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Capítulo 41

Repitieron la misma rutina tres veces por semana durante un mes: quedaban de noche, rastreaban la zona que tocara según la planificación de Bellatrix y después dormían juntas. Generalmente en la habitación de la morena, que tenía whisky. Pero cuando al día siguiente había clase, para evitar tentaciones, la gryffindor la obligaba a quedarse en la suya. Le gustaba dormir a su lado y sospechaba que a la morena tampoco le desagradaba; aunque por supuesto protestaba cada vez para mantener su imagen.

El lunes Hermione despertó sintiendo el calor de un cuerpo junto al suyo. Contempló a Bellatrix y sonrió. Ese día la morena no tenía clase a primera hora, así que se levantó sin hacer ruido para no despertarla. Se ducho, vistió y peinó y cogió las cosas necesarias. Dedicó unos segundos a observar a la mortífaga que dormía abrazada a Polaris, el mono de peluche que ella misma le regaló. De alguna manera, quizá por sus años de presidiaria, la morena se sintió observada y abrió un ojo. Hermione no pudo evitar comentar:

-¿A él sí que lo abrazas?

-Él huele muy bien –murmuró la slytherin adormilada-, huele a mí.

La chica sacudió la cabeza y se despidió de ella. No le importaba dejarla sola en su habitación: no tenía nada que pudiera interesarle. Y mejor que no las vieran salir juntas. Estaban siendo muy discretas. De momento, no las había pillado nadie y pretendían que siguiera así. Tampoco habían logrado nada respecto al cuaderno. Pero la morena aseguraba que tarde o temprano aparecería. Hermione tenía la sensación de que más que por su ayuda, había aceptado su colaboración por la compañía. No hablaban mucho, pero aún así, cada vez la conocía mejor.

Sabía, por ejemplo, que Bellatrix había acercado posiciones con su hermana pequeña gracias a Draco y que algún día acudía a tomar el té con ellos. Sabía que cuando llovía salía fuera a mojarse porque adoraba esa sensación. Y sabía que cuando era joven estudió por su cuenta historia muggle para "conocer al enemigo". Hermione quiso creer que fue más curiosidad que crueldad. Porque por desgracia de eso también había: se engañaba más de lo que quería reconocer. Notaba que la morena seguía muy en contacto con su parte oscura y no se arrepentía de sus crímenes. Pero lo pasaba por alto. Consideraba que con el tiempo conseguiría hacerla entrar en razón. Otras veces pensaba que no y que todo era en balde. Y en ese dilema pasaban sus días.

Nunca creyó que podría tener una relación con alguien así, pero Bellatrix era diferente a todas las personas que había conocido. Y no solo porque fuera una asesina. La escuchaba con interés, no la trataba como si fuese una niña ni tampoco pretendía que se encargara de todo como sus amigos. Y confiaba en ella. Sentía debilidad por ella cuando le confesaba sus inseguridades y se mostraba vulnerable. El último asunto a ese respecto era la divulgación de la noticia de que estaba viva y muy cerca de ser libre.

-No me importa en absoluto la opinión de la plebe –le aseguró la slytherin una noche-, pero tampoco quiero que se pongan pesados y me den trabajo extra. Esta semana han confirmado la noticia, que obviamente llevaba meses circulando...

-Claro. Lo sabe todo Hogwarts, los padres, la gente del Ministerio... –comentó Hermione.

-Sí, pero leer la historia confirmada impresiona más. Pese a la campaña de Shacklebolt y que hayan puesto a Lucius y a otros como ejemplo de su triunfo... Mi nombre sigue inspirando temor.

-Pero no ha habido grandes protestas, ¿no?

-No, nada serio. Por supuesto muchas quejas a nivel particular, alguna columna en algún panfleto sin importancia... Los que tienen hijos aquí saben que lo estoy haciendo bien. Pero en general el mundo mágico no sabe cómo tomarse la noticia. Como maté a Voldemort, no saben qué pensar. Después de la guerra nadie quiere meterse en más problemas, solo olvidar. Y saben que de no ser por mí, habrían perdido la batalla. Así que sobre todo hay indecisión. Espero que Shacklebolt siga publicando mierdas positivas y esas cosas para que al salir no tenga problemas.

Hermione asintió poco convencida. No se atrevió a preguntar si Harry se había posicionado públicamente. El mundo valoraba mucho la opinión del héroe. Por lo que sabía, no lo había hecho y sin duda le habrían pedido entrevistas; a ella le llegaban peticiones cada semana. Quiso creer que desde que a ella la salvó de Greyback, le había concedido un margen de duda.

Con conversaciones así la búsqueda se hacía más amena. Aunque poco a poco, la falta de resultados empezaba a mermar sus fuerzas. Hermione no se atrevía a preguntar qué pasaría en caso de no dar con el objeto: ¿arreglaría lo de su deuda igual? Ella la había ayudado...

Mientras recogía sus bártulos de la última clase, un pergamino de su mesa empezó a temblequear. Seguidamente se transformó en un mono de papiroflexia y con una extraña voz comentó: "A las 22 h. en el pasillo del tercer piso junto a la Sala de Trofeos". La chica asintió y el pergamino ardió hasta consumirse. No le sorprendió. Ya estaba acostumbrada a las extrañas formas en que Bellatrix le mandaba mensajes. Y la verdad es que le encantaban.

A la hora en cuestión, subió al lugar acordado. Su compañera ya aguardaba ahí. La descubrió contemplando la vitrina con las placas conmemorativas de los jugadores de Quidditch.

-Buenas noches, Morgana –la saludó la chica sabiendo que ese apodo no le disgustaba.

-¿Qué tal ha ido el día, monito? –contestó distraída.

La chica se lo resumió mientras observaba también la vitrina.

-¡Anda! Ya han colocado la placa de Harry –comentó orgullosa de su amigo.

-Raro se me hace que no haya una tuya, estás en todas partes...

-Ya sabes que lo de volar no me va, pero a ti sí –murmuró Hermione contemplando otra placa.

Estaba en una esquina intencionadamente mal iluminada en el estante de debajo: "B. Black, 1980" lucía una insignia bajo el logo de slytherin.

-Intentaron quitarla cuando... bueno, cuando empecé a matar gente y tal... Pero el honor de este reconocimiento es que es para siempre gracias a un hechizo fijador. Lo único que pudieron hacer fue modificarlo para que no apareciera mi nombre completo y colocarlo en una esquina para que nadie se fijara.

La gryffindor tuvo que reconocer que era efectivo: ella curioseó aquella sala ya en su primer año pero tardó cuatro en descubrir ese nombre. Claro que hasta muchos años después no tuvo significado para ella... La morena sacudió la cabeza y señaló las zonas del corredor por las que le sonaba haber pasado durante la guerra. Aunque no lo tenía muy claro. A Hermione le extrañó: el primer día le aseveró que estaba segura de la ruta. Desde que empezaron a revisar el interior del castillo, tenía la sensación de que Bellatrix había perdido seguridad.

-¿Qué hacías en el tercer piso? –preguntó la chica mientras ejecutaba hechizos localizadores en cuadros, armaduras e incluso baldosas singulares.

-Ya sabes, perseguir gente, sembrar el caos... Lo de siempre –murmuró la morena.

Unos minutos después le preguntó por dónde había pasado ella.

-Te dije que no recuerdo mucho... -comentó Hermione- Creo que solo por el Gran Comedor y la planta baja...

-¿No acompañaste a Potter? –preguntó la morena- Él sí que dio más vueltas.

-No, yo bajé con Ron a la Cámara de los Secretos mientras Harry huía por ahí perseguido por...

La castaña se frenó en seco y se giró hacia la bruja oscura. La slytherin no emuló el gesto y siguió buscando distraída. Hermione la obligó a mirarla a los ojos:

-¿Por qué quieres saber dónde estuvo Harry?

-Por...

-Ni se te ocurra mentirme –advirtió la chica.

La morena se enfureció un poco ante su tono imperativo, pero se obligó a serenarse. Guardó silencio durante más segundos de los recomendables. Hermione supo que le había mentido y notó como su sangre empezaba a bullir. Asió la varita con rabia para intentar tranquilizarse. Carraspeó para indicarle que ya era un buen momento para responder.

-No te he mentido... -empezó la morena- Es cierto que lo que buscamos es un cuaderno con hechizos, pociones y demás... No los recuerdo y los necesito para...

-Ya, sáltate eso –la interrumpió la castaña impaciente-, vamos al "pero".

La morena la miró de nuevo sorprendida por su frialdad y mordacidad. Así que respondió.

-Pero no es exactamente mío. Bueno, en realidad sí, él me dijo que me lo legaría porque siempre fui su mejor alumna y...

-Dime que no, dime que no es lo que pienso.

Bellatrix la miró ligeramente avergonzada. La chica insistió:

-Dime que no llevamos semanas buscando un cuaderno de Voldemort –ordenó la chica sintiendo un escalofrío al pronunciar el nombre.

-Bueno... Sí... Pero ya te digo que técnicamente es mío porque...

Hermione la miró con rabia absoluta. Le había jurado que ya no tenía nada que ver con el Mago Oscuro. Y ella la creyó. Bellatrix se enfadó cuando desconfió de ella y resulta que tenía toda la razón. Sentía que se la llevaban las furias. La morena intuyó su cabreo y decidió confesar:

-Desde joven Tom tenía un cuaderno donde apuntaba todos los hechizos, pociones y descubrimientos que hacía. Muchos tienen gran utilidad y el mundo los desconoce, algunos tendrían aplicaciones positivas para la sociedad. No es un horrocrux ni nada peligroso per se, es un cuaderno normal; pero su contenido posee un valor incalculable. El día de la batalla lo llevaba encima. En el fondo temía que igual que las veces anteriores, Potter le derrotara. Por eso lo escondió antes del duelo final, para que la obra de su vida no despareciera en caso de que muriera. Pero no me dijo dónde.

La expresión de la chica no se suavizó lo más mínimo, así que continuó:

-Tiene que ser en algún lugar del castillo. Ya miré en el bosque y contigo en los terrenos exteriores y nada. Así que tiene que estar dentro, pero no sé dónde. No le seguí cuando entramos. Supongo que lo escondería donde pudo al pasar persiguiendo a Potter. O quizá como con los horrocruxes eligió un lugar que tuviera significado para él, pero no tengo ni idea de cuál ni sé si le dio tiempo a hacerlo.

La gryffindor la seguía mirando como una leona presa de un ataque de rabia. Aún se sentía peor al darse cuenta de por qué quiso su ayuda. No fue por su talento o por lo grato de su compañía, sino por su proximidad a Harry, porque creyó que sabría por dónde habían pasado él y Voldemort.

-Debería habértelo dicho –concedió la morena-, pero sabía que entonces no me ayudarías. Y de verdad que lo necesito. No por mí, sino para...

-¿Pretendas que crea una sola palabra más después de que me hayas engañado todo este tiempo? -inquirió la chica- Sabía que había algo turbio, todo el mundo me lo advirtió. Te he tolerado muchas cosas porque creí que confiabas en mí, que éramos... amigas, al menos. Pero no es así. Eres rastrera y me has utilizado durante semanas. Y todo por tu obsesión con Voldemort, con la magia oscura y con...

-¡No! No ha sido así –se defendió la bruja-. Claro que me gusta la magia oscura y el conocimiento, pero eso no tiene que ver con esto. No te he utilizado. Cierto que creí que podías ayudarme a saber por dónde persiguió a Potter, ¡pero te ofreciste tú! Y te prometí solucionar tu deuda a cambio. Y aunque me cueste por cómo me educaron sí que confío en ti, monito, yo...

-¡NO! –estalló la chica - ¡NI SE TE OCURRA LLAMARME ASÍ NI INTENTAR JUSTIFICAR NADA! ¡Y no me tomes por tonta, no me mientas a la cara! Eso te funcionará con los estúpidos sangre pura con los que te juntas, pero no conmigo. Se acabó, Bellatrix, cualquier cosa que pudiera haber, SE ACABÓ.

Sin darle tiempo a responder, se marchó a toda velocidad. Corrió por los pasillos secándose las lágrimas a manotazos. Cuando llegó a su habitación, encendió la ducha y se metió dentro a llorar. De nuevo, había creído que tenía algo especial en su vida; de nuevo, alguien la había utilizado vilmente. 

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