Capítulo 45
Las siguientes semanas la relación entre ellas se suavizó. Bellatrix simplemente le dijo "Gracias" y Hermione respondió "Lo siento". No hizo falta más. Pese a que su intención no fue la mejor, la mortífaga necesitaba saber que Sirius no la había olvidado, que nunca dejó de amarla. Y Hermione se lo demostró. Era el mejor regalo que le habían hecho en mucho tiempo. Por su parte, la chica sentía no haber abordado el tema con más delicadeza, pero aún sentía más que Bellatrix se culpase por el único crimen que no fue culpa suya. Ambas lo sabían y se alegraron de poder zanjar el tema.
Prosiguieron la búsqueda del cuaderno por los pasillos que Hermione le había sonsacado a Harry que recorrió con Voldemort. De nuevo, sin resultados. La joven empezaba a ponerse nerviosa: quedaba mes y medio de curso y Bellatrix se marcharía. Estaba segura de que ni su amor por las artes oscuras la llevaría a pasar un minuto más en el colegio. Lo entendía, no quería forzarla, pero sin la poción nunca recuperaría a sus padres. Y ahora que se había hecho la ilusión de recuperarlos...
La parte positiva fue que su relación personal iba estupendamente. Hermione la notaba mucho más relajada y casi feliz, sospechaba que se debía a que por fin había hecho las paces con el remordimiento que siempre la acosó. Así que salían juntas, bebían, reían, hacían el amor, compartían confidencias y mitigaban su soledad. En una de sus excursiones, Hermione obligó a Bellatrix a acompañarla a una tienda de discos y compraron el que contenía "su canción". Les encantaba follar con ella de fondo. Aunque el rato favorito de la joven (y sospechaba que el de su amante también) era la charla de antes de dormir. Trataban cualquier tema sin tapujos. Y eso era bonito y a la vez triste, porque todo corroboraba su incompatibilidad.
-Yo quiero tener al menos dos hijos –murmuró la castaña mirando al techo en la oscuridad.
-Yo jamás tendría ninguno, ¡qué horror! Prefiero Azkaban –respondió la morena con la cabeza apoyada en su hombro.
-Entonces no tenemos futuro juntas –comentó la castaña con sorna-, no habrá boda, ni niños, ni una lápida compartida.
-No descartes tan rápido lo de la lápida, sería poético... -murmuró la mortífaga- ¡Pero boda ni de broma! ¡Bellatrix Black JAMÁS será una traidora de sangre!
-¡Ni Hermione Granger será la mujer de la asesina más infame de Inglaterra!
-¡Jooo! ¡Nooo! –protestó la bruja con expresión triste- Eso me pone triste y es mentira... ¡Soy la asesina más infame del mundo entero!
"Estamos de acuerdo" concedió la chica acariciándole el pelo. Tras conversaciones de ese cariz le costaba conciliar el sueño. Por mucho que el tono fuera irónico, resultaba duro encajar el golpe, para ambas. Pero al final se dormían, porque al día siguiente amanecería de nuevo y todo resultaría más relativo.
Una mañana, como tantas otras, despertó en la habitación de la slytherin. Como Bellatrix aún dormía, no se movió para no despertarla. Observó sobre la mesilla de la bruja su foto con Sirius y sonrió. La había colocado en un marco de plata con grabados mágicos de leones que correteaban a su alrededor. Frunció el ceño. Le sonaba vagamente familiar.
-Bellatrix –le preguntó cuando despertó-, ¿de dónde has sacado ese marco?
La slytherin se desperezó, contempló la foto con su primo y sonrió.
-Lo encontré por ahí.
-¿Dónde es por ahí? –inquirió la gryffindor.
-En el despacho de mamá –confesó la morena con una sonrisa traviesa-. Tenía una foto de Dumbledore y juzgué que no le importaría que la quemara y me quedara el marco. A Siri le hubiese encantado...
Hermione sacudió la cabeza pero no pudo evitar sonreír. Era cierto: al animago le hubiese encantado el marco y el acto de robarlo del despacho de la directora.
-¡Por eso últimamente tiene esas contraseñas tan raras! –exclamó la joven- Cuando me llama a su despacho, me manda la contraseña y las últimas han sido: "BellatrixNiSeTeOcurraVolverAEntrar" y "UnRoboMásYPropagoElRumorDeQueEresMestiza".
Bellatrix se echó a reír y se declaró culpable. La amenaza del falso rumor casi la frenó, pero contraatacó:
-Le dije que entonces yo comentaría que me contrató solo porque tuvimos un affair –comentó la morena aun riéndose-. ¡Y lo mejor es que eso la frenó, así que considera posible que la gente lo crea!
Ambas se desternillaron durante varios minutos con las anécdotas de la pobre Minerva. Después, como era sábado decidieron salir por Londres: una quería ir a un museo y la otra al McDonald's (no parece necesario aclarar quién fue cada una). Se ducharon y se vistieron. Mientras Bellatrix se maquillaba, la joven se entretuvo cotilleando su joyero. Estaba absorta en las espectaculares piezas que contenía cuando algo le llamó la atención: una piedra oscura, brillante, oculta en un lateral. La extrajo perpleja y se giró hacia la slytherin.
-Tienes la piedra de la resurrección.
No fue una pregunta. Bellatrix la miró y pareció dispuesta a inventarse una excusa. Pero habían adoptado un acuerdo de sinceridad absoluta. Así que se encogió de hombros y respondió como si nada:
-Me la encontré por ahí. No la he usado ni la quiero para nada, lo menos que podemos hacer por los muertos es dejarlos descansar. Pero me pareció estúpido dejar algo tan poderoso y legendario por ahí tirado.
-¿Te la encontraste por ahí? –repitió la chica con incredulidad.
-Sí –contestó la bruja mientras se dibujaba la raya del ojo-. Cuando registré el bosque en busca del cuaderno, utilicé conjuros para detectar objetos oscuros. Un día apareció la piedra, supongo que Potter la perdió durante la guerra. La cogí y me la quedé.
Hermione abrió la boca para replicar, pero no merecía la pena otra bronca. Sabía que Bellatrix decía la verdad: le gustaba coleccionar objetos relacionados con la magia oscura. Así que la dejó donde la había encontrado y comentó con sorna: "Bueno, sería peor que hubieses robado la varita...". La morena estaba de espaldas a ella, pero la expresión tensa que el espejo le mostró, la puso en alerta. Ya lograba descifrar bastante bien los gestos de la duelista. Ahí perdió la calma.
-¡No me digas que tienes la varita de sauco! ¡NO ME DIGAS QUE HAS PROFANADO LA TUMBA DE DUMBLEDORE!
No fueron preguntas. Recordó que meses atrás Bellatrix la interrogó indirectamente sobre el paradero de las reliquias. Ella le dio respuestas vagas pues solo Harry sabía la verdad. Pero para alguien tan inteligente y retorcido como la mortífaga debió resultar evidente. Terminó de maquillarse con calma, se levantó y le indicó a Hermione que se sentara. La chica, bastante furibunda, no quiso hacerlo. "Sienta, monito", ordenó la duelista obligándola a acomodarse junto a ella, "Si empiezas con esa actitud esto terminará mal como las veces anteriores, así que vamos a hablar con calma".
-¿De mujer a mujer? –ironizó la castaña.
Bellatrix soltó una carcajada y le acarició el pelo con cariño. La joven le dedicó una mirada de odio pero no protestó. Simplemente se cruzó de brazos y esperó la explicación.
-Sí, tengo la varita de sauco. No, no profané la tumba. Utilicé un conjuro que extrae objetos aunque estén enterrados u ocultos. Así que no tuve que desenterrarlo, ni abrirlo como supongo que hizo Potter para devolverla (lo cual es bastante siniestro, espero que a él también le eches la bronca).
-¡No te atrevas a comparar...!
-Ya, ya, tu moralidad, corta el rollo. Escucha, necesito esa varita. Supongo que MamacGonagall te contó lo que le expliqué sobre cómo elaborar la poción para revertir obliviate...
Hermione frunció el ceño y asintió. No entendía que tenía que ver eso, pero suavizó un poco su gesto y respondió con su habitual tono de sabelotodo:
-Sí, me dijo que es una poción muy compleja y peligrosa de elaborar. Por eso Voldemort apuntó todo el proceso en un cuaderno con un cierre de sangre para poder consultarlo solo él. Como no podía hacerlo solo y la información bajo ese cierre no puede revelarse de forma alguna, tuvo que garantizarte a ti acceso a ti también
-¿Y no has pensado lo que implica eso, monito tontorrón?
-¡No me llames...!
La joven no terminó la amenaza porque lo comprendió. Su rostro empalideció y se dio cuenta de lo necia que había sido. Se ilusionó tanto con la idea de revertir el conjuro que no analizó los detalles. Con un hilo de voz, respondió:
- Se necesitan dos personas para elaborar la poción y solo tú puedes leer los pasos.
-¡Diez puntos para gryffindor! –exclamó la morena.
Hermione le dedicó otra mirada de rabia por trivializar sobre ese asunto que era vital para ella. Bellatrix sonrió y prosiguió la explicación:
-Solo yo puedo leer los pasos, no puedo referírselos a otra persona, ni incluir a nadie en el cierre del cuaderno porque yo no soy su propietaria original. Hace dieciocho años de la última vez que elaboré con él esa poción. Desde entonces, la magia automatizada ha avanzado mucho; ya sabes, los conjuros que puedes programar para que la varita ejecute sola. Creo que así sí podré hacerlo. Pero como te digo, es un proceso muy complejo que ante el más mínimo fallo desencadena consecuencias desastrosas. Por eso necesito que la varita que utilice sea la mejor, para minimizar los riesgos y aumentar las posibilidades de éxito.
Hubo unos minutos de silencio en los que Hermione reflexionó y Bellatrix se levantó para terminar de maquillarse. La chica la contempló con mirada ausente. La explicación tenía sentido, podría funcionar... Y le daba nuevas esperanzas. No tenía sentido discutir, así que murmuró:
-De acuerdo, no lo contaré. Pero en cuanto terminemos, la devuelves.
La mortífaga murmuró algo como "Ya veremos" que la chica fingió no haber oído. Se levantó y salieron al pasillo: Bellatrix primero, para confirmar que estaba despejado. Y Hermione después para que no las vieran juntas. Sus compañeros sabían que eran amigas y alguna vez salían. Pero de ahí a que descubrieran su romance secreto había un trecho que no querían recorrer. Había una persona que sí lo sabía. Y no perdía oportunidad de tomarles el pelo.
-¡Hombre! ¡Gryffindor y Slytherin de nuevo acercando posiciones! Cuéntame, Bella, ¿ya se te han contagiado las ganas de luchar por el bien y salvar elfos domésticos? ¿Y tú, Herms? ¿Has torturado a algún alumno por insinuar que Dumbledore fue un gran mago?
-No digas tonterías, Mir. Bellatrix no ha torturado a ningún... -la justificación de Hermione se cortó al ver que la morena giraba la cabeza fingiendo repentino interés por la pared de piedra- ¡Por el amor de Circe! ¡No me digas que...!
-Tranquila, monito, todo bajo control: después les hago olvidarlo, no dejo pruebas –respondió la mortífaga alegremente-. Vamos a Londres, Elle, ¿quieres venir?
-No, no, no quiero meterme en...
-¡Oh, no digas tonterías! –la cortó Hermione- Será genial, ¡día de chicas!
-Uy, espera, ¡aviso a MamacGonagall que es el alma de cualquier evento! –exclamó la morena dándose la vuelta.
-No seas cruel, Bella –la detuvo la francesa riéndose-. ¿A dónde tenéis pensado ir?
Las respuestas fueron simultáneas pero no unánimes: "Al Museo Británico", "Al McDonald's". Empezó de nuevo la discusión: una alegó que ya estaba bien de comida basura y la otra que la tenía hasta el moño de museos repletos de roñas inútiles. Con desconcierto pero muy entretenida, Mirelle preguntó por qué no podían hacer ambas cosas.
-Al McDonald's hay que ir pronto –explicó Bellatrix- porque si no todas las mesas buenas están cogidas y las patatas ya llevan mucho rato fritas.
-¡Por el amor de Dios! ¡No hables de ese sitio como si fuera un restaurante gourmet, es un puñetero McDonald's! ¡Va a ser comida basura vayamos cuando vayamos! –bramó la joven.
"Es que los sangre sucias no entienden de comida" sentenció la morena. Hermione alzó los brazos de la rabia de que criticara a los nacidos de muggles para defender un restaurante muggle. Mirelle intentó no reírse mientras disfrutaba de sus interacciones: esas dos eran más entretenidas que cualquier museo.
Pasaron una mañana muy agradable y les dio tiempo a hacer todo. La francesa, de sangre pura y de alta cuna, no entendió la devoción de Bellatrix por la comida basura, así que Hermione le declaró amor eterno. La mortífaga simplemente sacudió la cabeza y murmuró: "No está hecha la miel para la boca del troll". Sus amigas la contemplaron mientras devoraba un McFlurry. La tarde la dedicaron a pasear a orillas del Támesis, entre la niebla y el agradable murmullo del río.
El problema fue cuando la mortífaga descubrió un brillante edificio rojo del que emanaba un embriagante olor. Por mucho que Hermione intentó despistarla, Bellatrix se enamoró al instante de la idea muggle del pollo frito e insistió en cenar en el recién descubierto KFC. La joven se negó en redondo, declaró que antes muerta que ingerir comida basura dos veces en un día. Mirelle respaldó su sentencia y Bellatrix se enfadó.
-No la mires –advirtió Mirelle-. Va a poner su cara de cachorrito inocente, como nos confiemos terminamos cenando otra vez esas cosas recubiertas de grasa.
-Bellatrix, te aseguro que antes me convences de dejar de leer que de cenar ahí –aseguró Hermione.
La morena frunció el ceño. Tenía que ganar esa batalla, ya era una cuestión de honor. Así que con un suspiro de rendición, ofreció:
-Si cenamos ahí te cuento por qué traicioné a Voldemort.
La gryffindor la miró con incredulidad. ¿Meses pidiéndole que se lo contara y lo iba a hacer a cambio de pollo frito? ¡Pero cómo demonios funcionaba la cabeza de esa mujer! Se rindió. Le dijo que se lo contara y entonces cenaban.
-No, no, primero mi pollo y luego lo de Voldy -informó la bruja.
Sus compañeras iban a replicar, pero no pudo ser porque Bellatrix estaba ya dentro. Pidió un cubo de pollo para ella sola mientras Hermione y Mirelle intentaban pedir una ensalada; la morena sentenció que no iban a humillarla así y pidió por ellas. La joven temía que la francesa pensase que todos los restaurantes muggles eran así. "Al final va a volverse también supremacista de sangre por los antojos de la pirada esta" pensó la chica con frustración.
-Monito, tengo noticias: no quiero precipitarme, pero creo que el McDonald's ya no es mi restaurante favorito. ¿¡Cómo no me dijiste que el pollo se podía rebozar y dar lugar a este exótico manjar!? Si me lo hubieses dicho hace treinta años no hubiese matado ni torturado muggles. Es todo culpa tuya.
-¡Pero vamos a ver! –exclamó la chica- ¡Que hace treinta años, cuando tú tenías ocho, yo no había nacido!
-¿Ves que hostil es conmigo, Elle? Entiendes que la torturara, ¿verdad?
La francesa solo pudo reír y repetirle que no estaba bien torturar adolescentes. Le recomendó a Hermione que dejara de ceder a sus provocaciones, pero las tres sabían que en el fondo disfrutaba. Sumida en aquellas delirantes conversaciones olvidaba por completo sus problemas familiares, económicos y de amistades. Lo pasaron realmente bien. Cuando terminaron una de cenar y las otras dos de mirar la comida con aprensión, Bellatrix comunicó que sin alcohol no revelaría nada. Así que fueron a un bar.
Encontraron uno bastante elegante con sofás y luz tenue. Eligieron un rincón apartado y tras dos rondas de alcohol, Bellatrix resumió el gran agravio por el que dejó de serle fiel a Voldemort:
-Me empujó.
-¿Perdón? –inquirió Hermione.
-Durante la batalla de Hogwarts, cuando le lanzó a Potter el avada en el Bosque, él cayó al suelo también. Corrí a ayudarlo y me apartó de un empujón. Ahí se rompió todo.
Hubo unos minutos de silencio para asimilar aquello. Bellatrix amplió la explicación:
-La sanadora que me atendió dijo que los muggles hablan del "Efecto mariposa": un gesto insignificante como el batir de alas de una mariposa puede desencadenar una catástrofe. Supongo que fue algo así, la gota que colmó el vaso. Le perdoné los maltratos, los años en Azkaban e incluso que fuera mestizo...
A Hermione le preocupó que le resultara más grave su condición de sangre que las torturas a las que la sometió, pero no comentó nada.
-No sé, fue raro. Me vi ahí en el suelo, sola. Dispuesta a morir por una causa que condenaba al hombre que la lideraba; me pareció tan absurdo... De pequeña todo el mundo alababa mi inteligencia, mi poder, me veían capaces de grandes cosas... pero me arrastré por ese hombre como si nada. Y ahí me vi otra vez: en el suelo.
Hubo una pausa. Aunque sonara extraño, Hermione lo comprendía. Por la expresión de la francesa dedujo que a ella ya se lo había contado.
-Renuncié a todo por él: mis privilegios, la vida de lujos que merecía, mi belleza, mi salud, mi Siri... y sobre todo mi libertad. Así que decidí largarme, recuperarme y buscar la forma de ser libre. Y el resto te lo conté ya: mientras él viviera, yo seguiría sin ser dueña de mi voluntad. Me enfrenté a él porque cuando fui consciente de mi situación preferí la muerte a un minuto más de servidumbre. Pero le vencí. Y ya está. Siento si esperabas un motivo más espectacular.
-No... -respondió la castaña con lentitud- Prefiero que fuera eso a que te causara algún daño más grave. Y lo comprendo: muchas veces son esos pequeños gestos los que marcan la diferencia, para bien o para mal. Nunca sabes cómo un desprecio va a afectar a alguien.
Bellatrix asintió agradecida por su comprensión.
-Bueno, y ahora para acabar con el drama –murmuró la morena tras el cuarto vodka-, creo que sería un buen momento para hacer un trío.
-¡No! –exclamaron Mirelle y Hermione al unísono.
-Mir y yo somos muy buenas amigas desde que nos conocimos y tú no vas a estropear eso, mortífaga chiflada. Cuando dentro de un mes termine el curso y se te lleve la nave nodriza al planeta del que te escaparas, nosotras seguiremos siendo amigas.
Bellatrix se encogió de hombros y murmuró que entonces buscaba a otros para hacer un trío. Como no vio a su alrededor a nadie digno, su trío se limitó al vodka y al whisky. Dedicaron el resto de la noche a beber, a reír y sobre todo a olvidar.
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