No hay otra palabra
Que defina a este idiota atolondrado
Que plasma en sus escritos
Todo lo que ha llorado.

Debería ser quemado
En la hoguera del desprecio
Porque su vil existencia
No merece el menor aprecio.

Pensó en un final feliz
Que concluyera su cuento
Mas ahora la directriz
Era morir en sus lamentos.

Ya cansado de vivir
Rememora su hundimiento
Porque para él olvidar
Sería el mayor sufrimiento.

Quizá caiga en la redundancia
Al atravesar este abismo de pronto
Mas solo son lloriqueos
De un infatigable tonto.