2. LA CRIA
Allí se encontraba, justo enfrente mío, con su pelaje negro y esa mirada asesina me dejaban la sangre helada. Esos ojos mostraban una sed de sangre que, con el solo hecho de contemplarlos, hacía que mi cuerpo entero entrara en estado de alarma, erizando mi pelaje y haciendo que mis uñas salieran como si de armas se trataran. Me quede muy quieto, observándolo fijamente. No me atrevía ni a respirar ya que sentía, que, si lo hacía, sería lo último que haría en mi vida.
El perro me agarró del cuello, con un movimiento rápido de su mano, poniéndome contra el árbol en el cual busqué refugio hace solo unos instantes atrás. Me golpeó bruscamente contra aquel árbol, haciendo que sintiera un fuerte dolor en la cabeza. El golpe hizo que mi consciencia se desvaneciera por un momento, me sentía muy mareado y como si me faltara el aliento. Mi visión estaba borrosa, pero a pesar de ello pude distinguir entre el desenfoque de mi vista unos afilados dientes, los cuales el perro acercaba a mí lentamente. Me olfateaba de arriba abajo, la respiración de ese perro hacia que mi miedo aumentara más y más. ¿acaso era esto lo que sentía una presa? Sin previo aviso lamió mi cara, la lengua viscosa del can hizo que la poca cordura que me quedaba abandonara mi cuerpo. Rompí en llanto, pataleando y moviéndome como un loco para soltarme de esa enorme mole que me tenía preso.
- ¡Por favor, suéltame!!! ¡Déjame ir! - suplique con todas mis fuerzas, el eco de mi voz retumbaba en la montaña, al principio no podía creer como sonaba mi voz, estaba rota por el miedo y el llanto, casi parecía que hablara en otro idioma.
-Acaso crees que esto funcionará gato? – me dijo con una voz que hizo que mi cuerpo se estremeciera, la voz de un depredador confiado jugando con una presa débil, él sabía que no podía hacerle nada. Y disfrutaba de ese momento.
En ese mismo instante me apretó más fuerte el cuello con su garra haciendo que me ahogara y el sonido de la asfixia sonara por el lugar, estaba llorando y suplicando por mi vida, pero mis súplicas eran ininteligibles a causa del llanto y la asfixia.
- Tranquilo gato, terminare pronto – Entonces lo vi. Esos dientes afilados como cuchillas se acercaban a mi cuello a gran velocidad, preparados para morder y despedazar. Sabía que mi momento había llegado, los segundos se convirtieron en minutos, y los minutos en horas, esperando a que toda la nieve se tiñera de rojo a causa de lo que ese perro estaba a punto de hacerme. Justo cuando sentí los afilados dientes rozar mi cuello cerré los ojos y me resigné a que ocurriera lo inevitable. ¿Sabéis eso que dicen que antes de morir ves tu vida pasar ante tus ojos? Pues es una mentira, yo no vi nada de nada. Pero si pude oír algo. Un golpe, un golpe seco que sonó con gran fuerza, haciendo que abriera mis ojos rápidamente del susto. No pude creerme lo que contemplé en aquel momento, se trataba del perro negro siendo golpeado con gran fuerza en su rostro, la fuerza del impacto hizo que se alejara bastante de donde se encontraba y, gracias a Dios, me soltara. Nada más caer a la nieve comencé a toser con mucha fuerza, respiraba muy agitado y mis manos sujetaban mi cuello como si tuviera miedo de que en cualquier momento pudiera llegar a desaparecer, me sentía muy dolorido y con un gran mareo encima, supongo que por el golpe que recibí en mi cabeza.
Levanté la cabeza para observar que estaba ocurriendo, había alguien de pie justo delante mío. Su pelaje... era dorado. Pero no un dorado normal, su tono era casi amarillo. El brillo del sol mezclado con su pelaje teñía toda la nieve de un color amarillento, casi celestial. Se encontraba de pie y en posición de combate justo delante mío, aun tenía la visión borrosa y no veía con claridad que estaba ocurriendo, pero supuse que estaba peleando contra ese perro.
-Lárgate de aquí inútil, esta presa es mía- esa voz, no se parecía en nada a la del perro negro. Sonaba mucho más autoritaria y fuerte, parecía que no tenía tiempo para bromas a diferencia del perro negro que estuvo jugando con "su comida".
-¡¡GRRRRR, esa presa es mía!! Yo la vi primero – gruñía con mucha fuerza, aunque se notaba miedo en ese tono de voz. ¿Qué estaba ocurriendo?, ¿a qué podía tener tanto miedo ese perro?
- ¡No lo volveré a repetir, LARGO! – gritó a la vez que gruñía muy fuerte, me quedé congelado en el sitio. Una pelea de perros... Supongo que, durante un segundo, tuve la esperanza de que fuera cualquier otro tipo de animal, que simplemente quería ayudarme, pero esto era una pelea por comida. No podía ni moverme de lo aturdido que me encontraba, pero mi cuerpo me pedía a gritos huir de allí, con todas mis fuerzas intenté moverme sin éxito. Al no poder hacer nada más con mi cuerpo me apoyé en el árbol y observé la escena.
El perro amarillo no parecía intimidado, seguía en esa posición de pelea que lo hacía parecer muy amenazante y peligroso, siendo sincero no parecía muy alto ni fuerte, pero desprendía un aura de seguridad y fuerza, que hacía que mi pelaje estuviera siempre erizado y alerta de sus movimientos.
- Grrrrrrrr , por una gatita tan delgada no vale la pena la pelea, TODA TUYA – dijo el perro negro a regañadientes antes de salir corriendo. El perro amarillo suspiró levemente, no sé si de lástima por no tener una buena pelea, o de alivio por ganar su comida sin tener que hacer nada. Se giró quedando justo delante mío, de altura éramos más o menos parecidos y eso que yo soy bajo para ser un gato..., Pues él para ser perro era enano, pero tenía un aura y una mirada, que me hacían sentir aún más en peligro que con el otro perro. Me miro de arriba abajo, analizando a su presa, entonces se dio media vuelta y con voz muy seca me dijo que le siguiera.
-a... a... -intentaba hablar, el dolor de mi garganta era como mil agujas clavándose, supuse que aún seguía dolorido por lo que el otro perro me había hecho, aun así, tomé aire y pregunté - ¿a-a dónde...?
Su mirada se clavó en la mía, se quedó así un instante antes de volver a girarse y comenzar a caminar sin decir ni una palabra, ese mensaje lo entendí perfectamente "no te importa, ven". Me incorporé como pude y comencé a seguirle manteniendo una distancia de seguridad. Caminamos durante varias horas, alejándonos más y más de aquel lugar, cruzamos varias colinas e incluso un lago helado. El perro parecía que tenía muy claro a donde se dirigía, aunque de vez en cuando se paraba un segundo y olfateaba el aire en busca de la dirección correcta. Al final, pareció que habíamos llegado a nuestro destino, era una estructura extraña, creo que los humanos llamaban a estos lugares, casas.
Era extraño, hace mucho tiempo que no se ve humano, sí que quedan estructuras suyas, pero la mayoría son escombros o están en muy mal estado, pero esta casa se encontraba casi como nueva, como si alguien la hubiera estado cuidando desde siempre
La casa se encontraba en el medio de una "isla", había un lago que rodeaba toda la zona de la casa, aunque estaba congelado por el frio que hacía. Claramente el hielo no aguantaría mucho, y no se podía saber si aguantaría mi peso. El perro se dirigía hacia un puente que unía ambos lados del rio, me dio la orden de cruzar y obedecí inmediatamente, no quería enfadarlo en ese momento. Una vez cruzamos al otro lado, el perro agarró una cuerda del puente y tiró de ella haciendo el puente quedara recogido y nadie pudiera pasar a nuestro lado. Eso en parte me alegró, el saber que nadie más pudiera entrar en ese lugar, aunque, lo que temía ya se encontraba en este lado.
Nos acercamos a la casa. La verdad, era muy hermosa, mantenía unos colores brillantes y toda su construcción parecía basarse en la piedra y la madera. Entré a la casa seguido muy de cerca por él, todo estaba a oscuras, por dentro la casa tenía un aspecto muy de hogar típico campestre, como los que los semi-humanos solemos crear usando madera. Pude ver que había un mueble de madera para sentarse, me acerqué allí lentamente y me senté descansando mi dolorido y agotado cuerpo en él, lo hice sin pensar, olvidando con quien me encontraba en ese lugar. Al percatarme me levanté rápidamente y miré en dirección al perro, me miraba muy seriamente, aunque pude notar como suspiraba profundamente.
-¡Vete al cuarto! – ordenó el can con autoridad, fui hacia aquel lugar y pude ver una cama matrimonial, encima de la cual tenía algo que estaba cubierto con muchas mantas y pieles, me acerque lentamente a aquello para poder observarlo mejor. De repente, las mantas y pieles se movieron haciendo que me asustara y soltara un pequeño grito. Me armé de valor y retiré una de las mantas para ver qué era eso que estaba allí. Me quedé sorprendido y anonadado por la respuesta a mi pregunta.
- ¡¡UNA CRIA DE GATO!!!
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Bueno,Bueno,Bueno. Lo prometido es deuda y aquí tenéis el siguiente capitulo, las cosas empiezan a caldearse y eso me gusta jejeje.
Recordad dejar un comentario de vuestra opinión sobre la historia, para poder seguir mejorando.Si os esta gustando compartirlo con la gente, que cuantos mas mejor.
Bueno, eso era todo. ando trabajando en algún proyecto a parte de esta historia, así que, si tiene éxito esperaros cosas interesantes.
Un saludo y gracias a todos animales de 2 patas.
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