~Opción elegida: Seguir a la criatura~

Luego de volver a ver el menú abrirse, aun si la flecha muestra que iba hacia la opción de seguir a la criatura, México suspira, cerrando sus ojos y negando, rompiendo la cuarta pared nuevamente alza su mano y con ella baja el cuadro de opciones desapareciéndolo de tu vista sin permitirte acabar de dar a la opción elegida

—Escucha, lo lamento jugador —habla de un extraño modo serio— pero esta vez no me voy a esperar a tu respuesta —se encoje un poco de hombros— sea cual sea

Explica, apretando la lámpara entre sus manos y avanzando en dirección de la criatura con un mirar determinado al tiempo que en su otra mano, muestra una pequeña chispa de energía que aparece y desaparece por momentos, el latino estaba listo para la pelea, eso era seguro en estos momentos, pero hasta tú sientes extraña su "revelación" en tu contra

—Esta vez lo hare a mi manera —menciona el tricolor con un mirar determinado— ayudare a tantos como pueda

No dice demasiado después de eso, solo sale de la habitación con paso seguro y firme, encuentra a la distancia una masa deforme que parecía tratar de tener algún par de colores que, entre la oscuridad y la poca iluminación que da la lámpara en su mano, no permite distinguir correctamente y que, además, la piel parezca cambiar los colores como si de un camaleón se tratase, tampoco ayuda a distinguir algo que pueda ser reconocible a la memoria del tricolor

—¡Hey! ¡Pequeño! —grita México en dirección hacia la criatura que, entre gemidos de dolor, vuelve la mirada hacia atrás descubriendo al tricolor acercándose de un modo lento hacia su presencia. México por su lado, mira determinado a la criatura, acercándose despacio al tiempo que va escuchando los gritos de dolor y sus gemidos. El rostro serio del latino cambia a una sonrisa comprensiva para la criatura— Te duele mucho ¿Verdad pequeño? —su rostro muestra una pena dolorosa aunque intenta ser comprensiva a la criatura que ahora tiene su atención

La criatura ha girado, colocándose delante del tricolor entre gemidos de dolor. Era claro para México que, entre mas se movía la criatura, el dolor agonizante era demasiado, imposible de soportar para a pobre criatura. México puede escuchar varias voces diferentes gritando, incluso, mientras México lo alumbra por partes, se deja ver que es una masa, si bien, deforme, esta posee varios brazos, un par de piernas que se van arrastrando imposibilitadas de cargar con el peso de su propio cuerpo, unas 3 manos que ocupa para arrastrarse hacia el frente y por la parte de lo que tal vez debería de ser la cabeza, se encuentran sobresaliendo de una masa de carne deformada he hinchada tres rostros, entre ellos, apenas cree descubrir su propio escudo

Pese al escalofrío que recorrió de nuevo al latino al ver su rostro perder sus colores pero no su escudo, México extiende sus manos como si esperara recibir un abrazo, sonriendo de un modo familiar, como cuando ves a aquella persona importante, una madre, un padre, tal vez un hermano que, comprendiendo tu dolor, extiende sus brazos para darte ese abrazo cálido y reconfortante que tu tanto necesitas luego de un mal día y un dolor que no puedes soportar por ti. Ese gesto, esa sonrisa, esa sensación de calma al dolor, es lo que entrega el tricolor a la criatura solo con su postura y su mirar

—Ven pequeño —responde— deja que alivie tu dolor —la criatura se detiene en seco, mirando a México un segundo y, poco después, acercándose de un modo lento, cual animal herido y desconfiado que es, se acerca al tricolor. México ilumina ambas manos en un resplandor carmesí con toques dorados, apunta directo a la criatura que aun le mira fijamente. En ese rostro tan hinchado, es difícil poder definir las expresiones, pero, no parece precisamente asustado pese a que ha visto las intenciones del tricolor

—Aguanta —menciona— dolerá un poco mas, pero después todo acabara por fin —susurra a la criatura que, aun entre gritos, pareciera alcanzar a emitir un "gracias"

México afila la mirada, empujando con cuidado sus manos hacia el frente. Las voces crean un grito desgarrador al unisonó. Ahora, un hueco grande se crea en la gran masa de carne que por fin, cae con un suspiro de alivio al suelo y, mientras se va desintegrando y deformando, los pocos colores que alcanzo a ver México desaparecen

—Ruego para que encuentres la paz en el otro mundo —suspira. Con la misma frialdad con la que ha acabado subida, México decide continuar su camino, pasando de la criatura pero cuidando de no pisar su cuerpo

—Le preguntas a México si se encuentra bien—

—No —susurra— siento que me estoy rompiendo en pedazos cada vez que veo a una de esas pobres criaturas —se sincera— pero no puedo dejarlas seguir agonizando —explica con un gesto de dolor— ¿No puedes sentirlo? —gira para mirarte a los ojos a través de la pantalla, puedes sentir su mirada clavada en la tuya— suplican por que acabemos con su dolor

Su gesto cambia a uno de pena y dolor, acariciándose un brazo por la incomodidad, prefiere seguir avanzando, volviendo a iluminar con la linterna el camino, avanza a la siguiente habitación. Esta lucia ser la de un matrimonio pero, lo alarmante fue encontrar el cadáver de la madre y el de la hija mayor. La madre sobre la cama y la hija tirada cercas de la puerta (apenas lo suficientemente lejos para poder cerrar la puerta) México baja la mirada con dolor y continua su camino

La siguiente puerta es otra habitación más, esta, de otro niño pequeño. No hay demasiado, solo manchas de sangre secas y, un torso destruido que parece ya mas destruido y lleno de gusanos. El latino se ve obligado a poner una mano sobre su nariz y boca para aguantar las arcadas debido a la peste de este lugar en particular. Intenta no prestarle demasiada atención a la situación y continua avanzando, saliendo de la habitación y pasando a la siguiente, en esta encuentra a alguien de espaldas, soltando quejidos de dolor. México se frena un segundo, observando en silencio la situación y lo que hay a lo lejos

—Hey ¿Quién eres? —llama

//=Du-due-le... =// escucha el jadear de una voz que no alcanza a reconocer pues suena casi inhumana

—¿También eres una de esas criaturas blancas, cierto pequeño? —pregunta avanzando despacio hasta estar más cercano; esta vez, alcanza a ver como los colores en su piel, desde la espalda parecen perderse por momentos tornando a una piel blanca y luego, volviendo a aparecer como si nada. Debido a esto y que los colores parecen cambiar cada tanto, México no puede reconocer correctamente de quien se trata, pero, mientras lo observa, escucha como continua gimiendo la criatura en dolor. El tricolor suspira y niega— descuida cariño, ya no vas a sufrir mas —susurra, apuntando su mano derecha en dirección de la cabeza del contrario, que ahora nota, es media cabeza más alta que el mismo.

México ilumina su mano y un rayo carmesí atraviesa a la criatura que, desplomándose en el piso, comienza a perder sus colores y se transforma en una masa blanca sin demasiada forma

A antes de dar media vuelta y seguir su camino, México colinda la mirada con una llave que toma curioso precisamente sobresaliendo de la masa blanca que ahora ya no posee vida. Curioso, avanza, luego de desear que encuentre la paz en la otra vida, el tricolor sale de la habitación

Al fondo, en un pequeño pasillo más estrecho que el resto de la casa, México encuentra oculta una habitación. Extrañado de que no puede abrirla, saca la llave, descubriendo que encajaba perfectamente. Enarca una ceja confundido y, abre con cuidado, no sabiendo que encontrar al otro lado

—Wow —susurra— de toda la casa, esta es la única habitación que por lo menos tiene algo de iluminación propia

En cuanto avanza por la habitación, lo que hacía un poco de luz, descubre que está en el suelo, cubierto por grandes sabanas negras y polvorientas. Curioso, arranca la tela y su lámpara cae de sus manos

—¿Qué? —pregunta con un gesto de horror y dudas

Delante del mexicano se encuentra una hilera de un total de seis tubos amplios donde, en su interior, flotando en un liquido turquesa casi verdoso, se encuentran (dentro de cada tubo) un country. Si, un countryhumans y no cualquier country... se trataba de México

Todos eran copias casi perfectas de México, con sus colores, con su bandera, su escudo... lo único tal vez aterrador, era que, al verlos al detalle. Algunos tenían una que otra deformidad que a fin de cuentas se seguía notando si lo mirabas al detalle

Uno tenía deforme una mano, otro un pie, otro el rostro, parecía tener la quijada deformada como si no hubiera sido unida al resto del cráneo. México traga nervioso, dando pasos hacia atrás por la sorpresa, sintiendo que todo le da vueltas, no se da cuenta que no choca contra un muro, sino que ha chocado directamente contra un tubo y que, al alejarse, la sabana que también cubría su interior, deja ver más experimentos iguales

Un total de cinco tubos, teniendo en su interior al mismo mexicano, solo que cada vez, parecía que las malformaciones habían desaparecido, el problema era con uno que parecía tener los colores más claros, otro, más oscuros, casi como si quisieran parecer negros y, mientras avanza viendo que los colores de la bandera se acomodan correctamente, el escudo de águila luce exactamente igual a como debería, se descubre que la ultima capsula, porque no había otra forma de llamarle a aquello que los contenía. La ultima capsula estaba vacía. Ahí, estaba la sexta capsula

Sus piernas no aguantaron más tiempo y acabo cayendo de trasero al suelo, ahogando jadeos que buscan recuperar aire y a su vez, tal vez, gritar sin conseguirlo en su duda. Todo le da vueltas, la duda lo estaba matando, la sensación de preguntarse por su propia existencia le estaba pasando una factura terrible y, mientras cree que la oscuridad se vuelve más espesa aun cuando está rodeado de algo más de luz, su mirada vuelve a los especímenes que, aun con sus ojos eternamente cerrados, parecen flotar sin preocupaciones por encima del agua

—Tenemos que destruirlos —jadea de pronto el mexicano

~Opciones: ~

~Siguiente parte~ (ve a la entrada 35)

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