* La apariencia debería no importar *
Sucedió... Un martes cualquiera del mes de abril, una de esas actividades que se realizan en el instituto en la tarde y que la presencia valía puntos. Fui solo por los puntos que ofrecían, aunque ahora ya no tiene importancia.
Estaba sentada en el quinto espacio de la sexta fila sola como siempre. Al lado se sienta un chico y justo cuando quise ver quién era se va la luz, se escucha gritos de las chicas alrededor pero no le di importancia. Y fue en ese preciso momento dónde todo empeoró.
Al principio todo parecía normal, algunos hablando con sus amigos, otros con el celular y yo sola en ese banco esperando el regreso de la electricidad.
- Que mala suerte está que se vaya la Luz - dice el chico de a mi lado, sorprendida que me haya hablado tardó un poco para contestar
- La actividad a de ser aburrida, por eso se habrá ido. - contesto y me doy una cachetada imaginaria por el absurdo comentario que he hecho. Para mí sorpresa el chico se ríe
- Quien hizo está actividad se esforzó mucho y a de estar furiosa - y sí que era cierto, mi prima era la organizadora y había tardado más de 1 semana para que todo salga "perfecto"
Así estuvimos hablando por un largo tiempo, exactamente 28 minutos que fue el tiempo que la luz se fue. Hablar con el se sentía una maravilla, tenía gustos parecidos a los míos y por un momento creí que llegaríamos a ser grandes amigos. Lástima qué solo lo pensé.
Cuando iba a iniciar el minuto 29 la luz regresó y pude verlo, no era un chico muy atractivo, no tenía nada en especial, se veía común y corriente, lo único que sobresalía en el era su lunar en la ceja derecha. Y aún así yo podría verlo todos los días y sentirlo especial para mí.
Por un momento se me olvidó la cicatriz que tenía en mi cachete, mis ojos de lo más normal, mi rostro con tanta imperfecciones y mi cuerpo con unos kilos de más. Lo olvidé por completo, por estar asombrada que ese chico que tengo a mi lado se haya atrevido hablarme, a este asqueroso desastre.
Me duró tan poco ese minuto de alegría... Tan poco que dolió, cuando el levantó su vista y me vio, ja, nunca podré eliminar esa imagen suya que mostraba decepción total, abrió un poco sus ojos y me escaneó rápidamente tratando que no lo notara, no lo logro. Yo ya no sabía que rostro poner. Lo peor no fue eso, fue sus palabras que fueron peor que unas dagas.
- Yo... Lo lamento... - no entendí lo que quería decir - es que... Creo.. que.. - veo como rápidamente se para y agarra su mochila. - tengo que ir al baño, si al baño, tengo un problema malestar, no te preocupes por mi lugar. - se golpea con una silla por la rapidez qué trata de salir - adiós.
Ni tiempo me dio para despedirme de el, pero sabía que pasaría a continuación, no lo volvería a ver, nunca más, me evitaría como el resto de las personas de este lugar. Me coloco la capucha de mi suéter para que los demás no logren reconocerme, disimuladamente me inclino para abajo y con el mango de mi suéter me limpio la pequeña lágrima que comenzó a bajar por mi mejilla.
Sí tan solo fuera otra, sí tan solo fuera más linda, más alta, más delgada, tal vez los chicos no se alejarían de mi, tal vez podría tener amigos, tal vez no pasaría sola y encerrada en mi habitación llorando por no ser como ellos. Sí tan solo tuviera un amigo que me acompañara siempre, no estuviera en este ridículo momento, si tan solo pudiera cambiar... La apariencia no debería importar.
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Lo que ella no sabía es que en la esquina de aquel salón se encontraba un chico que la creía perfecta a pesar de sus grandes defectos solo que el era demasiado tímido como para atreverse a hablarle, pero bueno eso será otra historia.
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