33. DOBLES
Comenzamos a acercarnos a la deteriorada casa manteniéndonos alerta procurando caminar sigilosamente para no llamar la atención de quien fuera que Flex había detectado. Cuando íbamos a entrar a la casa escuchamos una voz estridente que nos resultaba repugnante, tenía un tono soberbio y prepotente. Flex abrió la puerta y entró en la casa, rápidamente seguí sus pasos.
La escena no era agradable de contemplar, Max se hallaba en el suelo de la casa sangrando abundantemente por una enorme herida transversal en su pecho. A pesar de su horrible estado se veía claramente que estaba con vida mientras hablaba pesadamente con el animal que se erguía frente a él. Aquel animal estaba de espaldas a nosotros, concentrando su atención en el perro que yacía a sus pies. El animal reía a carcajadas mientras observaba el estado de su víctima.
- Ay... que gracia me hacéis los Omegas... de verdad os creéis en posición de pelear con uno de los Diez canes... - se agachó acercándose a su víctima – eres una basura, no tienes ni la fuerza, ni el poder como para poder defender a nadie. Y eso que te las das de tipo duro.
El animal alargó su pata hacía uno de los costados de Max y sacó un pequeño animal de pelaje blanco, que rápidamente identifiqué como Jon. Cuando hice el amago para acercarme, Flex me detuvo, quería seguir observando la escena mientras pudiera. Flex al igual que yo, estaba ansioso por ayudar a su amado, pero como siempre dice, la información es poder. Él quería saber que había traído a los perros aquí.
El animal agarraba a Jon del pellejo de su cuello llevándolo como si de un saco se tratase. Reía mientras miraba a Max.
- Un gato... - dijo pesadamente - el gran depredador de la aldea... preocupado por un gato... ¡patético!
- Te juro... que como te atrevas a hacerle algo... te mataré aquí mismo, basura – Max a duras penas podía mantenerse en pie, la herida de su pecho sangraba sin parar, aunque eso no parecía preocuparle – Protegeré a ese gato, aunque deba morir para conseguirlo.
- Max...Max...Max... sabes perfectamente que no puedes derrotarme – el perro se quitó la máscara mostrando su rostro ante el enemigo – yo te enseñé todo lo que sabes, no puedes sorprenderme con nada.
El animal se quitó la ropa que lo cubría mostrando un perro exactamente igual a Max en cuanto a aspecto físico se refiere. Un rottweiler en toda regla. Salvo que, este animal, tenía un pelaje blanco como la nieve exactamente igual que el de Jon.
- Por cierto... parece han venido tus amigos, ¿verdad Maxi? – el perro se giró mirándonos tanto a Flex como a mí, seguramente había notado nuestra presencia en el mismo instante que pusimos una pata en la casa – anda, buenos días, Flex, no sabía que andabas por la zona. Aunque parece que has llegado en un mal momento... estoy disciplinando a mi hermanito por desobedecer las normas, ¿te importa volver más tarde?
Rápidamente y antes de que cualquiera de los presentes pudiéramos reaccionar el perro lanzó un zarpazo certero a Max haciéndole otra herida de forma perpendicular a la anterior. Flex comenzó a gruñir airadamente haciendo que toda la casa retumbara únicamente con su gruñido.
- O... se me había olvidado... tú eres su... - el perro hizo una pausa mientras sonreía de manera perversa, a pesar de que sus ojos no mostraban maldad, la sonrisa que puso helaría la sangre a cualquiera – ¡perra!
Comenzó a reír en voz alta mientras miraba a Flex. Agarró a Jon fuertemente del cuello asegurándose de tenerlo cerca por si las cosas se complicaban. Por suerte para todos Jon no estaba despierto.
- Para que quieres al gato... ¿no has venido a castigar a los desertores? Ese gato no tiene nada que ver – pregunté mirando fijamente al can blanco que tenía delante.
- Si fuera por mí... ya me lo hubiera comido... este en concreto es joven y enérgico, seguro su carne sabe deliciosa – el perro se relamía mientras miraba a Jon, lo que me hizo apretar el puño, deseando poder golpearle.
- Entonces... ¿por qué no lo has hecho?
- Órdenes.
- ¿Cómo? – pregunté asombrado.
- No diré nada más.
El perro se dio media vuelta acercándose nuevamente a Max que estaba en el suelo con su pata contra el pecho, retorciéndose de dolor.
- Siempre fuiste un inútil... es hora de acab....
Antes de que pudiera terminar la frase, Flex se movió a una velocidad que hizo que todos los presentes nos sorprendiéramos, yo incluido. Flex tenía los ojos inyectados en sangre y parecía que había perdido el control de sí mismo. Un veloz derechazo impactó en el rostro del can deformándolo por la fuerza del impacto, tal fue el golpe que el perro salió disparado como si lo hubieran lanzado con una catapulta. Después del impacto escuchamos un fuerte sonido como de maderas romperse, al mirar en esa dirección, pudimos ver que una de las paredes de la casa había sido destruida. O bien las paredes de la casa estaban deterioradas y se habían roto con facilidad... o la ostia que le había soltado Flex a ese perro lo había mandado a otro planeta.
Flex gruñía con rabia mientras jadeaba totalmente fuera de sus cabales. Me miró de reojo y rápidamente me dio una orden que no pude rechazar.
- ¡Llévate a Max de aquí, carga a Jon y largaos de aquí! – Flex miro hacía el agujero y salió disparado corriendo a cuatro patas en busca de aquel animal que tanto le había enfurecido.
Y por ese motivo prefiero tener a Flex de aliado... es verdad que nunca hemos peleado enserio. Pero Flex tiene una fuerza abrumadora y más de una vez lo había demostrado. Aunque nunca lo había visto tan... cabreado.
Jon estaba dormido en el lugar donde hacía apenas unos segundos se encontraba aquel animal, parecía que lo había dejado caer por la fuerza del impacto. Axel, salió corriendo a toda velocidad y cargó a Jon a su espalda para llevarlo. Suspiré aliviado al ver que Axel cargaba a Jon. Me acerqué a Max y observé sus heridas, tenían mal aspecto... pero, al contrario que Flex o Acenix, yo no sé de medicina.
- Campeón... espero que puedas caminar... no sé si tendré fuerza suficiente para cargarte... - le dije mirándolo a los ojos.
- Lo siento Mike... no he podido hacer nada... - Max apretaba sus puños mientras me miraba – si no hubierais venido... se habrían llevado a Jon... soy demasiado débil... - Max apoyó sus patas sacando fuerzas de flaqueza para levantarse.
- No te atrevas a disculparte... - lo ayudé a levantarse y pasé su pata por mi cuello cargándolo y ayudándole a caminar – Soy yo quien debería dártelas... por hacer tanto para salvar a mi hijo... - aparté la mirada avergonzado.
- Mike... - Max se quejaba mientras caminaba. Las heridas que tenía eran graves, pero aún así el enorme animal hacía lo imposible por no molestar.
- Cuando volvamos a la ciudad te pienso invitar a comer hasta reventar... - le sonreí de medio lado mientras caminaba a su lado.
- Pues no pienso negarme a eso... - me sonreía de igual manera – sabes.... Igual no es tan malo... tener un hijo...
- Pero Jon es mío, búscate a otro chico o haz el tuyo propio... que Flex seguro está deseoso de intentarlo – Le guiñé el ojo mientras reía en voz alta.
- ¡Mike! – se sonrojó mientras miraba el agujero de la pared – espero que esté bien...
- Yo me preocuparía más por tu hermano... como Flex lo alcance, lo va a destrozar...
- Mi hermano ha cambiado demasiado... desde que se ha convertido en gran can... - Max parecía que quería continuar hablando, pero se calló repentinamente centrándose en caminar.
Me quedé en silencio y continué caminando a su lado hasta, finalmente, salir de la casa. Axel corría delante mío portando a Jon en su espalda. Veía a Axel correr mientras cargaba a su hermano, aunque al ser los dos del mismo tamaño se veía claramente que le estaba costando trabajo.
- Axel... puedo llevar a Jon si quieres.
- ¡No papi Mike! Lo llevo yo. Es mi hermanito – al escuchar mi petición pareciera como si Axel se hubiera cargado las pilas, ya que acto seguido comenzó a correr intentando demostrarme que estaba bien.
Continuamos caminando cuando de repente algo captó mi atención, se trataba de un animal en medio de nuestro camino. Mi instinto me alertaba del peligro que suponía aquel animal y que no íbamos a poder continuar sin pelear. Vi como Axel seguía caminando sin detenerse. Pegué un fuerte grito que hizo que Axel se detuviera en seco. Dio media vuelta para volver a mi lado. Me parecía extraño que el animal que tenía en frente no se molestara en atacar. Simplemente mantenía el contacto visual y se mantenía inmóvil. Apoyé a Max sobre el árbol y le dije a Axel que se quedara cerca de Max porque podría ser peligroso.
Lentamente, pero con paso firme, me acerqué a aquel animal. La máscara era inconfundible, era alguien de nuestra aldea. Aunque no sabía quién era ya que los diez canes tenemos prohibido socializar entre nosotros, por las chorradas esas de que las amistades y los sentimientos te impiden tomar la decisión correcta.
El animal se quitó la máscara mostrando una hermosa can de ojos grises y pelaje marrón. La reconocí al instante, y me sorprendió sobremanera el descubrir que esta perra resultara ser un gran can.
- Qué sorpresa Lua, no me esperaba verte aquí – dije intentando disimular.
- Saludos Mike, siempre es un placer verte – los enormes ojos grises del can se desviaron revisando la escena.
- Y... qué te ha traído aquí...
- No te hagas el tonto Mike, lo sabes perfectamente – Lua me miró a los ojos – sabes que no quiero hacerlo... vuelve a la aldea... seguro que tu padre y Mixe te perdonan... no puedo soportar esto...
- No puedo hacerlo Lu... - miré de reojo a Max – sabes lo que les pasaría si vuelvo... además... tengo motivos para no volver.
- Esperaba que entraras en razón... - el can suspiró mirando a Max – tengo que entregaros a la aldea y no puedo permitir que nadie muera.
La perra comenzó a caminar en dirección a Max, su mirada no mostraba ningún tipo de malicia así que la dejé continuar. Axel estaba entre Max y aquella perra Gruñendo con fuerza.
- Tranquilo cachorrín... no le haré nada. Me asignaron llevaros con vida. Nunca mato a nadie... al menos no directamente...
Lua acarició la cabeza de Axel antes de proseguir su camino hacía Max, el perro gruñía débilmente a la perra marrón. Era más un reflejo, un mero instinto, más que algo que hacía voluntariamente. Lua llevó su mano a uno de los bolsillos y sacó unas vendas que estaban embadurnadas en alguna clase de ungüento o cataplasma. Lentamente comenzó a vendar las heridas de Max. El ungüento debía tener alguna clase de calmante o algo por el estilo, ya que Max pasó de tener cara de dolor a una más relajada y tranquila.
- Esto será suficiente por ahora...
Lua rápidamente volvió a su posición inicial y se llevó una mano a la cintura para desenfundar una especie de daga que rezumaba alguna clase de líquido.
- Mike... sabes que nunca he matado... y no lo hare hoy – me mostró su daga – está embadurnada en un líquido de mi invención... si te corto con esta daga, te paralizará el cuerpo, así podré llevarte a la aldea. Es tu última oportunidad... rin...
Antes de que terminara la frase ambos nos quedamos pasmados al ver que, de entre los árboles, aparecía el can Blanco perseguido de cerca por Flex. Rápidamente y con una maestría encomiable, el perro golpeó a Flex mandándolo hacía mi dirección. Lo esquivé dando un pequeño salto hacia un lado. Vi como Flex se levantó rápidamente gruñendo con fuerza. Ambos perros estaban bastante magullados, señal de que habían estado peleando violentamente. Flex se giró para mirarme.
- Por qué no me has agarrado, y si con la caída me hubiese hecho daño – me miraba gruñéndome.
- Si con eso te haces daño, es que eres un inútil – Le gruñí de igual manera haciéndole burla.
- Te juro que te partiré la cara cuando termine con este maldito chulo – Flex me puso el puño para que lo chocara – ¿es hora de un doble?
- Cómo siempre solemos hacer, ¿no? – le choqué la pata y me preparé para el combate.
Vimos como los perros rivales estaban discutiendo mientras nosotros teníamos nuestro pequeño momento de amistad. Flex y yo nos miramos y, como si nos hubiéramos leído la mente, sonreímos comenzando a hablar al unísono.
- Oye pareja, ¡dejad de pelear y venid a recibir! – reímos en voz alta mientras veíamos que el perro blanco gruñía. Lua en cambio se reía en voz baja al ver la escena.
- ¡Ya veréis las risas cuando os destripe! – el perro blanco se lanzó sobre Flex en un impulso totalmente alocado.
Instintivamente moví mi cuerpo preparándome para la pelea, con un movimiento rápido y ágil me deslicé sobre la nieve colocándome a la izquierda del enemigo. De un fuerte puñetazo lo volví a mandar por los aires haciendo que se golpeara contra uno de los árboles.
- No me gusta que toquen a mis amigos... solo yo puedo hacerlo.
- Ese puñetazo me suena... - dijo Flex mirándome de reojo.
- Te lo merecías y lo sabes...
Al distraerme en el combate no me percaté de que Lua se había puesto detrás mío, vi el filo de su cuchillo acercarse a mi cuerpo, pero gracias a la ayuda de Flex, no pudo terminar su trabajo ya que un inesperado golpe le llegó directo al estómago mandándola hacia atrás.
- Ahora estamos en paz Mike... deja de distraerte.
- Más te vale no bajar el ritmo -reía colocando mi espalda contra la de Flex.
Me sentía seguro al tener a Flex a mi lado, tenía claro que este combate doble. Estaba ganado.
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NUEVO LUNES, NUEVO CAPITULO.
Espero que os guste y que estéis contentos con el nuevo capitulo de esta historia. las peleas se ponen intensitas. Espero os guste como las describo :3
Cuidaos mucho y cuidado con lo que andáis haciendo que esto no es un juego. Acordaos de dejad vuestro comentario, un voto que siempre viene bien y por ultimo si le dais al botón de seguir será maravilloso. a ver si conseguimos llegar a 100.
Bueno, nos vemos la semana que viene mis queridos animales de dos patas, y como siempre, no olvidéis de ladrar.
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