corazón.

Su atardecer consistió en empujarse, juguetear, subirse a los juegos infantiles en donde su masa corporal los dejará; eran los dos niños de cinco años que se conocieron por vez primera.

—Nunca te vayas de mi lado ¿De acuerdo? —el ojiverde sonrió ante las palabras de Cathy.

—Ni tu del mío

—¿Lo prometes? —sus ojos reflejaban tristeza, melancolía. Jamás él la había notado tan vulnerable.

<< Lo prometo, mi amor>>

Esa, siempre fue la respuesta que quiso decirle al amor de su vida.

Una vez más, sus labios en ese momento eran lo mejor del mundo. Eran la fruta prohibida que quería probar, saborear en su paladar. Sus ojos se pegaron como energía magnética y la conexión se presenció más intensa.

Desde ese día, la pelirroja supo que se había enamorado perdidamente de Edmond.

¿Por qué?, ¿Porqué su corazón se fijó en él, y no en otra persona ?

¿Así se siente amar? Amar a esa persona y no poder decir lo que tu alma pide a gritos; tenerlo para ti, ser tuyo y de nadie más. Sentir esa incesable necesidad de pegarte hacia él y besarlo como si fuera el último día, como si nunca más lo fueras a ver. Sentir esa ligera depresión cuando está lejos de ti.

Si eso era amar, entonces amaba eternamente a Edmond Monet.

Lo amaba más que un pintor a su obra de arte, que el soñador a las estrellas, y que a su propia vida...

Despejo su mente para no seguir pensando en esos recuerdos, que solo vaciaban su alma. Hoy volverá a ver al ojiverde, después de la escena de la cafetería, estaba decidida.

Iba a verlo, y las veces que fueran necesarias, así sean cientas; iba a verlo y lo iba a enamorar, como él en algún momento lo hizo.

Llegando al colegio se colocó en el mismo arbusto en donde con anterioridad, había estado. Sus ojos inquietos buscaban efusivamente al ojiverde en medio de jóvenes saliendo fugaz por la puerta. De pronto, sus ojos se desviaron y no podía creer lo que estaba apreciando:

"Edmond acompañado por Charlotte". Si, esto era real, su mejor amiga de la infancia con Ed. Sabía que le tenía cariño al joven Monet.

—¡Bon Jour! —la pelirroja saludó alegremente a los chicos.

—¡Cathy! —gritó atónita Charlotte, acto seguido la abrazo con fuerza.

—¡Hola pelirroja! —sometida la cabeza hacia abajo tenía, por la severa timidez que se reflejaba en sus pómulos, y por obvias razones no quería que lo notara.

—¡Hola Ed! —con una sonrisa tierna Catherine correspondió el saludo.

Catherine pensó que tal vez era una buena e ingeniosa idea ir al parque, el mismo parque donde había aceptado que amaba locamente a Edmond.

Los ojos del ojiverde se iluminaron al observar los árboles verdosos bastantes cuidados, y se alegró aún mas, cuando visualizo que en el ambiente se respingaba paz y tranquilidad.

—¿Por qué estabas dentro de la escuela con él?

—¿Celos? — sus ojos burlones hicieron enfurecer a la pelirroja — .Tranquila, me habló su madre, parece ser que necesitaba ayuda en sus materias —sus orbes se apaciguaron, y su semblante de estar sobrio, cambio a uno relajado y pasivo.

—¿Por qué le habla a todos menos a mí? —su tristeza era capaz de destruir su interior.

—No lo sé Cathy, ella está muy dolida por su hijo, piensa que tienes la culpa que esté así —toco su hombro levemente.

—Eso ya lo sé, no tiene que decírmelo.

—No te culpes de algo que no es cierto —su amiga renegó la actitud de Catherine.

—Oigan, ¿Por qué hablan tanto? —Edmond habló jocosamente, y animo a las chicas a tumbarse sobre el fresco pastizal.

Entre carcajadas, miradas que decían más, más que mil palabras, y comentarios sarcásticos por parte de Charlotte, el atardecer amenazaba con salir, y allí; acostados sobre el pastizal, Charlotte comentó:

—Se ven lindos juntos —su sonrisa se ensanchó, y sus ojos brillaban de entusiasmo.

—¿En serio? —los pómulos enrojecidos se hicieron presentes en Edmond.

—¡Claro! , se ven tan bien que harían una bonita pareja —sus ojos se dirigieron a una pelirroja con el semblante serio. Ella solo se limitó a guiñarle el ojo en forma de complicidad.

—Eso no es gracioso Charlotte —sus ojos se mostraban amenazadores, era una especie de... 

<<Te voy a matar, en cuanto pueda>>

—Yo solo decía —encogió los hombros —. ¡Oh! me tengo que ir, linda tarde —la rubia tomó sus cosas, y de forma veloz se apresuró a irse.

—¡No Charlotte!, tenemos que hablar ahora mismo.

—¡Au revoir! —su voz se fue desapareciendo, mientras ella se iba alejando.

—¿Así es ella? —el ojiverde señalo el ahora lugar vacío que, con anterioridad, ocupaba la chica rubia.

—¿Cómo? —preguntó la pelirroja confusa

—Si —afirmó —, de "alocada" —recalcó la palabra haciendo comillas con sus manos. Sus ojos mostraban disgusto hacia Charlotte.

Si, volvía a ser el mismo Edmond que conocía. El ojiverde y la rubia no llevaban una amistad 'normal'. A Ed nunca le gustó la forma en como era Charlotte.

—¿Quieres ir a casa? —la pelirroja le preguntó amablemente.

—Claro, me duele la cabeza

—Bien, vamos —los dos se subieron al automóvil. La tensión iba en aumento, los dos solos, y más sabiendo que sus cuerpos estaban cerca a causa del estrechamiento que el auto generaba.

Edmond miraba hacia la ventana embobado con el paisaje, desde su desgarrador accidente jamás había salido de su casa.

—¡Llegamos! —exclamó la pelirroja para tratar de captar la atención del ojiverde, que aún seguía pegado hacia la ventana.

—Ed —cuando menos lo pensó, su mano agarró suavemente la del chico. Sus ojos entraron en contacto.

<<¿Qué será esto que siento>> se preguntaba el ojiverde al sentir un leve hormigueo en su mano posada en la de ella ¿Y ella? , ella solo sentía miles de sensaciones en su cuerpo.

—¿Estás bien? —sus ojos se desviaban hacia sus tiernos, pero a la vez sombríos labios.

<<Cuanto extraño tus labios>> sus ojos no despegaban la mirada hacia la comisura de sus labios.

Edmond también lo sintió, también sintió esa extraña sensación de besarle y eso, le daba miedo. Tenía miedo de probar esos tentadores labios y nunca dejarlos ir, tenía miedo que le encantará el sabor de sus labios, y se embriagara de ellos.

Tenía miedo de sentir tanto por ella, y que no recibiera nada a cambio. Tenía pavor de sentir tanta conexión con ella, es como si, su cuerpo fuera electromagnético y quisiese pegarse hacia ella.

<<¿Será que tuvimos que ver en el pasado>> Otra vez sus pensamientos lo abordaban, así que optó por detenerlos....


¡¡Anonymes!! Lo prometido es deuda, aquí está el capítulo. Bien, espero les guste y sigan queriendo está novela...les prometo que lo que se avecina va a estar bueno 7_7

Por el momento me retiro...

¡Cambio y fuera!

Se despide de ustedes...


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