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-Vamos a la tómbola, ya junte sufientes sellos para participar -camino (T/N) a paso apresurado junto a Laios rumbo al lugar donde llevaban a cabo la rifa del distrito comercial- quiero esos boletos.

-¿Los de la feria? ¿Vamos a ir?

-Mmhm si, si es que los gano, como tenemos vacaciones de la universidad creo que nos merecemos algo de diversión después de tantos exámenes.

-Ya tengo ganas de comer algodón de azúcar -(T/N) podía ver los ojos de Laios brillar al pensar en todo lo que podrían comer- ¿Crees que tendrán alguna edición limitada?

-No me antojes toda la comida -sonreía mientras se acercaba a la fila- además piensa en todos los juegos.

Las conversaciones fluían entre ambos, después de todo le encantaba escuchar a Laios, asi ha sido desde que se conocieron en una fiesta. Cuando sus amigas se apartaron para saludar a conocidos, se quedó sola cerca de la mesa de comida, fue entonces que Laios se acercó a probar de todo y como no sabe leer el ambiente comenzó a platicar con ella, una total desconocida. La semana siguiente, como si fuera el destino se volvieron a encontrar, aunque está vez Laios le ayudo a espantar a un perro que corría hacia ella -fue gracioso porque solo se le ocurrió detenerlo imitando un ladrido.

Desde ese momento fue natural para ellos acercarse al otro cuando se encontraban en los pasillos, tener largas pláticas sobre cualquier cosa y como no podía faltar, se hallo incluida en los planes con los amigos de Laios. En definitiva tiene un gran amigo.

La suerte estuvo de su lado, se ganó el par de boletos. Fue un gran día, comieron demasiadas golosinas, se subieron a varios juegos, casi quedan roncos al bajar de la montaña rusa, demasiada emoción para una atracción y en la casa del terror vaya que gritaron.

-¡Que buen día! -estirando sus brazos Laios caminaba a paso lento junto a (T/N)- Tenemos que volver en Navidad, quiero ver el desfile.

-Definitavente volveremos.

Creo que con Laios no faltaría la diversión.