Estaba paseando con Mike en un parque cerca de mi hogar.

Tranquilamente, pasaban muchos autos por ahí, pero era tranquilo también.

Ahora mismo me encuentro con Mike tirando un juguete nuevo de el, siempre que compro un juguete los termina rompiendo a cabo de unos meses.

Cuando lo tiré, este había ido muy lejos llegando a la calle donde pasaban los vehículos.

Mike fue por el, yo también iba pero...

Todo ocurrió tan rápido.

Un auto en una velocidad mayor, arrasó contra el, atropeyandolo.

Mi corazón se aceleró.

Mis párpados se abrieron de la impresión.

.- ¡¡Mikeeee!! -. Grité con todo lo que pude, el maldito solo se fue, dejando mi pobre mascotita aplastada y con sangre que manchó el sueño.

Las demás personas me observaron, algunas vieron con impresión a mi perro que taparon los ojos de sus hijos para que no vieran su estado.

Ese había sido el peor día de mi vida.

Llamé a mamá tan rápido como pude, ella tenía el número de la veterinaria de Mike.

Escuché los sonidos de dolor de mi pequeño.

Mucjas lágrimas salieron de mis ojos.

Me acerqué a el, pero ya era tarde.

Su respiración había  parado y sus sonidos también.

Estaba muerto.