42. HISTORIA
- Acenix, cariño, ¿dónde estás? – mi madre me estaba llamando.
Debía permanecer oculto, si me encontraba no me dejaría ir a jugar a casa de Moon. Le prometí a Moon que iría a su casa antes de abandonar la ciudad. No podía dejar que mi madre me descubriera. Lenta y sigilosamente comencé a caminar en dirección a la salida de la casa, mantenía las orejas agachadas mientras caminaba a cuatro patas intentando no ser descubierto. Cuando por fin llegue a la puerta y agarre el pomo de la puerta entre las patas Sentí como me agarraban levantándome.
- Te pille, cuantas veces tendré que decirte que no puedes salir sin permiso – me dijo mi madre con un tono de voz dulce pero autoritario.
- ¡Quiero ir a ver a Moon! – repliqué – me has dicho que hoy era nuestro último día aquí... quiero ir a verla... - le puse ojos de cachorro tratando de convencerla.
- Ay, señor – suspiro profundamente dejándome en el suelo, acaricio con suavidad mi cabeza peinándome – puedes ir, pero cuando vaya a buscarte, nos iremos y no quiero te pongas a llorar.
- Si mama – la abrace con fuerza frotando mi hocico contra su pierna – me voy ya mama.
Abrí la puerta y Sali corriendo a toda prisa, esquivaba ágilmente a los animales que circulaban por las calles sin disminuir la velocidad. En un visto y no visto estaba en frente de la casa de Moon, llame a la puerta con fuerza mientras daba pequeños saltos esperando Moon me abriera la puerta.
Abrió la puerta sonriéndome. Moon siempre me había parecido la mejor amiga del mundo, era preciosa, amable y siempre jugaba conmigo cuando quería. En el momento que abrió completamente la puerta salte encima suyo abrazándola con fuerza, Moon trastabillo, pero recupero el equilibrio mientras mantenía el abrazo. La escuche reírse mientras me abrazaba, sus ojos me miraban con cariño como una hermana mayor miraría a su querido hermano pequeño.
- No me esperaba que vinieras tan pronto – dijo haciéndome cosquillas.
- ¡eh! Eso es trampa – dije mientras reía por las cosquillas – mi madre me dio permiso, dijo que después vendría a buscarme.
- Entonces debemos aprovechar el tiempo.
Moon dejó de hacerme cosquillas para empezar a correr hacía su cuarto, rápidamente le seguí el paso acompañándola a su cuarto. Estuvimos jugando durante horas hasta que Moon se tumbó en el suelo agotada, siempre se cansaba rápidamente... si solo llevábamos cuatro horas corriendo. Me senté a su lado mirándola, su hermoso pelaje negro siempre me había fascinado. Ella me devolvió la mirada mirándome fijamente a los ojos.
- Tienes unos ojos preciosos acenix – dijo sonriendo.
- Que va, a mi me parece más bonito tu pelaje – respondí – además, es suave – comencé a acariciarle el brazo.
- Eres muy amable acenix – dijo acariciando mi cabeza – seguro que harás muy feliz a alguna mujer en el futuro – reía mientras me miraba.
- Pero yo no quiero que sea una mujer – replique – quiero que seas tu.
- Que descarado pequeño – me acariciaba la cabeza despeinándome.
- Moon – mire al suelo con tristeza.
- ¿si pequeño?
- ¡No quiero irme! – rompí en llanto mientras la abrazaba – quiero quedarme contigo... no quiero irme de la ciudad...
- Acenix, Acenix tranquilo... - dijo tratando de calmarme – esto no es un adiós, es un hasta luego.
- ¿segura? – la mire con los ojos llenos de lágrimas.
- Claro pequeño. Esperare por ti, ya verás como nos volvemos a ver.
Moon se inclinó besándome dulcemente en la frente, sonreía de oreja a oreja. Escuche como se abría la puerta de la casa. Escuche una conversación y lamentablemente, sabía que iba a ocurrir a continuación. La puerta del cuarto de abrió mostrando una gata totalmente negra. Moon es exactamente igual que su madre.
- Acenix, ha venido tu madre por ti pequeño.
Asentí mientras miraba a Moon con tristeza. Me despedí de ella con un "hasta luego" antes de ir con mi madre. Me agarró de la pata y fuimos paseando de vuelta hacía la casa. El paseo fue agradable, corría una suave brisa que me mecía el pelaje, unos ligeros rayos de sol se escapaban entre las negras nubes del cielo reconfortándome.
- ¿Te lo has pasado bien en casa de Moon? – me pregunto mi madre sonriendo.
- ¡Si! Me lo he pasado genial – respondí.
- Cuanto me alegro mi bolita de pelo, algún día volveremos.
- ¡Sí! Oye... mama
- ¿Sí?
- ¿Dónde está papa? – pregunté mientras alguna lagrima se me escapaba de los ojos.
- Acenix... sabes que tu papa ha salido por trabajo... - respondió con tristeza.
- ¿Y no lo veré más?
- ¡Claro que sí! Él te quiere mucho y seguro que pronto volverá a casa
Mi madre sonreía intentando que sonriera. Llegamos a casa, al entrar pude ver como todas nuestras cosas estaban empaquetadas o guardadas. Me daba tristeza, pero no podía hacer nada. Ese mismo día abandonamos la ciudad, viajamos durante horas, el viaje era agotador. Aunque con la ayuda de algunos animales, se hizo más ameno. Esos animales cargaban algunas cajas y nos ayudaban a llevarlo todo.
Después de varios días de viaje, llegamos a nuestro destino. Una venerable gata nos estaba esperando en la entrada de una cueva. Reconocí inmediatamente a esa gata.
- ¡Abuelita! – corrí dirección a la venerable gata abrazándola con fuerza.
- Pero si es mi pequeño acenix – sonreía ilusionada.
- Lo siento madre... por todos los problemas que te causo... - le dijo mi madre mientras inclinaba su cabeza en señal d disculpa.
- Ni se te ocurra disculparte conmigo pequeña, la familia es lo más importante, y siempre te ayudare – mi abuela sonreía mientras me acariciaba la cabeza.
- Gracias de todas maneras... - hizo una seña a los animales que nos acompañaban indicándoles dejaran las cosas en la entrada de la cueva – muchísimas gracias por la ayuda...
- No hay de que señora, sabes es un placer – dijo el animal más corpulento sonriendo.
Los animales dejaron las cajas en la entrada de la cueva, estaba fascinado por la fuerza y la eficacia de su trabajo. Mire al líder de los porteadores con ojos llenos de ilusión, el líder lo noto y me saludo con la pata. Era un enorme toro de color marrón.
Los animales terminaron su trabajo y se marcharon dejándonos en nuestro nuevo hogar. Fui corriendo al interior de la cueva, no era la primera vez que estaba en casa de mi abuela, pero hacía demasiado tiempo que no la visitaba. Normalmente era ella la que iba a visitarnos a nosotros. Fui corriendo de nuevo a la salida de la cueva, pero antes de salir quedé parado escuchando a escondidas. Mi madre tenía una expresión sería y hablaba en voz baja con mi abuelita, no quería molestarla así que me puse a escuchar levantando mis orejas.
- Entonces... ¿no está aquí? – pregunto mi madre.
- Hija mía – suspiró la venerable gata – si que ha venido... pero no ha estado mucho tiempo... - levanto su cabeza mirando a su hija – dijo que volvería... pero que es demasiado peligroso... no quiere poneros en peligro...
- Pero... acenix lo necesita – dijo mientras las lágrimas se le escapaban.
- Hija... debes ser fuerte... seguro que volverá.
- Si... lo se madre... lo se
Parecía que mi padre no iba a volver en un tiempo, debía ser fuerte por mi mama, no podía ponerme a llorar por todo.
Poco a poco el tiempo pasaba, los meses iban y venían. Mi vida era tranquila, se podría decir que, incluso aburrida. Pasaba la mayor parte del tiempo jugando dentro de la cueva, a excepción, de unos pequeños momentos que me iba a pasear con mi madre. Los paseos eran agradables, me daban la oportunidad de correr libremente por el bosque y de jugar con mi madre sin ninguna limitación. Trataba de pasar el mayor tiempo posible con mi madre, para que no se sintiera sola. Deseaba que mi padre volviera pronto... era el único que conseguía que mi madre riera de corazón. Yo solía hacerle reír... pero no era comparable a como solía hacerlo cuando mi padre estaba presente.
En uno de nuestros paseos. Me aleje demasiado de mi madre, me había distraído siguiendo unas golondrinas. Grite por todo el bosque intentando encontrarla, pero no respondía. Comenzó a levantarse una tormenta haciendo que la nieve me obstaculizara la visión. Corría sin descanso por el bosque, gritando a pleno pulmón. Mi madre no respondía y eso me estaba preocupando. Escuche un sonido entre los árboles. Fui corriendo hacía la dirección del sonido, esperando encontrarme con mi madre.
Al llegar al lugar, la escena era grotesca. La sangre se me heló quedando completamente petrificado. Se me revolvieron las tripas y no podía ocultar las ganas de vomitar. Las lágrimas brotaban de mis ojos descontroladamente cayendo sobre la fría nieve derritiéndola. No podía creer lo que estaba viendo, no podía ser cierto. Mi madre estaba tendida en el suelo, la sangre a su alrededor estaba teñido de color carmesí y varias extremidades de su cuerpo fueron arrancadas y devoradas. Enfrente del cadáver de mi madre un enorme animal se erguía. Llevaba ropas totalmente blancas impidiendo pudiera ver quien esa. El animal se giró mostrando su rostro, estaba manchado de sangre fresca y se deleitaba con el sabor de la carne fresca. El animal me miraba con los ojos inyectados en sangre, el rostro de aquel animal me helaba la sangre, solo podía llorar mientras contemplaba el cadáver de mi madre. Las palabras se me atragantaban, no podía hablar. Unos quejidos eran lo único audible que salía de mi boca. El enorme animal se acercó, portaba dos dagas en sus patas. Tenía miedo, estaba totalmente horrorizado y petrificado. Simplemente cerre mis ojos consiguiendo hablar.
- No me hagas daño – dije con la voz rota.
- Tranquilo pequeño – se agacho revolviendo mi pelo con su pata – ¿esa era tu madre?
- Si – respondí atragantándome con mi propia saliva.
- Lo siento de verdad, no puedo hacer nada para que te sientas mejor... eso lo sé – acaricio suavemente mi cabeza tratando de tranquilizarme – pero te prometo que pagaran por esto...
- Yo... yo...
Simplemente, las fuerzas me abandonaron cayendo inconsciente. Sentía el olor y el calor del pelaje de aquel animal. Desperté varios días después en la cama de mi abuelita. No conseguía recordar nada de lo que pasó. No recordaba quien era, no recordaba a mis padres, solo oscuridad.
Desperté agitadamente gritando, flex y Max llegaron rápidamente observando que me pasaba. Estaba... en la casa de Drok, no estaba en casa de mi abuela. Estaba... soñando. Flex se acercó arrodillándose a mi lado, coloco su pata en mi hombro calmándome.
- Tranquilo acenix... estas bien...
Tenía la respiración entrecortada y seguía sobresaltado por el sueño que había tenido. Por fin recordaba más cosas de mi pasado, sabía lo que había ocurrido con mi madre. Comencé a llorar no pudiendo contener mis lágrimas. Flex y Max se miraron no sabiendo que hacer en este caso.
- Esto... acenix, estamos contigo, tranquilo – dijo Max arrodillándose también.
- Tranquilos... estoy bien... solo... soñé con mi madre... me dejo un poco sensible – force una sonrisa tratando de no preocuparlos.
- Tranquilo acenix – respondió Max – si necesitas llorar, tienes mi hombro para hacerlo. Si necesitas hablar, mis orejas estarán para escucharte. Y si necesitas un abrazo – acto seguido me abrazo con fuerza no dándome tiempo a responder – te abrazare todo lo fuerte que necesites.
- Menos mal que sé que Acenix tiene a Mike, si no me pondría celoso – dijo flex cruzándose de patas.
- No seas tonto, que sé que tu pensabas decir lo mismo.
- Que bien me conoces.
Comencé a reír mirándolos a los dos, estaba contento de haber encontrado a amigos como ellos. Se que empezamos con mal pie, pero la vida me ha demostrado que no todo es lo que parece y que, en cualquier persona o animal, puede haber alguien bueno esperándote. No debemos juzgar a nadie por una primera impresión mala.
Le sonreí a los dos, y les conté sobre mi sueño. También les hable de lo que recordaba de mi madre y de mi padre, lo poco que recordaba de él. Ambos escucharon mi historia con una sonrisa de oreja a oreja. Al terminar de contarles me sentí liberado, como si me hubiera quitado un gran peso de encima. Ambos me abrazaron con fuerza haciendo me sonrojara. Nunca me imagine acabar de esta manera.
- Esto... chicos... ¿dónde está Mike? – pregunte.
- Pues... lo pusimos en la cama... tiene heridas graves... flex ha hecho lo que ha podido – Max apretaba su puño – ahora todo depende de él... al igual que contigo... solo podemos esperar...
- Quiero verlo... - dije intentando levantarme, pero sentí un fuerte dolor en mi costado que me impidió incorporarme.
- Despacio gatito... has sufrido heridas graves... - Max me ayudo a levantarme haciendo que lo utilizara de apoyo.
Camine mientras Max me sostenía ayudándome a caminar. Me llevo hasta el cuarto donde se encontraba Mike. En ese cuarto había dos camas, en una de ellas se encontraba Mike y en la otra, lógicamente, Drok. Ambos estaban dormidos descansando. Me acerqué lentamente hacía Mike tenía vendado su hombro y parte de su pecho. No podía ver más ya que estaba tapado con pieles. Me arrodille al lado de Mike y agarre con fuerza su pata mirándolo con los ojos llorosos.
- Esto es mi culpa... durante todo el combate... solo fui una molestia... - comencé a llorar apretando con fuerza su pata – lo siento Mike...
- Deja de llorar... no te creía tan estúpido... - escuche una voz que venía de la otra cama.
Drok se incorporó en la cama llevando la pata a su cabeza, se le veía agotado. Tenía vendas en su torso. Drok mantenía sus ojos cerrados, pero aun asi giro su cabeza hacía mí.
- Ese perro despertara... y si no fuera por vosotros... yo estaría muerto... - dijo con voz sería – si alguien es el culpable de esto, soy yo. Quería matarme a mí, no a vosotros. La prueba es que a vosotros intento daros en puntos no vitales.
- Pero... - fui interrumpido por Drok.
- Sin peros, no es tu culpa. Aunque estaba débil vi como peleabas, lo hiciste lo mejor que pudiste con la poca experiencia que tienes. Deja de martirizarte.
Asentí lentamente volviendo mi mirada a Mike. Apretaba con fuerza su pata asegurándome de que sintiera que estaba con él, que no me iría a ningún sitio.
Escuche como Drok se quejaba, estaba intentando moverse.
- A donde crees que vas... - le dije seriamente.
- A descansar al otro cuarto... seguro prefieres estar en el mismo cuarto que tu novio... además... mis libros y documentos están allí... debo estudiarlos mientras pueda.
- Va-vale...
- Por cierto... tu novio no es, el asesino de Fang... seguramente sea familiar... pero su olor es diferente – me sonrió mirándome.
Asentí con una sonrisa, aunque sabía que era imposible que Mike fuera un asesino. Su corazón es puro y está lleno de bondad. No lo veía capaz de algo así. Al final...
Él es mi angel.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
PERDON PERDON Y MIL VECES PERDON
Eso lo primero, por subir tan tarde el capitulo de esta semana... me quede embobado haciendo cosas y casi se me olvida subirlo...
Este capitulo ha sido necesario y los siguientes lo seran aun más ya que se contaran muchas cositas bonitas. Dejad vuestro voto y un hermoso comentario para saber que os ha parecido.
Recordad que esto no es un juego y pasad una hermosa semana mis pequeños animales de dos patas. No dejeis de ladrar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro